PARÍS.- Las reclamaciones de los "chalecos
amarillos" tuvieron hoy una menor presencia en el primer sábado de
protestas tras los anuncios del presidente francés, Emmanuel Macron, que
intenta apagar esta crisis social con unas medidas que, según los
sondeos, no convencen a la inmensa mayoría de la población.
Según
el Ministerio del Interior, hubo 23.600 manifestantes en toda Francia,
menos todavía que los 27.900 que se habían contabilizado hace una
semana.
Por su canal habitual en Twitter, los "chalecos
amarillos" dijeron haber sacado a 60.123 personas a la calle en todo el
país, lo que en cualquier caso es una cifra también muy inferior a los
98.000 que habían dado el sábado de la semana pasada.
En
espera de la jornada del 1 de mayo en la que los sindicatos y los
"chalecos amarillos" querrían marcar una inflexión y abrir un nuevo
capítulo en la lucha contra las políticas de Macron, este vigésimo
cuarto sábado consecutivo de manifestaciones dió signos de
debilitamiento del movimiento, en línea con lo ocurrido en las últimas
semanas.
Los principales altercados del día se
produjeron en Estrasburgo, donde se habían lanzado llamamientos para una
manifestación "nacional e internacional", pero que no se había
declarado oficialmente, y que como ha ocurrido muchas veces con este
movimiento, tuvo un recorrido caótico, seguido de cerca por un fuerte
dispositivo policial.
La Prefectura (delegación del
Gobierno) explicó que hubo enfrentamientos con las fuerzas del orden
cuando la marcha -en la que la policía contó cerca de 2.000
manifestantes- intentó de forma repetida penetrar en el barrio de las
instituciones europeas, donde se había prohibido de forma preventiva,
como en el centro histórico y en la explanada de la estación.
La
policía -precisó la Prefectura en un comunicado- detuvo a 26 personas
en esos choques, en los que dispararon gases lacrimógenos cuando
intentaban romper el cordón policial lanzando a su vez todo tipo de
proyectiles. Dos personas resultaron heridas, una de ellas un agente y
hubo numerosos desperfectos en el mobiliario urbano.
En
París, hubo un desfile comunicado con participación de "chalecos
amarillos", pero que había sido convocado por el sindicato Confederación
General del Trabajo (CGT) y que contaba con el respaldo de formaciones
escoradas a la izquierda, como la Francia Insumisa (LFI) y el Partido
Comunista (PCF).
El color rojo de la CGT dominó sobre
el amarillo en las vestimentas de los varios miles de participantes en
ese desfile sin incidentes entre la estación de Montparnasse y la plaza
de Italia, entre los que estuvo el líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon,
pero también alguna de las cabezas visibles de los "chalecos amarillos",
como Priscillia Ludosky.
En paralelo, otra marcha no
declarada con varios cientos de personas vestidas con esa prenda
recorrió las sedes de los principales grupos audiovisuales en la capital
para quejarse del tratamiento que les dan los medios, que consideran
parcial.
La Prefectura de Policía de París, que había
prohibido de forma preventiva las concentraciones en torno a la avenida
de los Campos Elíseos y la catedral de Notre Dame, indicó que
hasta media tarde se habían realizado 13.500 controles y 14 detenciones.
El
pasado jueves, Macron presentó un segundo paquete de medidas destinado a
apagar la crisis de los "chalecos amarillos" -el primero lo comunicó a
comienzos de diciembre-, entre las cuales se cuenta una rebaja del
impuesto sobre la renta a las clases medias y el progresivo
restablecimiento de la indexación de las pensiones a la inflación.
De
acuerdo con una encuesta del instituto demoscópico Elabe, a un 65 % de
los franceses, el mensaje de Macron no les pareció convincente, y para
un porcentaje todavía superior (77 %) su dispositivo no servirá para
poner fin a la crisis de los "chalecos amarillos".
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