sábado, 13 de abril de 2019

Una Nicaragua desdibujada a un año de la "insurrección cívica"

MANAGUA.- Un año después del inicio de la llamada "insurrección cívica" de abril, Nicaragua sigue desdibujada por una crisis sociopolítica que se mantiene con denuncias de muertes, desapariciones, tortura y ríos de exiliados y un fuerte impacto económico.

Nicaragua era un país pobre pero cada año su producto interno bruto (PIB) crecía por encima del 4,5 %, y el estallido social que nació por reformas a la seguridad social el 18 de abril de 2018 llevó a una crisis que causó una contracción del 3,8 %, según datos del Banco Central del país.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pronosticado que en 2019 el PIB de Nicaragua sufrirá un nuevo retroceso, del 5 %.
Nicaragua también destacaba entre los principales destinos turísticos emergentes del mundo, y la Policía presumía de que era una de las naciones más seguras de Latinoamérica.
Pero el país recomendado entre los mejores para retirarse hoy se relame sus heridas con 400.000 empleos menos y un costo de vida en alza.
Por la noche pocos lugares permanecen abiertos después de las 20.00 hora local. Los centros turísticos del norte de Managua y los lujosos escenarios deportivos, que atraían a más de 45.000 personas en un fin de semana, hoy lucen desolados.
La Policía, que no realizaba patrullajes diurnos, ahora está en casi todas las intersecciones importantes de las ciudades con rifles AK-47 de fabricación rusa o escopetas, y vastas municiones.
La opositora Unidad Nacional Azul y Blanco reporta al menos 2 desapariciones diarias a manos de policías, personas que luego aparecen en prisión con denuncias de torturas, algunas hasta de violaciones sexuales.
La opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia reporta 809 "presos políticos" y el Gobierno reconoce menos de la mitad, por lo que se estima la desaparición de cientos de manifestantes "autoconvocados", aquellos que no siguen liderazgos en su repudio al mandatario Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), unos 325 manifestantes han muerto en protestas contra el presidente Daniel Ortega; instituciones humanitarias locales cuentan 568 víctimas, mientras que el Gobierno reconoce 199.
La CIDH, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), y diversos organismos locales e internacionales responsabilizan por la crisis humanitaria al Gobierno de Ortega, al que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) atribuye crímenes de "lesa humanidad".
Según diferentes militares retirados del Ejército, el Gobierno realizó eliminaciones de opositores entre abril y julio de 2018, cuando atacó con armas de guerra a poblaciones enteras con sus "fuerzas combinadas", compuestas por policías, antimotines, paramilitares y grupos de choque, y luego pasó a una etapa de "ejecuciones selectivas", también letal, pero menos visible.
La mayoría de víctimas eran jóvenes varones, estudiantes, trabajadores o campesinos, muchos de los cuales murieron al serles negada la atención hospitalaria, según la Asociación Médica Nicaragüense (AMN).
Entre las víctimas está el periodista Ángel Gahona. La Fundación Violeta Barrios de Chamorro registró al menos 712 casos de violación a la libertad de prensa entre abril y diciembre, desde amenazas hasta confiscaciones de medios, así como la detención de periodistas, dos de los cuales permanecen en prisión, y otros 66 fueron al exilio.
Organizaciones no gubernamentales indican que en Costa Rica se han exiliado más de 70.000. Varias decenas de miles han partido hacia Estados Unidos, España y otros países.
El obispo auxiliar de la arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, una de las voces más críticas de Ortega, reveló recientemente un supuesto plan para asesinarlo, y partirá pronto al Vaticano por petición del papa Francisco.
Como parte del Episcopado, Báez fue mediador del primer diálogo entre la Alianza y el Gobierno en busca de una salida pacífica de la crisis, entre mayo y julio de 2018, cuando Ortega acusó al clero de un supuesto golpe de Estado "fallido".
El Episcopado declinó participar en las negociaciones desarrolladas entre el 27 de febrero y el 3 de abril pasados con presencia de un representante del Vaticano y otro de la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo fracaso ha extendido la crisis.
La Alianza sostiene que el Gobierno se niega a cumplir con acuerdos firmados como la liberación de los "presos políticos" y el respeto a la Constitución, y que evade discutir el tema de la justicia para las víctimas y reformas para adelantar las elecciones de 2021.
Según la oposición, el Gobierno utiliza las negociaciones para evitar sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea.
Sobre Nicaragua pende el proceso de la aplicación de la Carta Democrática Interamericana de la OEA, por romper el orden constitucional. De ejecutarse suspendería a Nicaragua del organismo continental.

