PARÍS.- La decisión del gobierno de Donald Trump de activar en mayo una vieja norma que perjudicaría las inversiones extranjeras en Cuba dejaría expuestos sobre todo intereses de la Unión Europea, líder en inversión en la isla y con España como su actor más destacado.
La UE, que en 2017 tuvo una inversión directa
de 500 millones de euros, es "el mayor inversor extranjero en Cuba
(sobre todo en los sectores de turismo, construcción, industrias
livianas y agrícolas)", según una ficha técnica del bloque.
De allí que la UE se apresuró a lamentar la decisión y
advertir con acciones ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y
ante los tribunales europeos si se ve perjudicada con la activación el 2
de mayo de un capítulo de la ley Helms-Burton de 1996 que permite
demandar en cortes estadounidenses a empresas extranjeras presentes en
Cuba que gestionan bienes confiscados tras la revolución.
Para la
isla de régimen comunista la inversión extranjera es clave. En 2017
atrajo 2.000 millones de dólares, inferior a los 5.000 millones anuales
que necesita para estimular su economía.
A esa cifra contribuyó
España, que es "el principal inversor en una amplia gama de sectores
tales como el turismo, industrias varias, servicios financieros,
suministro de aguas, cemento", según el Ministerio español de
Exteriores.
El Ejecutivo del socialista Pedro Sánchez, quien en
noviembre se convirtió en el primer jefe de gobierno español en visitar
Cuba en 32 años, rechazó este miércoles en un comunicado la medida
estadounidense, que a su juicio "deteriora las relaciones bilaterales
entre países aliados, además de perjudicar seriamente el bienestar de la
población cubana".
La portavoz del gobierno, Isabel Celaá,
garantizó de su lado que Madrid "va a estar absolutamente respaldando a
las empresas españolas" en Cuba.
Aclarando que las autoridades
cubanas no ofrecen detalles sobre los inversores precisamente para
protegerlos de actuaciones de Estados Unidos, el gobierno español cifra
en base a datos oficiosos la existencia en la isla de 37 empresas
españolas, además de otras 8 mixtas en la zona especial del Mariel, para
una inversión de 371 millones de euros para 2016.
Además de
producir cemento, suministrar agua potable y hacer mantenimiento de
aeronaves, la presencia española destaca en el sector turístico, con 80
contratos de administración hotelera que se reparten una decena de
empresas, entre ellas Meliá, NH, Iberostar, Barceló, Globalia, Sercotel,
y Blau.
Como ejemplo, destaca el Hotel Habana Libre, administrado
por Meliá, uno de los edificios más emblemáticos de Cuba situado en
plena zona central de La Habana.
Meliá no respondió inmediatamente
a una solicitud de comentario. De su lado, NH minimizó la
posibilidad de verse afectado con la normativa, afirmando que solo opera
en la isla dos hoteles "bajo contrato de gestión" pero sin capital
invertido, según un portavoz.
Además
de España, Francia también tiene importantes inversiones en Cuba, con
una treintena de empresas implantadas en la isla, entre ellas el número
dos mundial de bebidas espirituosas Pernod Ricard, el grupo hotelero
Accor, el gigante de la construcción Bouygues o la petrolera Total.
Mientras
Pernod-Ricard tiene los derechos del ron fabricado en Cuba y vendido
bajo la marca Havana Club, Bouygues y Aeropuertos de París fueron
encargados de modernizar y gestionar el aeropuerto de La Habana y Accor
prevé inaugurar en septiembre un hotel 5 estrellas en el Malecón de la
capital cubana.
Alemania, que reconoce tener inversiones "débiles"
en Cuba, tiene escasa presencia de empresas en Cuba, destacando la
energética Eff Management, MTU Friedrichshafen, que construye centrales
para producir electricidad con diésel, y la empresa del sector
transporte MAN.
Fuera de la UE, Canadá tiene inversiones
significativas en Cuba, en sectores de energía, petróleo, gas y turismo,
pero destacando en minería, al punto que la empresa Sherritt Mining es
la principal inversionista privada en la isla.
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