RABAT.- Miles de personas salieron a las calles de Rabat para
reclamar la liberación de los presos del movimiento rifeño Hirak, que a
principios de abril vieron confirmadas en apelación sus penas de entre
uno y veinte años de cárcel.
A falta de cifras
oficiales, distintos observadores coincidieron
en que fueron entre 5.000 y 10.000 personas las que salieron a la
capital marroquí en una manifestación convocada desde la cárcel por los
mismos presos del Hirak.
Encabezaban la manifestación los familiares de los
presos, llegados desde Alhucemas y Tánger, y tras ellos desfilaron los
militantes bereberes, algunos grupos de izquierda y representantes de la
organización islamista semitolerada Justicia y Caridad.
La
policía era más numerosa de paisano que de uniforme y permitió la
celebración de la marcha sin que se produjera el menor incidente;
además, los propios organizadores habían previsto su propio servicio de
orden.
Los lemas más coreados fueron "Viva el Rif",
"Viva el pueblo" y "Libertad para los detenidos", junto a numerosas
proclamas por la dignidad y la justicia, así como contra la corrupción y
la "hogra" (la humillación de los más humildes por los poderosos).
"¿Esto es un Estado o es la jungla?", gritaban los manifestantes, así como "¡Antes la muerte que la injusticia!".
En
el trayecto de la manifestación se habían colocado tres mesas de
recogida de firmas para reclamar la liberación de los detenidos rifeños y
exigir una Justicia verdaderamente independiente.
Pese
a que algunos líderes de partidos políticos (y hasta del mismo
Gobierno) han criticado la dureza de las sentencias, no se vio a ninguno
de ellos en la manifestación de Rabat, con la excepción de Nabila
Mounib, secretaria general del minoritario Partido Socialista Unificado.
La
manifestación de hoy no tuvo el seguimiento que se esperaba, sobre todo
siendo la primera que se celebra después del 5 de abril, fecha en que
el Tribunal de Apelación de Casablanca confirmó una por una las penas
contra los 42 integrantes de la cúpula del Hirak rifeño.
Además,
esta concentración es para muchos de ellos el único modo de expresarse
en las calles, toda vez que en la capital rifeña, Alhucemas, las
manifestaciones están prohibidas desde la detención de la cúpula y los
militantes del Hirak en mayo de 2017.
Solo seis días
después de la sentencia en apelación, la Administración Penitenciaria
ordenó el traslado de los presos de Casablanca a prisiones más cercanas a
la región del Rif para facilitar las visitas familiares, pero ello no
impidió que varios de los líderes rifeños se declararan en huelga de
hambre para reclamar su liberación o al menos el reagrupamiento del
colectivo.
A los presos rifeños les quedan ahora dos
vías: una, el recurso ante el Tribunal de Casación (ya presentada), que
podría ordenar repetir todo el juicio por defectos de forma; y dos, la
concesión de un indulto, potestad exclusiva del rey Mohamed VI y que ya
empiezan a sugerir tímidamente algunas voces.
Las
revueltas del Rif, que se desarrollaron entre noviembre de 2016 y mayo
de 2017, supusieron uno de los momentos más críticos del reinado de
Mohamed VI; sin embargo, la participación de decenas de miles de
personas en las protestas sociales no se "contagió" al resto del país.
Los
jóvenes del Hirak que salieron a las calles en Alhucemas y la región
rifeña reclamaban una mayor atención del Estado, más oportunidades de
empleo y mejores servicios en una región históricamente marginada.
Tras
la detención de toda la cúpula del Hirak, numerosos jóvenes eligieron
la vía del exilio y ejercen ahora el activismo desde países como España,
Holanda o Bélgica.
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