domingo, 23 de junio de 2019

La intervención estatal en 'Baoshang' consolida el riesgo moral en la banca china

HONG-KONG.- La adquisición por parte de Pekín de la atribulada entidad Baoshang Bank ha revelado una sorprendente fragilidad. Algunas instituciones financieras han reducido los préstamos entre sí como consecuencia de ello, lo que ha llevado a los reguladores a inyectar liquidez y a minimizar las amenazas de quitas en sus deudas. 

Las autoridades parecían estar listas para actuar con dureza poco después de asumir el control del banco a finales del mes pasado. Fuentes consultadas dijeron a la revista financiera Caixin que los reguladores podrían garantizar inicialmente tan sólo el 70% de las deudas interbancarias de Baoshang con los grandes acreedores. 
Este descuento habría dado credibilidad real a las amenazas retóricas de permitir más suspensiones de pagos -o incluso quiebras- de las entidades crediticias más débiles con el fin de desalentar las inversiones negligentes.
Los mercados parecieron interpretarlo así. Las instituciones que operan en el vasto mercado interbancario de China comenzaron a endurecer los requisitos de garantías para las contrapartes más pequeñas después del rescate, y algunas dejaron de financiarlas por completo, según informaciones difundidas por medios de comunicación. 
Como resultado, se ampliaron los diferenciales entre los certificados de depósito negociables -instrumentos populares utilizados por los bancos para contar con liquidez- de alta calificación y los de baja calificación y los tipos de interés de estos últimos siguen siendo elevados.
En algunos aspectos, Baoshang es un caso único. Formaba parte del desafortunado conglomerado financiero Tomorrow Group, cuyo jefe Xiao Jianhua desapareció en Hong Kong en 2017. Por lo tanto, Pekín puede haber considerado que el contagio de la incautación sería limitado. 
La fuerte reacción, sin embargo, subrayó la poca confianza que existe entre las instituciones financieras chinas una vez que se elimina el respaldo implícito del Estado.
Aparentemente, las autoridades dieron marcha atrás. Han consultado a intermediarios financieros y gestores de fondos en busca de señales de estrés y han instado a los ejecutivos a seguir proporcionando crédito a los operadores más pequeños. 
Intervinieron para proteger a los acreedores de otro pequeño prestamista y aportaron liquidez al mercado interbancario del país. 
Los medios de comunicación estatales minimizaron la probabilidad de pérdidas, subrayando que el 99,98% de los acreedores institucionales de Baoshang habían sido totalmente reembolsados.
La opinión generalizada es que China no puede tener un momento Lehman, es decir, cuando el hundimiento de un banco individual desencadena una crisis sistémica. El control del Estado sobre el sector y su voluntad de intervenir lo hace improbable.
Sin embargo, el apoyo tácito distorsiona la valoración de riesgos y la asignación de capital, razón por la cual las autoridades han estado tratando de disuadir a los inversores de asumir que los prestamistas frágiles están protegidos contra las suspensiones de pagos.
Su intención original con Baoshang puede haber sido encomiable, pero el resultado ha hecho que siga casi igual de arraigado el denominado “riesgo moral”: la tendencia de las entidades a asumir mayores riesgos cuando las posibles consecuencias negativas no van a ser asumidas por ellas, sino por terceros, es decir, por el Estado.

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