BUCAREST.- El sueldo medio de los rumanos se ha disparado en más del
50 % en los últimos dos años y medio, lo que ha contribuido a que
Rumanía sea una de las economías europeas de mayor expansión, si bien el
crecimiento del PIB es considerado frágil, con la inflación y el
déficit público al alza.
Los expertos alertan de los múltiples riesgos de una coyuntura favorecida por el
consumo interno, pero, sin una mejora de la capacidad productiva,
dependiente cada vez más de las importaciones.
"La gente se ha visto con sueldos más altos y ha
empezado a gastar más", explica el economista Dan Popa sobre la
principal razón de la expansión económica de este país balcánico, que
fue del 7 % en 2017, del 4,1 % el año pasado y se prevé del 3,3 % en
2019.
Desde que asumió el poder en enero de 2017, el
Ejecutivo del Partido Social Demócrata (PSD) -atacado por la oposición y
blanco de masivas protestas en la calle debido a sus polémicas reformas
del sistema judicial, también criticadas por Bruselas- ha aprobado tres
tandas de incrementos salariales y planifica una cuarta para 2020.
Cuando los socialdemócratas empezaron a gobernar, el sueldo mínimo
interprofesional (SMI) se situaba en 1.450 lei (unos 320 euros al cambio
de entonces). Ahora es de 2.080 lei (más de 440 euros al cambio
actual).
Este nivel, si bien sigue lejano al de los
socios occidentales de la Unión Europea (UE), supone un aumento del 43,4
por ciento (37,5 % en euros) y alcanza por primera vez el de vecinos
que entraron antes en el bloque, como Hungría, República Checa o
Polonia.
Las subidas a los salarios de los
funcionarios públicos, también aprobadas por ley, "en algunos sectores
han sido de entre el 20 % y el 25 %", recuerda Popa.
Como resultado de estas medidas, el sueldo medio ha aumentado en un 55
%: según el Instituto Nacional de Estadística, el salario medio bruto
pasó de 3.256 lei (715 euros) a 5.050 lei (1.070 euros) entre 2017 y
2019 (de marzo a marzo).
Pero el entusiasmo del
gabinete de la primera ministra, Viorica Dancila, por el saludable y
sostenido crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) no es compartido
por el mundo financiero.
Así, las alarmas han sonado
para los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) enviados en
una misión para evaluar la situación sobre el terreno, que concluye este
7 de junio.
"La delegación del FMI ha expresado su
preocupación ante los desequilibrios políticos y fiscales y ante la
política expansionista del Gobierno", asegura un economista y
exministro rumano que participó en las reuniones del Fondo.
"Han destacado el problema del déficit presupuestario y del déficit por
cuenta corriente y han expresado inquietud por la falta de
predictibilidad y estabilidad, que afecta a las inversiones del sector
privado", agrega la fuente, que pide el anonimato.
La
creciente demanda de productos de consumo no se ha correspondido con un
aumento de la oferta, lo que ha provocado una subida continuada de los
precios.
El pasado mes, el Banco Nacional de Rumanía
corrigió al alza en 1,2 puntos porcentuales, del 3 % al 4,3 %, su
pronóstico sobre la tasa de inflación para 2019.
Esta
institución ha advertido de la fragilidad de un crecimiento construido
sobre el consumo alentado por subidas salariales impuestas por ley, que
impulsa las importaciones.
Como la capacidad
productiva no ha aumentado y en ocasiones se ha visto afectada por la
subida de salarios, se ha producido deterioro del déficit por cuenta
corriente, que ha subido hasta el 5,2 % del PIB este año, desde el 4,7 %
de 2018, según los datos de la Comisión Europea (CE) publicado en mayo.
Bruselas alertó también de que, según sus previsiones, el déficit
público rumano superará este año en medio punto porcentual el límite
máximo del 3 % del PIB fijado por los criterios de convergencia del
Tratado de Maastricht.
Pese a estas advertencias, el
gobernante PSD, que espera ganar las elecciones presidenciales de
finales de este año y las legislativas de 2020, ha prometido una nueva
subida del SMI, del 10 %, para el próximo enero.
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