jueves, 27 de junio de 2019

La socialdemocracia gobernará Dinamarca en solitario tras el acuerdo con la izquierda

COPENHAGUE.- La socialdemócrata Mette Frederiksen se convertirá esta semana en primera ministra danesa al alcanzar un acuerdo con otras tres fuerzas de centroizquierda para gobernar en solitario tras las elecciones de hace tres semanas.

Frederiksen, que a sus 41 años será la primera ministra más joven en la historia del país, encabezará un Gobierno en solitario con 48 de los 179 escaños del Parlamento, aunque el pacto con social liberales, socialistas populares y la rojiverde Lista Unitaria le garantiza el apoyo de la mayoría de la Cámara.
La futura primera ministra se reunió ya con la reina Margarita II para anunciarle el acuerdo y está previsto que difunda la composición del segundo Gobierno socialdemócrata en lo que va de siglo en Dinamarca, que como Suecia y Finlandia estará gobernada ahora por el centroizquierda.
Las cuatro formaciones han consensuado un pacto que no introduce grandes reformas respecto a la línea del anterior Ejecutivo de derecha del liberal Lars Løkke Rasmussen, aunque sí compromisos más ambiciosos en el área climática, más inversión en bienestar y algunos cambios en la dura política migratoria.
“Es un documento político que, como uno de los primeros en el mundo, eleva las ambiciones verdes. Haremos un plan climático, una ley climática vinculante y reduciremos las emisiones de gases de efecto invernadero en un 70%” en 2030, con respecto a los niveles de 1990, dijo en una rueda de prensa Frederiksen.
El acuerdo establece también un compromiso para aumentar la inversión en sanidad y facilitar la llegada de mano de obra cualificada extranjera, aunque las medidas más criticadas por la derecha han sido las vinculadas con la política de inmigración.
El nuevo Ejecutivo enterrará el polémico proyecto del anterior gabinete para crear un centro para criminales extranjeros en una isla deshabitada, mejorará las condiciones de las familias con niños cuya solicitud de asilo ha sido rechazada y aceptará de nuevo a refugiados a través del sistema de cuotas fijado por la ONU.
“Se mantiene la línea general en política de extranjería. Todo lo relacionado con reagrupación familiar, bandas criminales, expulsión de delincuentes, acuerdos sobre ciudadanía y cambio de paradigma (el objetivo ya no es integrar a los refugiados, sino que vuelvan a su país) seguirá igual“, avisó no obstante la futura primera ministra.
Los socialdemócratas apoyaron con sus votos la pasada legislatura todas las iniciativas del Gobierno de Rasmussen para profundizar en la dura línea en inmigración implantada en Dinamarca en las dos últimas décadas, y Frederiksen aseguró en campaña que no se modificaría la línea general.
Pero los cambios anunciados no han sido del agrado de varios partidos de derecha, que la han acusado de incumplir su promesa.
“No hay ninguna duda de que se ha abierto la puerta a que vengan más extranjeros a Dinamarca”, denunció Pia Kjærsgaard, presidenta del Parlamento en la pasada legislatura y fundadora del Partido Popular Danés (DF), la fuerza xenófoba que ha transformado la política danesa de inmigración en este siglo.
El acuerdo entre las cuatro fuerzas de centroizquierda no incluye ninguna mención a una de las principales promesas electorales socialdemócratas, la de permitir que se puedan jubilar antes personas especialmente castigadas por la dureza de su trabajo.
“Ahora empezaremos a trabajar y a involucrar a todos los actores del mercado laboral. Cada día que sea primera ministra lucharé por aprobar el derecho a una jubilación anticipada” para esas personas, dijo este miércoles Frederiksen.
Durante su etapa como ministra de Empleo (2011-2014), Frederiksen fue la encargada de implementar las polémicas reformas de la jubilación anticipada, seguro de desempleo y otras ayudas sociales aprobadas en la legislatura precedente por la derecha.
El centroizquierda ganó las elecciones legislativas danesas del pasado 5 de junio con el 49% frente al 41% del bloque encabezado por Rasmussen, castigado sobre todo por el derrumbe del DF, que cayó más de doce puntos porcentuales y perdió su condición de segunda fuerza parlamentaria.

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