MADRID.- Estadios vacíos y calles abarrotadas en Argelia. Pese al impresionante dispositivo de seguridad desplegado
y a las fuertes lluvias, los argelinos volviero a invadir
las principales ciudades para manifestar su rechazo al presidente, Abdelaziz Buteflika,
y la prolongación de su mandato presidencial. Cientos de miles de
personas han marchado por todo el país, en el quinto viernes de
movilizaciones masivas, según crónica de El Mundo.
Violentos choques entre la policía y una marea de manifestantes con los ánimos muy calientes -un viernes más- en Argelia. La crispación gana a la lluvia y el frío. Las calles están abarrotadas, banderas desplegadas por todas partes y hasta los niños se cuelan en esas marchas. Es el sentido de una ola de protestas que tiene una finalidad. Forzar la salida del régimen militar, dice un manifestante, aprovechando que está en sus horas más bajas.
Con mensajes como "es hora de irse", reivindican su rechazo a las últimas maniobras del presidente Bouteflika. Cedió a no concurrir a las elecciones de abril tras la tensión que se había gestado en las calles. Abrió un periodo de transición y fue su as para contener tanta presión. Pero la tregua no ha durado mucho, porque lo hizo a costa de aplazar esa cita con las urnas y esto le ha explotado también en las calles.
Voces que exigen su dimisión y una limpieza de las instituciones. Un manifestante desea "una republica saneada y con garantías". Otra, en cambio, es más contundente: quiere, además, que "quienes han corrompido el país, paguen".
Violentos choques entre la policía y una marea de manifestantes con los ánimos muy calientes -un viernes más- en Argelia. La crispación gana a la lluvia y el frío. Las calles están abarrotadas, banderas desplegadas por todas partes y hasta los niños se cuelan en esas marchas. Es el sentido de una ola de protestas que tiene una finalidad. Forzar la salida del régimen militar, dice un manifestante, aprovechando que está en sus horas más bajas.
Con mensajes como "es hora de irse", reivindican su rechazo a las últimas maniobras del presidente Bouteflika. Cedió a no concurrir a las elecciones de abril tras la tensión que se había gestado en las calles. Abrió un periodo de transición y fue su as para contener tanta presión. Pero la tregua no ha durado mucho, porque lo hizo a costa de aplazar esa cita con las urnas y esto le ha explotado también en las calles.
Voces que exigen su dimisión y una limpieza de las instituciones. Un manifestante desea "una republica saneada y con garantías". Otra, en cambio, es más contundente: quiere, además, que "quienes han corrompido el país, paguen".
Los hinchas de fútbol también han protestado a su manera: boicoteando el partido de la Copa África, Argelia-Gambia,
que se juega esta tarde en el estadio de Blida. Sólo se compraron 150
de las 22.000 entradas que se habían puesto a la venta, según la radio
Cadena III.
"Los hinchas del equipo nacional han respondido a la orden
de boicot lanzada a través de las redes sociales", concluía el medio
online TSA.
Las consignas de rechazo en las
manifestaciones no sólo apuntaban al 'rais', sino a todo el sistema,
incluidos el primer ministro, Nuredin Bedui; su antecesor, Ahmed Uyahia;
el ministro de Exteriores, Ramtane Lamamra o el diplomático encargado
de encabezar la conferencia nacional, Lakhdar Brahimi. «¡Errahil, la
tamdid! [¡Fuera, no a la prolongación del mandato!]», coreaban desde
Orán a Annaba, pasando por Ghardaia y Argel.
La contestación
social cumple un mes y prosigue su actividad diaria y pacífica, desde
que el 22 de febrero comenzaron las movilizaciones contra las intenciones de Buteflika de presentarse a las elecciones presidenciales para renovar por otro quinquenio en El Muradia. Finalmente, el 11 de marzo, las protestas le hicieron desistir, pero suspendió la cita electoral prevista para el 18 de abril, prolongando de facto su mandato, que expira el próximo 28 de abril.
El paso suscitó protestas masivas el 8 y el 15 de marzo, que este
viernes volvieron a marcar cifras récord, con millones de personas en
las calles.
Lo hicieron en una semana en la que el régimen ha seguido resquebrajándose. El miércoles, el secretario general del Frente de Liberación Nacional
(FLN), Muad Buchareb, endosó el apoyo de los militantes al "movimiento
popular". El FLN, el partido al que pertenece Buteflika, lleva en el
poder ininterrumpidamente desde que Argelia accedió a la independencia,
en 1962.
"El pueblo ha demandado, a través de marchas gigantescas, el
cambio", declaró Buchareb tras reunirse con responsables del partido.
"Hay que sentarse a la mesa del diálogo para llegar a una Argelia
nueva", añadió.
Las
fisuras también han aparecido en el partido Reagrupamiento Nacional
Democrático (RND), principal aliado en los últimos años del FLN en el
Gobierno y formación a la que pertenece el cesado primer ministro
Uyahia.
Su portavoz, Sedik Chihab, afirmó el martes que el partido se
había "equivocado" al apoyar la candidatura de Buteflika a renovar
mandato por quinta vez y acusó a las "fuerzas no constitucionales" de
dirigir el país, afirmando que no se sabe quién decide "realmente".
Se refiere a lo que todo argelino sospecha y denuncia: Buteflika, que
en 2013 sufrió un ictus que le mantiene privado de sus facultades para
gobernar, es sólo la cabeza visible de un sistema dirigido por la cúpula
militar. "¡Fuera FLN y RND!", respondieron este viernes los
manifestantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario