martes, 4 de junio de 2019

Tal vez África sí tiene potencial para ser como China

NUEVA YORK.- Cuando las personas me dicen que África será la nueva China, ya no soy tan incrédulo como solía serlo. El continente está mostrando potencial y el progreso podría derivarse de lo que muchos consideran un sector altamente improbable: la manufactura. Inversionistas -muchos de los cuales son empresarios privados de China- están construyendo fábricas en todo África. 

Otros inversionistas de India, Sri Lanka y Bangladesh se están uniendo a la tendencia, mientras que compañías automotriz de Japón, Alemania y Corea del Sur han manifestado su intención de abrir plantas de ensamblaje en lugares como Etiopía, Tanzania y Ghana. Entretanto, el crecimiento general africano vislumbra un panorama impresionante. 
El Fondo Monetario Internacional pronostica que 6 de las 10 principales economías de más rápido crecimiento este año serán africanas:
La manufactura es solo un factor. También tienen gran relevancia la recuperación de los precios de los recursos naturales y la urbanización (que crea más demanda de servicios locales). 
Así las cosas, es probable que haya mucha más manufactura de lo que sugieren las estadísticas oficiales, dado que solo una pequeña parte de los trabajadores africanos está empleada en el sector formal.
Por ende, a pesar de una infinidad de desafíos políticos -una mezcla fragmentada de gobiernos, naciones frágiles con límites artificiales definidos por los imperios coloniales del pasado, guerras intermitentes y violencia, muchos países africanos estarían empezando desde abajo, a través del desgastado camino del crecimiento por manufactura que ya ha recorrido el mundo desarrollado. 
Entretanto, en el este y sudeste de Asia, países pobres como Vietnam y Bangladesh están abriendo fábricas a un ritmo aún más rápido. Aunque pocos pretenden que este proceso igualará el nivel de vida al de Europa o Japón en el futuro cercano, hay esperanza de que la industrialización global al menos aliviará la pobreza extrema.
No obstante, muchas personas, como el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz e investigadores de Brookings Institution, consideran que África y Asia del Sur no pueden seguir la estrategia que funcionó tan bien para Europa y el Lejano Oriente. 
Según ellos, la automatización hará que la manufactura masiva y trabajosa se torne obsoleta. Aluden a la reciente experiencia de países desarrollados donde el trabajo de manufactura ha disminuido en el espectro total de empleo en años recientes.
 Cuando las mejoras a la productividad superan la demanda de productos manufacturados -es decir, cuando la automatización crece más rápidamente que la producción- la cantidad de trabajadores empleados en las fábricas debe disminuir.
Ni siquiera China es inmune. Un nuevo artículo de los economistas Osea Giuntella y Tianyi Wang revela que las regiones con industrias más dispuestas ante el uso de robots industriales han evidenciado una mayor reducción del empleo y los salarios en años recientes. 
Sin embargo, China ya está industrializada; el verdadero peligro es para los países que aún son pobres. Stiglitz resalta que en África subsahariana, la manufactura representó un menor porcentaje del producto interno bruto en el año 2000 que en 1977 y solo ha aumentado levemente desde entonces. 
Un artículo de 2015 de Dani Rodrik, economista de Harvard, insiste en que una desindustrialización prematura ya está golpeando al mundo en desarrollo y declara que los "países se están quedando sin oportunidades de industrialización antes de lo previsto y en niveles de ingreso mucho más bajos en comparación con la experiencia de aquellos que se industrializaron en primera instancia".
Tanto Stiglitz como los investigadores de Brookings sugieren que África busque crecimiento en otros sectores. Recomiendan turismo, agricultura, exportación de recursos naturales y servicios de tecnología de la información; en pocas palabras, todo menos la manufactura. Sin embargo, la mayoría de estas sugerencias no entusiasman realmente. La agricultura tiende a automatizarse aún más rápido que la industria. La exportación de recursos naturales está relacionada con disfunción política y atrapan a un país en el punto más bajo de la cadena de valor. El turismo es interesante, pero no genera el tipo de mejoras a la productividad por aprendizaje que sí ofrece la manufactura.
No deberíamos descartar la manufactura tan rápidamente. El debilitamiento a largo plazo de la manufactura africana probablemente tiene más que ver con el fracaso de las políticas industriales y la planeación central de mediados del siglo XX que con la automatización. De hecho, sucedió en las décadas de 1970, 1980 y 1990, cuando los robots industriales aún no eran comunes y China y otros países de Asia adquirían rápidamente trabajos de manufactura. 
Ahora que países como Etiopía, Tanzania, Vietnam y Bangladesh se industrializan de manera más natural -a través de la integración en cadenas de suministro globales y no con esfuerzos impulsados por los gobiernos para sustituir la importación- parece improbable que se repita una desindustrialización como la del siglo XX.
Y aunque la manufactura no genere tanto empleo en los países pobres como antes, las fábricas igual pueden tener un impacto muy grande sobre el crecimiento general. Una razón es el efecto llamado multiplicadores locales. 
Cuando una ciudad o región exporta productos a otras regiones, el ingreso se gasta a nivel local, lo que crea una demanda adicional y empleos a proximidad. El economista Enrico Moretti, por ejemplo, ha descubierto que "por cada empleo adicional en la manufactura en una cierta ciudad, se crean 1,6 trabajos en el sector no comercial de la misma ciudad". 
Por ende, aunque la mayoría de los nuevos empleos en Etiopía, Tanzania o Bangladesh se generen en restaurantes, tiendas, salones de belleza etc., las fábricas siguen siendo muy útiles para crear estos empleos de servicio.
Así, los países pobres no deberían renunciar a la manufactura. Por el contrario, deben redoblar los esfuerzos. Deben atraer la inversión extranjera con infraestructura de calidad, una mejor educación y regulaciones optimizadas, y a la vez promover a empresarios locales con apoyo a la exportación. Puede que un día los robots cierren la puerta de la industrialización tradicional, pero a hoy la oportunidad aún está allí y se puede aprovechar.

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