WASHINGTON.- El Gobierno de EE.UU. evalúa acabar
con algunas de las doce categorías que permiten a los estadounidenses
viajar a Cuba, lo que podría afectar a las aerolíneas y cruceros que
aceleraron su actividad tras el deshielo iniciado en 2014.
La "número dos" del Departamento de Estado para Latinoamérica, Carrie
Filipetti, explicó este jueves que actualmente se está
reconsiderando si debe autorizarse cualquier viaje que no sea por
motivos familiares, porque quiere evitarse que el dinero de los viajeros
"vaya a parar a las manos del régimen cubano".
"Estamos ahora iniciando una investigación para
determinar hasta qué punto algunas categorías de esos viajes permitidos
están sirviendo para enviar dinero a elementos dentro del régimen",
manifestó Filipetti, que no concretó cuándo se decidirá qué categorías
permanecen y cuáles se eliminan.
Los estadounidenses
tienen prohibido hacer turismo en Cuba, pero pueden viajar si cumplen
con algunas de las doce categorías existentes: visitas gubernamentales,
actividades de medios de comunicación o centros de investigación,
proyectos educativos, religiosos y médicos, entre otros.
El acercamiento impulsado en 2014 por el entonces presidente de EE.UU.,
Barack Obama, y su homólogo cubano, Raúl Castro, permitió flexibilizar
ese tipo de excepciones.
En concreto, Obama permitió
que los estadounidenses se "auto certificaran" sin muchas explicaciones
como participantes en una de las doce categorías permitidas, lo que ha
facilitado el negocio a las aerolíneas y cruceros que comenzaron a hacer
trayectos comerciales a la isla.
En un discurso este
miércoles en Miami, el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton,
insinuó que ese tipo de visitas son un "turismo con velo" y, por eso,
anunció restricciones para los viajes que no sean por motivos
familiares.
El endurecimiento de la política de
EE.UU. hacia Cuba incluye demandas en tribunales estadounidenses por
bienes expropiados tras la Revolución y nuevas restricciones a las
remesas, que quedarán limitadas a 1.000 dólares trimestrales por
persona, un golpe para los miles de cubanos que viven de la ayuda que
sus familiares emigrados les envían desde EE.UU.
Preguntada al respecto, Filipetti aseguró que se fijó el tope de 1.000
dólares porque se consideró que esa cifra "era suficiente" para permitir
que los cubanos tuvieran "lo que necesitaban" sin que
"involuntariamente" eso permitiera "al régimen cubano apropiarse de esos
recursos".
"Cuando pensamos en la restricción de
remesas, era importante para nosotros no prohibir las remesas porque
muchos cubanos están obligados a vivir de un reducido salario
gubernamental, no tienen suficiente para sobrevivir, así que queremos
asegurarnos de que no impedimos eso", subrayó.
La
diplomática defendió que, al proclamar las nuevas medidas, se tomó en
cuenta "el efecto en los cubanos comunes y corrientes" y precisó que el
objetivo del Gobierno de Donald Trump es "asegurar un respeto a los
derechos humanos" en Cuba y una "rápida transición hacia la democracia".
Las nuevas medidas podrían tener un gran impacto en los trabajadores
por cuenta propia ("cuentapropistas"), muchos de los cuales han
levantado sus negocios con ayuda de sus allegados en el extranjero.
Desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, el Gobierno de Trump
ha endurecido la política hacia Cuba con reducciones del personal
diplomático y sanciones a los hoteles de la isla, aumentando el alcance
del embargo económico y comercial.
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