LA HABANA.- El Gobierno cubano rechazó este
martes y vaticinó el fracaso de las medidas anunciadas por EE.UU., que
restringirá aún más los viajes de sus ciudadanos a la isla, adonde ya no
podrán llegar en crucero ni bajo la popular categoría de visita
cultural y educativa conocida como "people to people".
"Rechazo
enérgicamente el anuncio de EE.UU. de nuevas sanciones contra Cuba que
restringen los viajes de estadounidenses y endurecen el bloqueo.
Pretenden asfixiar la economía y dañar el nivel de vida de los cubanos
para arrancarnos concesiones políticas", escribió en Twitter el ministro
cubano de Exteriores, Bruno Rodríguez.
Y apostilló: "Fracasarán otra vez".
Esta
es la primera reacción de Cuba a las nuevas sanciones difundidas por el
Departamento de Estado de EE.UU., que previsiblemente tendrán un alto
impacto en la economía cubana, ya de por sí inmersa en la peor crisis de
la última década.
EE.UU. anunció este martes que "no
permitirá las visitas a Cuba a través de embarcaciones de pasajeros y
embarcaciones recreativas, incluidos cruceros y yates, así como aviones
privados y corporativos".
La prohibición asesta un
golpe al sector turístico de la isla, que es la segunda fuente de
ingreso de divisas del Estado cubano, solo precedido por la exportación
de servicios profesionales.
Según cifras del
Ministerio cubano de Turismo, en el primer cuatrimestre de este año
EE.UU. era el segundo mercado emisor de visitantes a Cuba, con 257.500
visitantes hasta abril para un crecimiento interanual de 93,5 %, pese a
que legalmente los estadounidenses no tienen permitido viajar a la isla
como turistas.
De esos viajeros, el 55 % llegó al país en crucero, una modalidad que creció el 48 % respecto al año anterior.
Aunque
las nuevas medidas buscan dañar al Gobierno cubano, es de esperar que
también afecten con dureza al emergente sector privado, ya que muchos de
los emprendedores que trabajan por cuenta propia en la isla habían
enfocado sus negocios en la oferta de servicios para los turistas.
En
torno al puerto de La Habana, al que hasta ahora llegaban a diario
enormes cruceros con miles de turistas, ha medrado una floreciente
industria operada por particulares que ofrece desde artesanías a
recorridos culturales, propuestas gastronómicas y los populares paseos
en coches clásicos descapotables de vivos colores.
El
primer crucero en arribar a Cuba en más de cincuenta años fue el
"Adonia", de la compañía Fathom (filial de la empresa Carnival), que
atracó en el puerto de La Habana el 2 de mayo de 2016 con 704 pasajeros a
bordo.
Además de prohibir la llegada de sus
nacionales en embarcaciones y aviones (privados o corporativos pero no
comerciales), el Departamento de Estado también eliminó la categoría de
viajes culturales y educativos de contacto con el pueblo cubano,
conocidos en inglés como "people to people" y que habían permitido a
miles de personas visitar la isla desde el deshielo iniciado en 2014.
Los
vuelos comerciales regulares, que se reanudaron en 2016 tras más de
medio siglo, podrán seguir operando entre los dos países.
El
Gobierno de Donald Trump alega que las nuevas restricciones buscan
hacer frente al "papel desestabilizador" de Cuba en Latinoamérica,
especialmente por su apoyo al presidente venezolano, Nicolás Maduro, y
su homólogo nicaragüense, Daniel Ortega.
Desde que
llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, Trump ha endurecido la política
hacia Cuba con reducciones del personal diplomático, la activación de
una ley que permite demandas en tribunales estadounidenses por bienes
expropiados tras la Revolución y sanciones a los hoteles de la isla,
aumentando el alcance del embargo económico y comercial.
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