PEKÍN.- China respondió hoy a las
reclamaciones de Estados Unidos de que tome medidas para evitar la
"persistente debilidad" de su divisa y aseguró que Washington "no está
en posición de decidir si un país manipula su divisa".
Durante la rueda de prensa diaria, el portavoz del Ministerio de
Asuntos Exteriores chino Lu Kang indicó que son los organismos
internacionales competentes los que deben decidir si las prácticas
cambiarias de cada país son injustas, y pidió a Washington que no
efectúe "evaluaciones unilaterales" sobre las tasas de cambio de otros
países.
"La conclusión de que China no es un manipulador de
divisa se corresponde con el sentido común básico y con el consenso de
la comunidad internacional. Esperamos que EE.UU. respete la ley del
mercado y los hechos objetivos para no politizar el tema de la divisa",
apostilló Lu.
El portavoz afirmó que su Gobierno
"seguirá profundizando en la reforma de la tasa de cambio (del renminbi,
nombre oficial del yuan, la divisa nacional) y mejorará el sistema de
tipo de cambio flexible, regulado y basado en el mercado para mantener
la tasa de cambio estable y en un nivel razonable".
Lu hizo estas declaraciones al ser preguntado por la decisión del
Departamento del Tesoro estadounidense de mantener a China en la lista
de economías que merecen "atención" por sus prácticas cambiarias.
Washington manifestó así que continúa teniendo "preocupaciones
significativas" sobre este tema, particularmente en lo referido a la
"desalineación y subestimación" de la divisa china con respecto al
dólar, algo que favorece el superávit comercial bilateral, de 419.000
millones de dólares en 2018.
Esta situación ha sido
el punto de discordia entre ambas potencias desde la llegada al poder
del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El pasado 10 de mayo, Trump inició el proceso para imponer aranceles en
300.000 millones de dólares a importaciones de China, lo que, sumado a
los gravámenes actuales, cubre el valor total de los bienes chinos
importados anualmente por Estados Unidos.
En un
comunicado, el representante de Comercio Exterior (USTR), Robert
Lighthizer, desveló entonces que Estados Unidos subiría del 10 al 25 %
la tasa arancelaria sobre importaciones chinas valoradas en 200.000
millones de dólares.
Pekín respondió tres días
después con el anuncio de que desde el 1 de junio impondrá aranceles a
bienes importados de Estados Unidos por valor de 60.000 millones de
dólares, en un nuevo capítulo de la guerra comercial que libran ambos
países.
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