WASHINGTON.- Una
de las grandes prioridades en la lista del presidente Donald Trump, a
medida que trata de lograr un acuerdo comercial con su contraparte Xi
Jinping, es asegurarse de que China enfrente las consecuencias si no
cumple con sus promesas.
Sin embargo, con este objetivo en mente, Trump
también podría estar dando a China una nueva arma que usaría en contra
de las compañías estadounidenses y asestaría otro golpe al estado de
derecho internacional.
El
secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, dijo que EE.UU. ha hecho sus
propios compromisos con China y acordó que ambas partes estarán sujetas a
un mecanismo de cumplimiento.
"Este será un acuerdo de doble vía en la
aplicación", dijo Mnuchin el lunes, luego de decir durante el fin de
semana que EE.UU. estaba abierto a "ciertas repercusiones".
Los
detalles de los compromisos de EE.UU. y cómo funcionará el mecanismo de
cumplimiento siguen siendo escasos. Pero los comentarios de Mnuchin han
provocado una gran cantidad de cuestionamientos entre juristas, la
comunidad empresarial y el Congreso.
Si
EE.UU. autoriza a China a ejercer poderes recíprocos, convertiría a
China en "juez, jurado y verdugo frente al cumplimiento de nuestras
obligaciones", dijo Daniel Price, quien se desempeñó como asesor
económico senior del presidente George W. Bush y ahora está en Rock
Creek Global Advisors en Washington.
"No creo que la comunidad
empresarial de EE.UU. esté lo suficientemente alerta ante el riesgo de
estar constantemente expuesta a medidas de cumplimiento unilaterales por
parte de China".
El
gobierno de Trump quiere tener un mecanismo que le permita castigar
rápidamente cualquier obstáculo de los funcionarios chinos al imponer
aranceles u otras sanciones sin tener que pasar por la Organización
Mundial del Comercio (OMC) u otros adjudicadores que, según ellos, han
sido ineficientes en el pasado.
Pero cualquier acuerdo recíproco daría a
los líderes chinos otra forma de aplicar rápidamente su propia presión
sobre las compañías estadounidenses.
El
mecanismo que se está contemplando, dijeron los funcionarios
estadounidenses, requeriría consultas entre los funcionarios chinos y
estadounidenses sobre disputas, pero en última instancia permitiría a
cualquiera de las partes imponer sanciones comerciales de manera
unilateral.
El acuerdo también permitiría que ambas partes acuerden
renunciar a su derecho a tomar represalias o impugnar cualquier acción
de ejecución por parte de la otra en la OMC.
Grupos
empresariales se han negado a hacer comentarios públicos sobre las
declaraciones de Mnuchin, diciendo que el modelo del sistema de
cumplimiento aún no está claro.
Pero los cabilderos se quejan de que no
están siendo consultados por la administración y temen que una vez que
se anuncie el acuerdo, las compañías estadounidenses se verán obligadas a
aceptarlo como un hecho definitivo.
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