OSAKA.- Los líderes del G-20 se reúnen este viernes y sábado en Osaka con el
reto de enviar un mensaje común sobre protección medioambiental y a
favor del libre comercio, una tarea dificultada por las brechas y roces
crecientes entre sus miembros.
La reunión anual del G-20 que acoge la
ciudad nipona de Osaka llega en un contexto de horas bajas para el
multilateralismo marcado por la guerra comercial entre China y EEUU y la
escalada de tensión en el Golfo Pérsico, y en el que el objetivo es
lograr un mínimo consenso posible, según admitió la presidencia japonesa
de turno.
“Estamos en un momento de cambio debido a la globalización, donde se
producen más conflictos entre países. Pero queremos mandar un mensaje
firme sobre la necesidad de ir unidos para afrontar esta situación”,
afirmó el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en una rueda de prensa
celebrada el miércoles.
“No vamos a enfatizar las discrepancias, sino que quiero tratar de
persuadir para que encontremos lo que tenemos en común”, dijo Abe, quien
avanzó como temas prioritarios para la cumbre el libre comercio, la
protección medioambiental y el cambio climático, las nuevas regulaciones
para el sector digital y la innovación.
La acumulación de plásticos en los océanos parece ser el único tema
sobre el que el grupo de los veinte puede alcanzar un acuerdo con cierto
contenido, durante una cumbre donde se espera más sustancia en citas
bilaterales como la que mantendrán el presidente estadounidense, Donald
Trump, y el chino Xi Jinping, entre otros líderes.
Abe confió en que “pueda haber un diálogo constructivo” entre las dos
primeras potencias mundiales, y también destacó la importancia para
todo el mundo de mantener “la paz y la estabilidad” en Oriente Medio.
Aunque la espiral de tensión entre Irán y EEUU no figura en la agenda
oficial, es previsible que este asunto forme parte de las discusiones
de los líderes de los países más desarrollados y los emergentes, entre
los cuales hay varios mandatarios con influencia en la región del Golfo
como Arabia Saudí y Rusia.
En materia económica, el cruce de medidas proteccionistas y amenazas
entre Estados Unidos y China dificulta que pueda haber una declaración
conjunta con “un mensaje común contundente” a favor del libre comercio,
tal y como aspira a lograr la presidencia nipona.
Parece poco viable que los líderes del G-20 pacten una declaración
que vaya más allá del ambiguo texto acordado en la reunión ministerial
de Finanzas celebrada en Fukuoka (sudoeste) los día 8 y 9, donde se
advertía de la “intensificación de las tensiones geopolíticas y
comerciales” sin mencionar ningún país en concreto.
Además de en los encuentros bilaterales, se esperan llamamientos en
defensa del libre comercio y del multilateralismo por parte del propio
Abe, del presidente francés Emmanuel Macron, de la canciller alemana
Angela Merkel, o de los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión
Europea, Donald Tusk y Jean-Claude Junker.
La misma fragmentación saldrá a relucir en lo referente al cambio
climático, un tema que podría ser mencionado en el texto de conclusiones
únicamente con una llamada a que cada país implemente sus compromisos
dentro del Acuerdo de París, marco que decidió abandonar unilateralmente
Estados Unidos.
También en materia medioambiental, Japón confía en que la cumbre
permita al menos acordar una estrategia coordinada contra la
contaminación con plásticos en los océanos, que sería la primera de este
tipo, según la presidencia nipona, aunque varios países del G-20 ya
cuentan con iniciativas en este sentido.
El plan propuesto se centra en el intercambio de información
científica y de buenas prácticas sobre reciclaje o gestión de residuos, y
deja a los países adoptar las medidas nacionales necesarias de forma
voluntaria, algo que ha sido tachado de insuficiente por organizaciones
ecologistas.
Pese a que el plan es más vago y menos ambicioso que medidas
adoptadas por ejemplo en la Unión Europea -donde se prohibirán ciertos
plásticos de un solo uso desde 2021-, la presidencia nipona defiende
este enfoque por ser “un primer paso hacia una respuesta global”, según
fuentes gubernamentales.
Japón, como país anfitrión de la cumbre, ha querido dar ejemplo con
la reciente aprobación de un plan nacional contra los residuos
plásticos, con acciones como promover el reciclaje y la sustitución de
dicho material por alternativas biodegradables.
Pero el archipiélago nipón dista de ser modélico en este tema, puesto
que se trata del segundo país del mundo que más residuos plásticos
genera por habitante tras Estados Unidos, según datos de Naciones
Unidas, y del segundo de Asia que más basura de este tipo exporta a
otras naciones, según un informe de Greenpeace.
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