BERLÍN.- El candidato a las elecciones
europeas Manfred Weber, al que Angela Merkel propulsó a esa posición, ha
desatado una tormenta política en Berlín al cargar contra el gasoducto
ruso-germano Nord Stream 2, un controvertido proyecto respaldado por la
canciller pese a la oposición de varios socios de la UE.
El
anuncio de Weber de que si llega a presidente de la comisión Europea
(CE) tratará de detener este proyecto -con importantes consecuencias
políticas y económicas- choca frontalmente con la posición del Gobierno
alemán y del bloque conservador de este país, en el que militan Merkel y
Weber.
Por eso, el Ejecutivo alemán se ha visto forzado a
dedicar este miércoles media hora de su rueda de prensa a responder a
las insistentes preguntas de los periodistas a este respecto,
interesados en saber si la canciller sigue respaldando a Weber para el
principal cargo en Bruselas tras esta traición en un asunto que ha
desgastado a Merkel a nivel comunitario.
"El Gobierno
alemán no comenta pronunciamientos de Weber como candidato para las
elecciones europeas" y "el Nord Stream 2 es un proyecto empresarial que
el Gobierno alemán respalda porque es de interés para Alemania y
Europa", fueron los mantras más repetidos de la enrocada viceportavoz
del Ejecutivo, Ulrike Demmer.
Las evasivas no han
logrado contener el revuelo mediático por las declaraciones de Weber y
el desconcierto dentro del bloque conservador, en el que Merkel, como
líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) accedió a respaldar a Weber,
de la bávara, la Unión Socialcristiana (CSU), en parte para suavizar los
conflictos entre las dos formaciones hermanas en otros asuntos como la
inmigración.
Pero las palabras de Weber siguen ahí,
negro sobre blanco. "Como presidente de la CE aplicaré todas las reglas
para bloquear el Nord Stream 2", dijo al diario polaco "Polska Times"
Weber, quien se reivindicó como el candidato del Partido Popular Europeo
(PPE) y "no como el candidato alemán".
Posiblemente
el candidato conservador probaba fortuna en el nutrido caladero de votos
polaco, donde el gobierno y gran parte de la población están en contra
de la construcción del gasoducto porque consideran que eleva la
influencia política de Rusia sobre Europa.
Polonia no
está sola. Estonia, Letonia, Lituania y Dinamarca -así como otros socios
europeos- han mostrado su oposición al proyecto y criticado que Berlín,
por sus intereses económicos, no quiera ver que el Kremlin pretende así
dividir a la UE. La CE ha expresado asimismo sus dudas, aunque ha
evitado paralizarlo.
Estados Unidos, que lo ha
criticado en los términos más explícitos, ha impuesto además sanciones a
algunas de las empresas participantes. Pero Washington está asimismo
deseoso de vender a Europa su Gas Natural Licuado (GNL), que produce de
forma masiva gracias al fracking.
El Nord Stream 2,
que está previsto que se complete este año, es un proyecto
multimillonario que pretende conectar directamente Rusia con Alemania a
través del mar Báltico, lo que evita cualquier problema de suministro
por problemas de Moscú con los países de tránsito.
Tras
las primeras críticas, Merkel defendió que se trataba meramente de una
"iniciativa empresarial", aunque posteriormente reconoció que tenía una
"componente política" que había que atender.
Esta
cesión se debió en parte a la presión del Gobierno ucraniano, enfrentado
a Moscú por el conflicto separatista en el este de su territorio, y que
como país de tránsito de gran parte del gas ruso a Europa ve peligrar
sus ingresos en concepto de impuesto de paso.
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