martes, 11 de junio de 2019

Bajo presión, la Fed se enfrenta a una perspectiva nublada por las guerras comerciales

WASHINGTON.- Los ataques del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a la Reserva Federal han roto muchos precedentes, su intención de llenar el banco central de aliados políticos ha generado tensiones y sus continuas amenazas arancelarias han hecho que las perspectivas económicas sean más difíciles de predecir que nunca. 

Si bien la Fed puede hallar aún argumentos para recortar los tipos de interés en la debilidad de los recientes indicadores de trabajo e inflación, hacerlo podría servir también como una red de seguridad para las políticas de Trump, que, a los ojos de muchas autoridades monetarias, han causado hasta la fecha más daños que beneficios.
“Es algo parecido a alimentar a la bestia”, dijo el exvicepresidente de la Fed Alan Blinder.
“La política comercial es una de las muchas cosas que la Fed tiene que aceptar como viene. Y si la política comercial va a empujar de hecho a la economía a una recesión, esa es una razón para reducir los tipos (...) Si la Fed entra a salvarle, le anima a portarse mal”.
El presidente del banco central estadounidense, Jerome Powell, y otras autoridades insisten en que solo pueden evaluar lo que está sucediendo en la economía y la respuesta política adecuada, y no tratar de adivinar qué hace o podría hacer el gobierno.
Trump reanudó esta semana sus ataques contra la Fed, alegando que la política del banco central le puso en desventaja en sus negociaciones comerciales con China porque ese país, con un control político más estrecho de su banco central, podría devaluar su moneda o usar otras herramientas para compensar los aranceles impuestos a las importaciones chinas.
“¡El camino alcista del tipo de interés de la Reserva Federal, sumado al ridículo alivio cuantitativo! ¡No tienen ni idea!”, tuiteó Trump el martes. El lunes dijo en una entrevista con la CNBC que “nuestra Fed es muy destructiva para nosotros (...) No me han escuchado. Ellos no son mi gente”.
Lo cierto es que Trump elevó a Powell al cargo máximo de la Fed y nombró a tres de los otros cuatro gobernadores de la entidad.
Trump lleva un año cargando contra la Fed por subir los tipos y por otras medidas que, según las autoridades de la institución, son la mejor forma de salvaguardar la recuperación en curso. Eso rompió una racha de unos 30 años de presidentes que se mantuvieron bastante alejados de recomendaciones de políticas específicas para la Fed, incluso aunque a veces criticaran genéricamente al banco central.
Este mismo año, Trump amenazó con un asalto más completo al analizar el nombramiento de dos aliados políticos altamente partidistas para el banco central, alejándose de una tradición de elecciones más tecnócratas.
El inesperado anuncio a principios de mayo de un alza en los aranceles para China y la amenaza de la imposición de tasas a las importaciones mexicanas se sumó al campo minado en el que ahora debe navegar la Reserva Federal.
Aunque Trump finalmente optó por no imponer los gravámenes a México, la posibilidad de utilizar una palanca económica para el fin no económico del control fronterizo mostró cómo la política de la era Trump puede cambiar abruptamente para los banqueros centrales, que tratan de mantener su enfoque en los resultados a medio y largo plazo.
“Tenemos en cuenta todo tipo de cosas”, dijo la semana pasada el presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard, antes de que Trump suspendiera los aranceles mexicanos. “Hay algunas buenas políticas ahí. Puede que haya algunas malas. Pero tenemos que tener todo en cuenta”.
Los datos económicos recientes ya están complicando el trabajo de la Fed. Sus autoridades esperaban una desaceleración de la economía, pero pensaban que sería modesta e insuficiente como para justificar un recorte de tipos.
No obstante, la historia cambió tras el último episodio de las guerras comerciales de Trump.
El presidente de la Fed de Dallas, Robert Kaplan, dijo la semana pasada que “en el mes de abril podría haber dicho (...) que era algo más optimista sobre una estabilización de las perspectivas, pero hoy les diré que soy más consciente de los riesgos a la baja. Eso es un cambio bastante grande en un periodo de tiempo relativamente corto”.
La próxima semana quedará claro si esto es suficiente para que la Fed ponga directamente sobre la mesa un recorte de tipos. Las autoridades de la entidad se reunirán los días 18 y 19 de junio y emitirán sus proyecciones de tipos actualizadas.
También deberán decidir si mantienen su enfoque “paciente” sobre los cambios en el precio del dinero desde el rango actual de entre el 2,25% y el 2,5%, o si descartan esa descripción en una señal de que están abiertos a moverse más pronto que tarde.
Débiles lecturas de inflación como las que mostraron un informe de la Fed de Nueva York el lunes ya llevaron a Bullard a decir que una reducción del tipo de interés estaba “justificada”.
No obstante, los analistas y los mercados están divididos.
Los mercados de bonos han sido agresivos a la hora de prever una bajada de tipos a finales de año y las acciones estadounidenses han subido con fuerza en la última semana por el optimismo generado ante el aumento de la probabilidad de un recorte, sobre todo tras el débil informe de empleo del viernes.
Por su parte, economistas de Goldman Sachs y otras firmas han descontado presiones de Trump y argumentan que el panorama económico aún no garantiza un recorte de tipos.
No es una novedad tener que lidiar con las políticas de Washington. 
El expresidente de la Fed Ben Bernanke se quejó cuando los límites de gasto del Congreso redujeron el crecimiento económico justo cuando la recuperación del país estaba ganando ritmo y la zona euro amenazaba con romperse.
Sin embargo, el problema actual es diferente, ya que la Fed está sometida a la presión política y tiene cada semana menos certeza sobre qué acciones de la Casa Blanca debe tener en cuenta.
Después de años en los que los banqueros centrales estadounidenses se quejaban de ser “los únicos en la ciudad” que influían en la economía, ahora pueden sentir nostalgia de aquellos tiempos más simples.
“La Fed ha tenido demasiado en su plato durante mucho tiempo”, afirmó Peter Ireland, profesor de economía del Boston College. “Powell insistió en que ‘el comercio es el comercio’ y que no era su problema. Y ahora está atrapado en ello”.

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