PANAMÁ.- El
empresario socialdemócrata Laurentino Cortizo juró este lunes su cargo
como presidente de Panamá, con la economía en franca desaceleración y
con el reto de sacar al país de las listas internacionales de lavado de
dinero para atraer inversión extranjera y deshacerse del estigma de
paraíso fiscal.
Cortizo,
de 66 años, llega al poder tras ganar por estrecho margen las
elecciones de mayo al derechista Rómulo Roux, "delfín" del detenido
expresidente Ricardo Martinelli.
Sustituye
a Juan Carlos Varela, quien dejó la presidencia con baja popularidad
debido a la desaceleración económica y al descontento social por la
sensación de corrupción generalizada.
Durante
su discurso Cortizo anunció que este mes creará una unidad especial que
"coordinará todas las acciones para sacar y mantener a Panamá fuera de
las listas y consolidarnos como el mejor centro de negocios, servicios y
logística de América Latina".
"Este
es un nuevo comienzo, rescatar Panamá", sentenció. Y de inmediato
advirtió: "Nuestro país ha sido irrespetado y maltratado. Hasta aquí.
Hasta hoy".
Ante
la ralentización de la economía -el Producto Interno Bruto cayó de 6,2%
a 3,1% en cinco años- se ha puesto como reto clave una mejora de la
imagen exterior del país para obtener mayor inversión extranjera y crear
empleo.
Cortizo
asume las riendas de uno de los países más desiguales del mundo, con un
desempleo de 6% y donde casi la mitad de los trabajos son informales.
Eso
pese a que la inversión extranjera directa fue de casi 24.000 millones
de dólares entre 2014 y 2018, el doble que en el quinquenio anterior.
La
tarea de lavado de cara no parece fácil. El país centroamericano
protagonizó en 2016 el escándalo de los Papeles de Panamá, una
investigación que reveló cómo desde un bufete de abogados local se
crearon infinidad de sociedades opacas, algunas de las cuales habrían
sido utilizadas por personalidades de todo el mundo para evadir
impuestos o lavar dinero.
Con
un canal interoceánico -por el que pasa el 5% del comercio marítimo
mundial- puertos y numerosos casinos, centros comerciales y rascacielos,
Panamá es acusado con frecuencia de ser un paraíso fiscal y aparece en
distintas listas internacionales.
Panamá
permanece en la nómina de paraísos que elabora Francia, aunque fue
excluida de las listas de la Unión Europea y la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Y
ahora el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), institución
global contra el blanqueo de capitales, reingresó al país a su lista
gris de no colaboradores en la lucha contra el lavado de dinero y
financiación del terrorismo.
Aparecer
en esos listados supone un obstáculo para atraer inversiones, ya que
las empresas o particulares pueden ser penalizados en sus países de
origen.
También
podría suponer el abandono de corresponsalías bancarias o el incremento
del costo de los créditos para el usuario, según expertos.
"No
es correcto para un centro bancario financiero internacional estar en
este tipo de listas. Esta situación debe ser enmendada", indicó
Carlos Barsallo, presidente de Transparencia Internacional en Panamá.
En
los últimos años el gobierno aceleró reformas para blindar su sistema
financiero, penalizar la evasión fiscal con cárcel e intercambiar
información bajo parámetros de la OCDE, sin evitar que organismos
internacionales sigan mirando con lupa.
"La
aplicación de la normativa probablemente no ha sido siempre efectiva y
transparente. El problema de fondo es la corrupción", dijo Carlos
Guevara-Mann, profesor de Relaciones Internacionales de la Florida State
University en su sede panameña.
"Lo hecho no es suficiente. Tenemos que hacer un autoexamen y ver por qué estamos en estas listas", afirmó Barsallo.
Sin
embargo, enfrentará la oposición de algunos sectores, que acusaron
incluso al gobierno saliente de "ceder" soberanía a la OCDE o a GAFI.
Rechazan las reformas bajo el argumento de un supuesto "ataque"
internacional para acabar con el centro bancario panameño.
"No
creo que el próximo gobierno se enfrente a la OCDE o al GAFI. Creo que
continuará la política de tratar de hacerles ver a esos organismos que
Panamá se ajusta a sus parámetros", afirmó Guevara-Mann.
"Una cosa es estar en la supuesta oposición (...) y otra es estar en el gobierno, enfrentando presiones e influencias", añadió.
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