WASHINGTON/MÉXICO.- El
presidente Donald Trump se congratuló el sábado por el acuerdo con
México sobre inmigración que evitó aplicarle aranceles a su vecino y en
la frontera el alivio fue palpable. Washington
y México alcanzaron la noche del viernes un acuerdo sobre imigración
como deseaba Trump que había para presionar a su vecino había esgrimido
su arma favorita; los aranceles.
"México
se esforzará mucho, y si lo hace, ¡este será un acuerdo muy exitoso
tanto para Estados Unidos como para México!", tuiteó Trump el sábado
antes de agradecer a su par mexicano Andrés Manuel López Obrador quien
por la noche era esperado por sus partidarios en Tijuana, ciudad
mexicano ubicada frente a la estadounidense San Diego.
Ese acto había sido convocado por López Obrador para "defender la dignidad" de México ante la amenaza arancelaria de Trump.
Después
de tres días de negociaciones en Washington, los dos países alcanzaron
un acuerdo sobre inmigración que suspendió los aranceles del 5% que
Trump amenazaba con imponer a México desde el lunes por considerar que
su vecino no hacia los necesario para frenar la inmigración ilegal a
Estados Unidos.
México se comprometió a adoptar "medidas enérgicas para detener la marea de la migración" a través del país.
"Esto se está haciendo para reducir o eliminar en gran medida la inmigración ilegal", celebró Trump.
Trump
dijo también que México "aceptó comenzar de inmediato a comprar grandes
cantidades de productos agrícolas a (los) grandes agricultores
patriotas" estadounidenses.
Pero
el diario The New York Times dijo el sábado que la mayoría de las
medidas anunciadas ya habían sido pactadas en negociaciones anteriores.
Trump
amenazaba con que los aranceles subirían 5 puntos porcentuales
mensualmente hasta un máximo del 25% el 1 de octubre a menos que México,
que exporta a Estados Unidos 350.000 millones de productos al año,
tomase acciones contra el paso de migrantes por la frontera de ambos
países.
Del
lado mexicano de la frontera, entre Tijuana y San Diego, las largas
filas de camiones que se veían en los últimos días han tendido a
desaparecer. Numerosas empresas se habían preparado para el aumento de
los aranceles y habían llenado sus depósitos.
"Si
las tarifas hubieran aumentado todos los precios lo habrían hecho",
dijo en el puesto fronterizo californiano de Otay Mesa, en San
Diego, Rafael Toledo.
Este
empleado de una empresa automovilística de 61 años se desplaza todos
los días a trabajar a Estados Unidos. "Ya no debo preocuparme, porque
todo se solucionó, ¿no es así?", dijo.
Más
lejos, Daniela Clark, una mexicana que visita a su familia del otro
lado de la frontera, se siente aliviada por el futuro de la empresa
familiar de exportación de aguacates. Si las tarifas aduaneras se
hubieran aplicado "nadie en Estados Unidos los hubiera comprado".
En el plano político, sin embargo, el acuerdo fue criticado tanto en Estados Unidos como en México.
"Los
migrantes sirven de moneda de cambio. Están criminalizando el fenómeno
migratorio. Van a militarizar la frontera y detener a mujeres y niñas",
dijo Luis Rey Villagrán, un activista que defiende los derechos de los
migrantes. Se está "pisoteando la soberanía nacional", agregó.
El líder del partido opositor PAN, Marko Cortés, fustigó también el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur.
"Parece
que los presidentes usaron el miedo de sus pueblos para llegar a un
acuerdo, México el económico y Estados Unidos el migratorio", tuiteó.
La
declaración común bilateral hace mención a "medidas sin precedentes"
tomadas por México, fundamentalmente el despliegue de su Guardia
Nacional.
"México
tomará medidas decisivas para desmantelar a las organizaciones de trata
y tráfico de personas, así como a sus redes ilícitas de transporte y de
financiamiento", señala el texto leído por el ministro de Relaciones
Exteriores del país latinoamericano, Marcelo Ebrard.
En
el curso de la semana, México ya había anunciado varias iniciativas
para calmar a su vecino del norte: el despliegue de 6.000 hombres para
impedir el tránsito de clandestinos, el congelamiento de las cuentas
bancarias de 26 presuntos tratantes de clandestinos, la deportación
hacia su país de un centenar de hondureños y la detención de militantes
de los derechos de los migrantes.
La
oposición demócrata estadounidense ve en este acuerdo una continuación
de la política antiinmigrantes que constituye el sello de Donald Trump
desde que se lanzó a la vida política en 2015.
Nancy
Pelosi, jefa de los demócratas en la Cámara de Representantes, deploró
las presiones ejercidas sobre un "amigo cercano y vecino" y evocó un
tema que los gobernantes estadounidenses han dejado deliberadamente de
lado: el de los derechos de los solicitantes de asilo.
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