miércoles, 5 de junio de 2019

Los socialdemócratas vencieron hoy en las legislativas realizadas en Dinamarca


COPENHAGUE.- Los socialdemócratas vencieron en las elecciones legislativas realizadas este miércoles en Dinamarca, impulsados por una marea "verde" y el hundimiento de la derecha anti inmigrantes, y el primer ministro presentará el jueves la renuncia de su gobierno.

Considerados ya favoritos desde los días previos a las elecciones, los socialdemócratas registraron una baja marginal con relación a su resultado de 2015 pero terminaron al frente del escrutinio con el 25,9% de los votos, de acuerdo con resultados ya prácticamente definitivos.
Además, se beneficiaron de un leve repunte de otros partidos aliados de la centroizquierda para conquistar en conjunto 91 de las 179 bancas del Parlamento.
Uno de esos aliados, el Partido Popular Socialista (considerado el principal partido ecologista de Dinamarca), duplicó su representación parlamentaria, con el 7,7% de los votos.
"Parece que los dinamarqueses han votado en favor de la esperanza, del clima, de los niños y del futuro", dijo la presidenta de los socialistas, Pia Olsen Dyhr.
En tanto, los partidos de la derecha aliados a los liberales del primer ministro Lars Løkke Rasmussen conquistarían 79 u 80 plazas, de acuerdo con las proyecciones.
"Ustedes han escogido una nueva mayoría", exclamó la máxima dirigente de los socialdemócratas, Mette Frederiksen, quien pasó ahora a ser considerada probable futura Primera Ministra.
En la noche del miércoles, el propio primer ministro Rasmussen admitió la derrota en las elecciones y adelantó que el jueves presentaría la dimisión de todo su gobierno.
El Partido Liberal, de Rasmussen, gobernó Dinamarca en 14 de los últimos 18 años, y las elecciones del miércoles tuvo un excelente desempeño con el 23,4% de los votos, pero sus aliados de la derecha se hundieron.
"Hemos hecho una muy buena elección, pero habrá una alternancia", reconoció Rasmussen ante sus seguidores, al admitir la derrota ante los socialdemócratas.
No obstante, Rasmussen adelantó que caso Frederiksen fracase en formar un nuevo gobierno, los liberales buscarán un acuerdo con los partidos del centro para mantenerse en el poder.
Durante la campaña, Rasmussen alardeó de su balance económico (crecimiento robusto, cuentas públicas saneadas, casi el pleno empleo), pero se ha visto lastrado por la caída de sus aliados de derecha y el hundimiento del Partido Popular Danés (DF).
Este partido, euroescéptico y antiinmigración, habría sufrido un revés más importante que el anunciado en las encuestas, al perder más de la mitad de sus escaños en el Folketing, el Parlamento danés.
Estos resultados muestran una clara victoria de la izquierda, teniendo en cuenta además una elevada participación, a más de 90% a una hora del cierre de los comicios. En 2015, 85,9% de los electores votaron.
Los socialdemócratas,que rechazaron los llamados del primer ministro liberal para formar un gobierno entre los dos bloques, podrían colaborar con la derecha en las cuestiones migratorias, y con la izquierda en otros asuntos.
No obstante, la fragmentación del escenario político podría forzarlos a establecer alianzas más permanentes y no solamente temáticas, para garantizar la estabilidad del nuevo gobierno.
Pero esta defensa del papel del Estado viene aparejada a la continuidad de una política restrictiva para extranjeros, como fue definida por el Partido Popular Danés (DF).
El DF es central en la política danesa desde 2001 y ha pagado un alto precio por su apoyo a los gobiernos liberales en la pequeña monarquía parlamentaria de 5,8 millones de personas, el 10% de las cuales nacieron en el extranjero.
Segundo partido más importante en las elecciones de 2015, con el 21,1% de los votos, el DF había conseguido la presidencia del Parlamento. Pero ahora es visto como un partido "del sistema", institucionalizado, que ya no responde a las exigencias de sus electores más radicales.
Y más teniendo en cuenta que, bajo el mando de Mette Frederiksen, los socialdemócratas se han plegado a un política de austeridad migratoria.
El año pasado, la dirigente propuso devolver a todos los migrantes "no occidentales" a campamentos en África, mientras esperaban el tratamiento de su solicitud de asilo.
"Con su línea dura sobre los extranjeros, Mette Frederiksen ha anestesiado al DF", considera la analista Anja Westphal, de la televisión pública DR.

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