sábado, 27 de abril de 2019

El águila contra el dragón / Guillermo Herrera *

China se ha convertido en el mayor adversario de Estados Unidos en el marco de la política exterior de la Administración Trump, que percibe a Pekín como una amenaza no sólo en el campo militar, sino también en el económico.

La mayoría de los analistas describen la relación chino-americana como compleja y polifacética. Los Estados Unidos y China, habitualmente, no son ni aliados, ni enemigos; el gobierno estadounidense no considera a China como un adversario, sino como un competidor en ciertas áreas, y como socio en otras. Ambos países son los más grandes consumidores de vehículos de motor y de petróleo, y los dos, los emisores más grandes de gases de efecto invernadero.

Si bien hay tensión en la relación chino-americana, también hay importantes factores estabilizadores. La República Popular China y los Estados Unidos son socios comerciales y tienen intereses comunes en cuanto la prevención y supresión del terrorismo, y el control de la proliferación nuclear. China es también el mayor acreedor extranjero de los Estados Unidos.

AMENAZA MILITAR
El presidente de China, Xi Jinping, ha transformado al Ejército Popular de Liberación en una fuerza que está cerrando rápidamente la brecha en la potencia de fuego de EE.UU., y en algunas áreas vitales la ha superado. China está desarrollando una amplia gama de sistemas de armas capaces de amenazar los intereses de Washington en la región del Pacífico.

Por otra parte, EE.UU. tiene actualmente 44 interceptores terrestres para proteger el territorio continental de Estados Unidos, localizados en Fort Greely, en Alaska y en California, pero los funcionarios del Pentágono consideran que estas defensas son demasiado escasas para contrarrestar un ataque sustancial contra el continente americano por el creciente poder de ataque militar de China. Pero China no está interesada en la guerra sino en el comercio.

GUERRA COMERCIAL
La política monetaria ha sido uno de los problemas más grandes dentro de las relaciones entre Estados Unidos y China en la última década. En el centro del problema se encuentra la pregunta de si la moneda de cada país tiene o no el valor adecuado, aunque cada país ha culpado al otro de esto, pero la moneda de China está infravalorada según los expertos.

En julio del año pasado Estados Unidos comenzó a aplicar aranceles sobre cientos de productos chinos. China acusó a Estados Unidos de iniciar la mayor guerra comercial en la historia económica de la humanidad y Pekín tomó medidas de represalia.

Numerosos productos chinos se vieron afectados por aranceles del 25%, y esto provocó que fueran un 25% más caros para los consumidores estadounidenses. Esto incluye productos tecnológicos como chips semiconductores utilizados en la fabricación de muchos aparatos.

Como represalia, China atacó a la industria agrícola estadounidense y al sector automovilístico. Pero la mentalidad de "ojo por ojo" entre Pekín y Washington podría conducir a ambas partes a no querer bajarse de sus posiciones hostiles por temor a perder. Tendrán que ponerse de acuerdo tarde o temprano para no perjudicarse ambos.

RUTA DE LA SEDA
Esta semana, los representantes de 150 naciones, incluidos líderes mundiales de alrededor de cuarenta países, se reúnen en Pekín para el Segundo Foro de Cooperación Internacional en el enorme proyecto comercial chino conocido como la Nueva Ruta de la Seda

China ha firmado 173 documentos de cooperación, en su proyecto Ruta de la Seda, con 125 países y 29 organizaciones internacionales. Este proyecto que pretende conectar Europa, Asia del Sur y Oriental, Asia Central, Oriente Medio y también América Latina.

El mes pasado, Italia se convirtió en el primer país del G-7 en unirse a la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, y otros miembros de la Unión Europea indicaron que seguirán su ejemplo. Austria y Portugal participarán en el próximo foro. 

También se rumorea que el Reino Unido, Suiza, Francia, España y Australia están lo suficientemente intrigados como para firmar acuerdos inspirados por la Nueva Ruta de la Seda, aunque no respalden formalmente el proyecto. Varios países de la Unión Europea firmarían el acuerdo de manera conjunta, y no como Estados individuales.

Justo esta misma semana, el ministro de Relaciones Exteriores de España y ex-presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, declaró que las actuales propuestas comerciales y de infraestructura de China reflejan el nuevo estado de la nación, que se ha convertido en una potencia mundial, lo cual es una obviedad.

FORO MUNDIAL
El presidente de China, Xi Jinping, ha aprovechado este viernes la apertura del Segundo Foro para la Cooperación Internacional Cinturón y Ruta de la Seda para intentar calmar las inquietudes de sus potenciales socios internacionales, hasta ahora recelosos con el proyecto y con los elevados costes económicos que conlleva la participación en sus infraestructuras. En el encuentro se han dado cita 37 jefes de Estado y representantes de 150 países.

El mandatario chino, que ha insistido en que su intención no es cargar de deuda a ningún país socio, aprovechará esta cumbre para ajustar sus propuestas y abordar abiertamente las preocupaciones de sus potenciales colaboradores.

Por su parte, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha declarado durante la sesión inaugural que la cooperación entre Rusia y China se está desarrollando en todos los ámbitos, y continúa creciendo de manera constante. En concreto, Putin señaló que el volumen de comercio entre ambas potencias ha experimentado un crecimiento del 24,5%.

Las autoridades chinas también han querido subrayar el aspecto sostenible y ecológico del proyecto, destacando que, con el verde como color de fondo, se harán valer los criterios ecológicos en la construcción de infraestructuras, inversión y financiación.

PROYECTO CONTROVERTIDO
Lanzado en el 2013, el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda involucra inversiones en más de 150 países en Europa, Asia, Oriente Medio, América Latina y África con el fin de impulsar significativamente el comercio mundial y reducir los costos comerciales a la mitad para los países participantes.

Pero al mismo tiempo, la iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda se ha convertido en un nuevo punto de división entre China y EE.UU., ya que Washington intenta impedir que los países europeos se unan al proyecto.

De este modo, el país norteamericano se ha posicionado como uno de los más críticos con la iniciativa, llegando a acusar a Pekín de querer convertir este proyecto en una trampa de deuda para socios internacionales y aumentar de esta manera su influencia en el contexto geoestratégico global. 

Es decir, la iniciativa, que busca conectar Asia, Europa y África como lo hizo la Ruta de la Seda siglos atrás, se ha visto rodeada de controversia en relación con la posibilidad de que China la utilice para cargar de deuda a los países miembros y aumentar su poderío mundial.



 (*) Periodista español

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