PEKÍN.- Las llamadas "tierras raras", elementos imprescindibles
para la fabricación de productos tecnológicos, pueden convertirse en la
baza china en su guerra comercial con EEUU, como sugiere la visita del
presidente Xi Jinping a una de sus minas tras conocerse el veto de
Google a Huawei.
La "inspección" de Xi Jinping a
principios de semana a una planta de procesamiento de tierras raras,
tras conocerse la decisión de Google de no suministrar su software a
Huawei -en virtud del veto de la Administración de Donald Trump a la
compañía china-, ha levantado todas las alarmas.
EEUU importa de China el 80% de estos materiales, por
lo que muchos analistas han visto en esta visita una señal de lo que
podría ser la próxima jugada de Xi para dar réplica a Trump.
En ese sentido, el rotativo nacionalista chino Global Times sugirió el
martes en boca de sus expertos que China "podría usar" el material como
"elemento de presión", limitando sus exportaciones a Estados Unidos.
Las tierra raras son el nombre por el que se conoce a un grupo de 17
elementos químicos -escandio, itrio y los 15 elementos de los
lantánidos- clave para la manufactura de productos de defensa y alta
tecnología como teléfonos inteligentes, turbinas eólicas y baterías para
vehículos eléctricos.
El docente Wong Kam Fai, de la
Universidad China de Hong Kong, opina que "la
restricción es ciertamente una de las cartas que Xi guarda en la manga
para forzar a los manufactureros estadounidenses a que se piensen dos
veces sus estrategias de veto a las empresas chinas".
En cualquier caso, el experto se muestra convencido de que "cuánto más
insistan las dos potencias en continuar su guerra tecnológica-comercial,
más sufrirán los consumidores".
Mientras, el
académico estadounidense James H. Nolt, experto en China y profesor
asociado de Relaciones Internacionales de la Universidad de Nueva York,
pronostica que "un embargo a estos materiales es
el movimiento más lógico que Xi podría tomar".
Nolt
recalca que "son vitales" y que China "produce casi toda la oferta
mundial", por lo que "cortar su suministro podría paralizar la
producción de los fabricantes de alta tecnología de EEUU".
Sin embargo, "está por ver la magnitud de esta medida porque se
desconoce si las compañías estadounidenses tienen reservas", añade.
En ese sentido, el analista político Willy Lam, cree que una medida así
"no funcionará" porque Estados Unidos puede encontrar estos metales en
otros países, como Australia y Vietnam, además de los que ya tenga en
depósito.
"China ya lo intentó con Japón en 2010 y
este país encontró otros suministradores, con lo que el impacto apenas
tendría recorrido", asegura Lam, quien también es miembro de la
Universidad China de Hong Kong.
Es por eso que
asegura que la gira de Xi es más "una muestra de su desagrado con
Washington", pero que Pekín no usará esta baza "simplemente porque no
funcionará".
Otro aspecto controvertido de la
explotación de las tierras raras es su impacto medioambiental, y en ese
sentido China ya anunció en un Libro Blanco de 2012 "medidas" para
"imponer estándares más estrictos de emisiones y gravar impuestos más
elevados".
"La explotación de estos materiales es tan
dañina en términos ecológicos que los países más desarrollaros dejaron a
China que dominara su producción", apunta Lam.
Según
el Libro Blanco, China satisface más del 90 % de la demanda mundial
pese a que sus reservas representan sólo el 23 % del total.
No obstante, su explotación no ha estado libre de polémicas como
sucedió en 2014, cuando la Organización Mundial del Comercio (OMC) juzgó
que algunas exportaciones de materiales derivados de las tierras raras
de China incumplían las normas al imponer medidas reguladoras sobre su
exportación, que el país acabó eliminando.
Por otra
parte, en 2015, el Ministerio de Industria chino publicó un plan para
"racionalizar, mejorar y consolidar" su producción, y en 2016 una
campaña nacional denunciando la "explotación ilícita" de estos
materiales que había provocado "alteraciones" en el mercado.
Con todo, los analistas coinciden en que si China toma algún tipo de
medida sobre las tierras raras será en respuesta a la decisión de
Washington de incluir a Huawei en una lista de compañías a las que se
impide el acceso a la tecnología y el mercado estadounidense.
Esto provocó que Alphabet, la matriz de Google, retirase las licencias a
los productos de la empresa china, aunque el Departamento de Comercio
ha expedido una prórroga de 90 días que levanta durante ese periodo el
veto para facilitar una transición.
Pero pese a que
el veto de Alphabet es el más inmediatamente perceptible para el usuario
y el que ha causado más revuelo mediático, seis fabricantes de
componentes electrónicos estadounidenses y uno alemán también han
anunciado que rompen relaciones comerciales con Huawei.
Así, las compañías de procesadores de EEUU Intel, Qualcomm, Xilinx y
Broadcom, la alemana Infineon Technologies y los fabricantes de chips de
memoria estadounidenses Micron Technology y Western Digital dejarán de
suministrar a Huawei también en cumplimiento de la orden de Trump.
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