Las protestas se mantienen 

Las protestas contra el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se mantuvieron en el país este sábado, a casi un año del estallido social en el que cientos han muerto, mientras que los testigos de las negociaciones entre el Gobierno y la oposición llamaron a las partes a retomar las discusiones.
Las calles de diferentes ciudades de Nicaragua fueron colmadas de papeletas o globos de colores azul y blanco, de la bandera nacional de Nicaragua, que hoy es un símbolo de subversión contra el Gobierno, informó la Unidad Nacional Azul y Blanco, que convocó a las manifestaciones.
Los opositores también derramaron pintura azul y blanca sobre algunas pistas, colocaron rótulos azules con letras blancas en los que se pudo leer "Por la libertad" o "Nicaragua libre", y en algunos bulevares escribieron "Vamos estudiantes".
La particular protesta, denominada "Huella azul y blanco", fue convocada por la Unidad para mostrar repudio hacia el presidente y en recuerdo de los primeros manifestantes muertos en el estallido social de abril de 2018.
La Policía nicaragüense mantiene una prohibición a cualquier protesta contra Ortega, medida que es criticada porque contradice la Constitución de Nicaragua, que garantiza las libertades públicas sin necesidad de permiso.
El obispo de la Diócesis de Estelí, Juan Abelardo Mata, emitió un mensaje por el aniversario del estallido social, que calificó como un "proceso de lucha cívica-pacífica, con verdaderos avances hacia una visión de patria".
"Hemos potenciado los valores que nos identifican como nicaragüenses: la solidaridad, la creatividad, la constancia, la resiliencia, la valentía, etcétera. Hemos aprendido a organizarnos, dentro y fuera del país, abriendo camino a la unidad en la pluralidad", dijo el obispo, un conocido crítico de Ortega.
Mata afirmó que el rescate de los valores "son hechos concretos por los cuales debemos de darle gracias a Dios y continuar manteniendo viva la llama que los jóvenes encendieron el 18 de abril de 2018. Es nuestro deber moral".
Según el obispo, los nicaragüenses celebran "en medio del dolor, el primer aniversario de un despertar de conciencia, que ha sacudido los cimientos de una dictadura y ha puesto al descubierto ante el mundo entero las graves violaciones a los derechos humanos, de las que hemos sido víctimas en Nicaragua".
El nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanislaw Sommertag, y el representante de la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos, Luis Ángel Rosadilla, "testigos y acompañantes" de las negociaciones que se dieron del 27 de febrero a 3 de abril, entre el Gobierno y la oposición, llamaron a las partes a intentar retomar las discusiones el próximo día 23.
El Gobierno aceptó la invitación, pero la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que insiste en no negociar hasta que el Estado cumpla con sus compromisos de liberar a los "presos políticos" y respetar la Constitución, no ha dado respuesta.
A cinco días de que se cumpla un año del estallido social, la crisis parece no tener solución.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la crisis ha dejado 325 muertos. Algunos organismos locales elevan a 568 las víctimas mortales, y el Ejecutivo reconoce 199.
También se cuentan entre 779 y 809 "presos políticos", casi el doble de los que reconoce el Gobierno, que los identifica como "terroristas", "golpistas" o "delincuentes comunes".
La CIDH ha responsabilizado al Gobierno de Nicaragua por crímenes de "lesa humanidad".
La Organización de los Estados Americanos (OEA) tiene en proceso la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, por rompimiento del orden constitucional, que de ejecutarse suspendería a Nicaragua del organismo continental.

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