GUATEMALA.- Después de casi sesenta años, la
industria petrolera en Guatemala exige reformas legales y jurídicas para
poder sobrevivir en un mercado global cambiante y complicado pero en el
que el crudo local, ácido y rico en azufre, puede ser interesante para
grandes refinerías.
La presidenta de la Asociación
Guatemalteca de Empresas Productoras de Hidrocarburos, María Teresa
Ruiz, cuenta que esta industria, todavía
"bastante incipiente" en el país, llegó a producir 30.000 barriles
diarios y ahora no alcanza ni siquiera los 10.000.
"No es fácil llevar a cabo los trabajos que se requieren
para poder mantenerla o incrementarla y eso, en gran parte, se debe a
que la legislación está todavía muy desactualizada", asegura esta mujer,
colombiana de nacimiento, al hacer referencia a la ley local, vigente
desde 1983.
Este mineral líquido en Guatemala se
caracteriza por ser "muy ácido" y tener "mucho azufre", unos factores
por los que el West Texas Intermediate (WTI), la referencia para fijar
el precio de otras corrientes de crudo, "castiga mucho el precio local".
Esto,
aunado a una normativa y reglamento arcaicos, hacen que no se tengan
"la dinámica que necesita la industria para poder" llevar a cabo las
operaciones "con mayor velocidad", y por ello Ruiz pide cambios como
flexibilizar "un poco las formas de contratación de los servicios y los
materiales que se necesitan" o ampliar los plazos de los contratos.
"La
industria petrolera requiere mucho tiempo para poder explorar y
explotar. La etapa de exploración puede tardar fácilmente entre 6 y 8
años, eso para saber solamente dónde hay y cuánto hay. Después de ahí se
inicia el desarrollo. Se necesita mucho tiempo para recuperar las
inversiones en esta industria", proclama.
La
presidenta de la Asociación Guatemalteca de Empresas Productoras de
Hidrocarburos, que también aboga porque los estudios de impacto ambienta
estén "preaprobados" a la hora de las licitaciones para no perder el
tiempo, dice que "son cositas que se pueden ir mejorando para que la
industria pueda avanzar más rápido".
"Hace falta una
política de largo plazo. Todos los países que han logrado aumentar
significativamente su producción petrolera han definido políticas de 20 o
30 años", explica, y asegura que es posible "una forma distinta de
hacer las cosas", tal y como han mostrado otros países.
Pero
esto requiere de un "compromiso a largo plazo del país" para un
petróleo que es "muy interesante" para ciertos tipos de productos, como
el asfalto, y donde hay unos 50 millones de dólares en inversión
"parqueados" -de empresas francesas, estadounidenses y locales- en
diferentes proyectos por la traba a algún trámite.
Hace
unos días, el dirigente de una de las cinco empresas que forman parte
de esta asociación le comentó que Guatemala es "donde más me cuesta
invertir" porque casi tiene que estar pidiendo por favor "déjeme
invertir", y eso es consecuencia del marco legal.
La
industria petrolera en Guatemala, donde el Estado es socio y recibe el
38 % de las utilidades del negocio, cuenta con 5 empresas en fase de
explotación y 3 en exploración en 7 yacimientos repartidos entre Petén,
Alta Verapaz e Izabal.
Sobre el impacto ambiental,
Ruiz defiende que la industria "se puede manejar muy razonablemente, que
no tiene porque contaminar" y asegura que para las comunidades "se ha
vuelto ahora un aliado importante", debido a que la mayor parte de las
regalías y de la participación del Estado -el 28 % del 38 % que recibe
de la facturación anual bruta- lo reciben de forma directa a través de
los Consejos Departamentales de Desarrollo.
Y el
Ministerio de Ambiente y Recursos Ambientales, prosigue, también se ha
mostrado "muy proactivo" porque la industria "puede hacerse muy
responsablemente y siendo así no tiene porque afectar al medioambiente,
ni a las áreas protegidas".
La responsable de la
Asociación de Hidrocarburos insiste en apostar por la industria y
sentencia que para el Estado guatemalteco sería "muy interesante volver a
empezar a recibir 130 millones de dólares anuales" por esta actividad,
como sucedía en 2014 y 2015, y dejar a un lado los 28 millones de la
actualidad.
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