EDIMBURGO.- Los planes en materia de inmigración
que baraja el Gobierno británico para después del "brexit" podrían dañar
particularmente la economía escocesa, que depende en gran medida de la
mano de obra extranjera, advirtió hoy la Confederación de la Industria
Británica (CBI, en inglés).
Este organismo, que
agrupa a las principales empresas del Reino Unido, teme que el requisito
de un salario mínimo de 30.000 libras (34.700 euros), que el Ejecutivo
baraja imponer para aquellos inmigrantes que soliciten una visa de
trabajo de cinco años, pueda disminuir las llegadas de mano de obra
cualificada.
"Para muchas personas que desean venir y trabajar en
Escocia, los salarios están muy por debajo de eso, por lo que estamos
buscando un cambio y un nuevo modelo de inmigración que funcione para
todo el país", dijo la directora general de CBI, Carolyn Fairbairn, en
declaraciones a la BBC.
Precisó que la región
británica tiene un problema particular con una población
mayoritariamente envejecida y que, según datos de la CBI, en veinte
años, solo un tercio de la población escocesa estará en edad de
trabajar, lo que causará "profundas implicaciones para Escocia, su base
fiscal y sus servicios públicos".
"Necesitamos la
flexibilidad que le permita a Escocia tener a la gente que necesita para
crecer", dijo Fairbairn y añadió que el plan de inmigración actual que
el gabinete de la primera ministra, Theresa May, ha presentado "no
funciona para todo el país, y ciertamente, no funciona para Escocia".
El salario medio actual en Escocia es inferior a las 24.000 libras (unos 27.800 euros).
El ministerio del Interior británico, Sajid Javid, señaló que sus
propuestas permitirían al Reino Unido atraer a los trabajadores
cualificados que necesita y al mismo tiempo cumplir con el "mandato" del
"brexit", cuyos partidarios prometieron limitar la entrada de
trabajadores extranjeros.
En vistas a la actual
parálisis en que se encuentra el proceso de salida de la Unión Europea,
con el Gobierno tratando de consensuar un acuerdo con el Partido
Laborista que de momento no arroja avances, Fairbairn pidió un
"calendario" claro que resuelva el "punto muerto" en que se encuentra el
proceso.
"Déjenme ser muy clara. Las empresas
escocesas y las de todo el Reino Unido quieren un acuerdo. Necesitan
desesperadamente un calendario para estos próximos meses para poder
planificar, invertir y prepararse", sostuvo.
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