HONG-KONG.- La adquisición por parte de Pekín de la atribulada entidad Baoshang Bank
ha revelado una sorprendente fragilidad. Algunas instituciones
financieras han reducido los préstamos entre sí como consecuencia de
ello, lo que ha llevado a los reguladores a inyectar liquidez y a
minimizar las amenazas de quitas en sus deudas.
Las autoridades parecían estar listas para actuar con dureza poco
después de asumir el control del banco a finales del mes pasado. Fuentes
consultadas dijeron a la revista financiera Caixin que los reguladores
podrían garantizar inicialmente tan sólo el 70% de las deudas
interbancarias de Baoshang con los grandes acreedores.
Este descuento
habría dado credibilidad real a las amenazas retóricas de permitir más
suspensiones de pagos -o incluso quiebras- de las entidades crediticias
más débiles con el fin de desalentar las inversiones negligentes.
Los
mercados parecieron interpretarlo así. Las instituciones que operan en
el vasto mercado interbancario de China comenzaron a endurecer los
requisitos de garantías para las contrapartes más pequeñas después del
rescate, y algunas dejaron de financiarlas por completo, según
informaciones difundidas por medios de comunicación.
Como resultado, se
ampliaron los diferenciales entre los certificados de depósito
negociables -instrumentos populares utilizados por los bancos para
contar con liquidez- de alta calificación y los de baja calificación y
los tipos de interés de estos últimos siguen siendo elevados.
En
algunos aspectos, Baoshang es un caso único. Formaba parte del
desafortunado conglomerado financiero Tomorrow Group, cuyo jefe Xiao
Jianhua desapareció en Hong Kong en 2017. Por lo tanto, Pekín puede
haber considerado que el contagio de la incautación sería limitado.
La
fuerte reacción, sin embargo, subrayó la poca confianza que existe entre
las instituciones financieras chinas una vez que se elimina el respaldo
implícito del Estado.
Aparentemente,
las autoridades dieron marcha atrás. Han consultado a intermediarios
financieros y gestores de fondos en busca de señales de estrés y han
instado a los ejecutivos a seguir proporcionando crédito a los
operadores más pequeños.
Intervinieron para proteger a los acreedores de
otro pequeño prestamista y aportaron liquidez al mercado interbancario
del país.
Los medios de comunicación estatales minimizaron la
probabilidad de pérdidas, subrayando que el 99,98% de los acreedores
institucionales de Baoshang habían sido totalmente reembolsados.
La
opinión generalizada es que China no puede tener un momento Lehman, es
decir, cuando el hundimiento de un banco individual desencadena una
crisis sistémica. El control del Estado sobre el sector y su voluntad de
intervenir lo hace improbable.
Sin embargo, el apoyo tácito
distorsiona la valoración de riesgos y la asignación de capital, razón
por la cual las autoridades han estado tratando de disuadir a los
inversores de asumir que los prestamistas frágiles están protegidos
contra las suspensiones de pagos.
Su intención original con
Baoshang puede haber sido encomiable, pero el resultado ha hecho que
siga casi igual de arraigado el denominado “riesgo moral”: la tendencia
de las entidades a asumir mayores riesgos cuando las posibles
consecuencias negativas no van a ser asumidas por ellas, sino por
terceros, es decir, por el Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario