viernes, 19 de abril de 2019

La pesca europea, atrapada en las redes del Brexit


LONDRES.- Los pescadores europeos, una de las profesiones más expuestas al Brexit, temen perder el acceso a las ricas aguas británicas, pese a que Reino Unido tendrá complicado dar la espalda al mercado de sus 27 socios y su industria de transformación.

"Una oportunidad de liberarse de una relación asimétrica que nos explota". Así es como Barrie Deas, jefe de la federación británica de organizaciones de pescadores NFFO, percibe el Brexit.
Los pescadores de Reino Unido se mostraron ampliamente favorables a la retirada de la Unión Europea (UE) durante el referéndum de junio de 2016, cuando el Brexit se impuso por un 52% de los votos de los británicos.
Las cifras parecen darles la razón. Entre 2013 y 2015, los pesqueros de la UE capturaron 656.000 toneladas de media de peces en aguas británicas, siendo las flotas más dependientes las oriundas de Francia, Bélgica, Países Bajos y Alemania.
Caballas, arenques, lanzones y bacaladillas, así como los más lucrativos merluzas, lenguados y cigalas... Las capturas en estas aguas reportaron a los navíos europeos 524 millones de euros anuales de media durante ese período.
Por su parte, los pesqueros británicos que faenan fuera de sus aguas territoriales capturaron unas 152.000 toneladas de pescado, por un valor de 192 millones de euros, según cifras de un informe de la Eurocámara.
Estos datos provienen en parte de la European Fisheries Alliance (EUFA), un grupo de presión creado tras el referéndum británico y cuyo objetivo es la defensa de los intereses de la pesca europea en las negociaciones del Brexit.
La pérdida del acceso a las aguas británicas sería "un gran problema", explica Gerard van Balsfoort, al frente de la Alliance.
En virtud de la Política Pesquera Común, el acceso a las aguas de los países europeos está garantizado siempre que se compartan las cuotas de pesca anuales de cada especie, que son objeto de intensos debates a finales de cada año.
La gran satisfacción de los pescadores europeos es haber obtenido una referencia particular en el tratado de retirada que cubre las condiciones del divorcio, si bien el Parlamento británico todavía no ha ratificado este texto.
Tras múltiples peripecias, la fecha del Brexit se pospuso recientemente al 31 de octubre. Sin embargo, la primera ministra británica, Theresa May, espera que su país pueda salir antes de las elecciones europeas del 23 al 26 de mayo.
"El aspecto más importante de la decisión de una prórroga es la confirmación de que el escenario de un Brexit sin acuerdo ya no está sobre la mesa", asegura Van Balsfoort, esperando que las reglas del juego sigan sin cambios hasta fines de año.
Tras el Brexit, se deberá gestionar el regreso a las reglas tradicionales de acceso a las aguas territoriales británicas, un hecho que genera optimismo en la NFFO.
"Vemos grandes oportunidades para la industria pesquera británica como Estado costero independiente, en la misma línea que Noruega", explica Barrie Deas.
Noruega cuenta con tres acuerdos con la UE para facilitar la gestión de las poblaciones de peces comunes. La UE y Reino Unido tienen un centenar de poblaciones en común.
La posibilidad de una ausencia de acuerdo no puede descartarse completamente. Para Van Balsfoort, sería "el peor de los escenarios". 
A ambos lados del canal de la Mancha, el sector de la pesca cuenta con medidas de emergencia para enfrentar un Brexit abrupto.
La UE adoptó una legislación especial que busca mantener el acceso a las aguas británicas hasta fines de año, basado en la reciprocidad, y prevé un fondo para apoyar a los pescadores que no puedan faenar en sus zonas de predilección.
A finales de marzo, el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró a responsables políticos del norte de Francia que el diálogo con Londres sobre la pesca ya había empezado.
Macron insistió en la "interdependencia" entre los países, ya que los británicos pueden "tener el 100% del acceso a sus aguas, pero no pueden transformar [sus capturas] sin el resto de países europeos".
¿Qué carta juega la UE? El comercio de productos del mar. Pese a sus aguas ricas en peces, a Reino Unido no le interesa mucho.
Alrededor del 80% de los productos pesqueros británicos se exportan y, en su gran mayoría, a sus socios europeos como Francia, Países Bajos, Irlanda y España.
"Debemos incluir en las negociaciones el aspecto 'mercado', es nuestra carta", insiste el responsable de la European Fisheries Alliance.

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