LONDRES.- Los
pescadores europeos, una de las profesiones más expuestas al Brexit,
temen perder el acceso a las ricas aguas británicas, pese a que Reino
Unido tendrá complicado dar la espalda al mercado de sus 27 socios y su
industria de transformación.
"Una
oportunidad de liberarse de una relación asimétrica que nos explota".
Así es como Barrie Deas, jefe de la federación británica de
organizaciones de pescadores NFFO, percibe el Brexit.
Los
pescadores de Reino Unido se mostraron ampliamente favorables a la
retirada de la Unión Europea (UE) durante el referéndum de junio de
2016, cuando el Brexit se impuso por un 52% de los votos de los
británicos.
Las
cifras parecen darles la razón. Entre 2013 y 2015, los pesqueros de la
UE capturaron 656.000 toneladas de media de peces en aguas británicas,
siendo las flotas más dependientes las oriundas de Francia, Bélgica,
Países Bajos y Alemania.
Caballas,
arenques, lanzones y bacaladillas, así como los más lucrativos
merluzas, lenguados y cigalas... Las capturas en estas aguas reportaron a
los navíos europeos 524 millones de euros anuales de media durante ese
período.
Por
su parte, los pesqueros británicos que faenan fuera de sus aguas
territoriales capturaron unas 152.000 toneladas de pescado, por un valor
de 192 millones de euros, según cifras de un informe de la Eurocámara.
Estos
datos provienen en parte de la European Fisheries Alliance (EUFA), un
grupo de presión creado tras el referéndum británico y cuyo objetivo es
la defensa de los intereses de la pesca europea en las negociaciones del
Brexit.
La pérdida del acceso a las aguas británicas sería "un gran problema", explica Gerard van Balsfoort, al frente de la Alliance.
En
virtud de la Política Pesquera Común, el acceso a las aguas de los
países europeos está garantizado siempre que se compartan las cuotas de
pesca anuales de cada especie, que son objeto de intensos debates a
finales de cada año.
La
gran satisfacción de los pescadores europeos es haber obtenido una
referencia particular en el tratado de retirada que cubre las
condiciones del divorcio, si bien el Parlamento británico todavía no ha
ratificado este texto.
Tras
múltiples peripecias, la fecha del Brexit se pospuso recientemente al
31 de octubre. Sin embargo, la primera ministra británica, Theresa May,
espera que su país pueda salir antes de las elecciones europeas del 23
al 26 de mayo.
"El
aspecto más importante de la decisión de una prórroga es la
confirmación de que el escenario de un Brexit sin acuerdo ya no está
sobre la mesa", asegura Van Balsfoort, esperando que las reglas del
juego sigan sin cambios hasta fines de año.
Tras
el Brexit, se deberá gestionar el regreso a las reglas tradicionales de
acceso a las aguas territoriales británicas, un hecho que genera
optimismo en la NFFO.
"Vemos
grandes oportunidades para la industria pesquera británica como Estado
costero independiente, en la misma línea que Noruega", explica Barrie
Deas.
Noruega
cuenta con tres acuerdos con la UE para facilitar la gestión de las
poblaciones de peces comunes. La UE y Reino Unido tienen un centenar de
poblaciones en común.
La
posibilidad de una ausencia de acuerdo no puede descartarse
completamente. Para Van Balsfoort, sería "el peor de los escenarios".
A
ambos lados del canal de la Mancha, el sector de la pesca cuenta con
medidas de emergencia para enfrentar un Brexit abrupto.
La
UE adoptó una legislación especial que busca mantener el acceso a las
aguas británicas hasta fines de año, basado en la reciprocidad, y prevé
un fondo para apoyar a los pescadores que no puedan faenar en sus zonas
de predilección.
A
finales de marzo, el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró a
responsables políticos del norte de Francia que el diálogo con Londres
sobre la pesca ya había empezado.
Macron
insistió en la "interdependencia" entre los países, ya que los
británicos pueden "tener el 100% del acceso a sus aguas, pero no pueden
transformar [sus capturas] sin el resto de países europeos".
¿Qué carta juega la UE? El comercio de productos del mar. Pese a sus aguas ricas en peces, a Reino Unido no le interesa mucho.
Alrededor
del 80% de los productos pesqueros británicos se exportan y, en su gran
mayoría, a sus socios europeos como Francia, Países Bajos, Irlanda y
España.
"Debemos
incluir en las negociaciones el aspecto 'mercado', es nuestra carta",
insiste el responsable de la European Fisheries Alliance.
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