WASHINGTON.- El
plan del presidente Donald Trump para reunir a los republicanos tras
una reforma migratoria integral –un movimiento para contrarrestar las
percepciones de que el Partido Republicano está en contra de la
inmigración antes de las elecciones de 2020–, mostraba signos de derrota
incluso antes de que fuera oficialmente revelado.
Los
detalles de la propuesta ya han condenado sus perspectivas legislativas
entre los demócratas. Pero algunos miembros del propio partido de Trump
también están echando agua fría sobre el plan, una señal de que podría
ser contraproducente, lo que profundizará las percepciones de que el
presidente es un radical contra la inmigración a la vez que expone las
divisiones políticas del Partido Republicano.
El presidente del comité
judicial del Senado, Lindsey Graham, un republicano de Carolina del Sur
que supervisa la legislación sobre inmigración, asegura que el proyecto
no se convertirá en ley.
"Todos sabemos que no será aprobado sin tratar
los demás aspectos de la inmigración", dijo el miércoles.
Graham
planea avanzar en cambio con un esfuerzo muy específico para revisar
las leyes de asilo para los inmigrantes centroamericanos e instó al
presidente a trabajar con los demócratas para forjar un compromiso al
respecto.
En
su anuncio formal el jueves en la Casa Blanca, Trump describió el plan
como "proinmigración", diciendo que los demócratas proponen "fronteras
abiertas, salarios más bajos y, francamente, un caos sin ley".
"Nuestro
plan transformará la inmigración de EE.UU. en el orgullo de nuestra
nación y la envidia del mundo moderno", dijo Trump. "Nuestra propuesta
es proestadounidense, proinmigración y protrabajadores".
La
propuesta de Trump exige nuevos fondos para las medidas de seguridad
fronteriza, incluida la construcción del muro fronterizo del presidente,
así como la implementación de un nuevo sistema de méritos basado en
puntos para la asignación de permisos de residencia.
Lotería de diversidad
El
plan de Trump eliminaría programas defendidos por los demócratas,
incluida la lotería de visas de diversidad, y en su lugar ofrece
"puntos" adicionales bajo el sistema de méritos a los ciudadanos de
ciertos países. Eso contribuiría a las clasificaciones generales, y los
solicitantes de visas aumentarán su puntaje si tienen la edad deseada,
son competentes en inglés, tienen una oferta de empleo en un cierto
rango salarial o están certificados en cierta capacitación vocacional.
El
plan también carece de programas como E-Verify, un sistema que permite a
los empleadores confirmar la elegibilidad de sus trabajadores. Existe
la preocupación de que el cambio hacia trabajadores altamente
calificados pueda tener un impacto adverso en las industrias de la
construcción y agrícola, las cuales dependen de la mano de obra
inmigrante.
El
plan de la Casa Blanca no dice nada sobre el manejo de visas especiales
que se han creado a lo largo del tiempo, a menudo a instancias de
intereses corporativos y donantes que buscan asegurar el estatus
migratorio de grupos de empleados clave.
El
plan de Trump también evita el tema de los inmigrantes que ya se
encuentran en el país de manera ilegal, incluida la cuestión del estatus
de los soñadores, quienes llegaron al país cuando eran niños, una
preocupación clave para los demócratas y los legisladores republicanos
moderados.
Graham
advirtió que Trump "será el responsable del problema" si no está
dispuesto a aceptar cambios que podrían convencer a los demócratas.
Esa
es una preocupación persistente entre muchos republicanos, quienes
temen que la feroz retórica del presidente sobre la inmigración –por no
mencionar el cierre de gobierno de 35 días por el financiamiento del
muro fronterizo y su decisión posterior de declarar una emergencia
nacional para reprogramar fondos para ese proyecto, en desafío al
Congreso– podría tener consecuencias electorales.
Los
demócratas intentaron rápidamente capitalizar esas preocupaciones. El
líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer dijo que el plan
representa "las mismas políticas partidistas y radicales contra los
inmigrantes que la administración ha impulsado durante dos años” y no
han ganado suficiente apoyo para aprobarse.
En
una encuesta de The Economist / YouGov publicada a principios de este
mes, solo 42% de los estadounidenses aprobó la forma en que Trump estaba
manejando la inmigración. Subrayando la importancia del problema, 13%
de los estadounidenses dijo que la inmigración era el problema más
importante para ellos, solo por detrás de la atención médica entre las
principales prioridades.
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