miércoles, 3 de julio de 2019

Con Christine Lagarde, el BCE entra en terreno desconocido

PARÍS/WASHINGTON.- Christine Lagarde no proviene de los círculos bancarios y ni siquiera es economista de formación, pero al frente del Banco Central Europeo (BCE) tendrá que dirigir la entidad y su política monetaria con gran delicadeza.

Los dirigentes europeos eligieron a Lagarde, que se ha curtido como directora gerente del Fondo Monetario Internacional, para suceder al italiano Mario Draghi a partir de noviembre.
Con esta decisión, la veterana funcionaria francesa de 63 años pasa a dar algo más de peso a las mujeres en una institución cuyo consejo de gobernadores solo cuenta con 2 mujeres por 23 hombres.
Lagarde, ex abogada especialista en derecho empresarial y exministra francesa, pasó por delante de sesudos expertos en política monetaria.
A su favor cuenta su experiencia en la dura crisis financiera de 2008. Lagarde se ganó "el respeto de los economistas que trabajaron con ella en el FMI" aunque "no está formada en el mismo molde que los otros banqueros centrales" del consejo director, constata Quincy Krosby, estratega de la firma Prudential Financial.
Conocida por sus capacidades políticas, oratorias y por su facilidad de trato entre ministros y presidentes, Lagarde se desmarca del carácter "solitario" de Mario Draghi, destaca Carsten Brzeski, economista de ING.
Draghi, que ha dirigido el BCE desde 2011, "siempre dio la impresión que podía recitar de memoria todos y cada uno de los componentes de la actividad económica, incluso si le llamaban de madrugada", ironiza Brzeski.
Pero el banquero italiano también era capaz de sorprender a propios y extraños con declaraciones inesperadas, como el discurso de 2012 en el que advirtió que haría "todo lo que sea necesario" para salvar al euro, así como su reciente declaración pública de mediados de junio que evocaba un nuevo recorte de las tasas de interés o de compra de deuda.
Lagarde siempre ha defendido la política de Draghi, que llevó los tipos de interés del BCE a mínimos históricos, y que impulsó la compra de activos privados y públicos por valor de 2,6 billones de euros entre 2015 y finales de 2018.
"Es igual de 'paloma' que Draghi" juzga Capital Economics, es decir, que si hace falta, Lagarde es decidida partidaria de estimular activamente la economía, frente a la política restrictiva de "halcones" como el presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, que no logró ser elegido al frente del BCE.
Los especialistas calculan, por lo tanto, que Lagarde proseguirá la política suave de Draghi, bajando aún más el costo del crédito y comprando más deuda, para reanimar una coyuntura europea afectada por las tensiones proteccionistas.
Sin embargo, el BCE tiene "menos margen de maniobra" que la Reserva Federal estadounidense, que tiene unas tasas de interés más altas, destacan los estrategas del banco UBS.
Lagarde tendrá que esforzarse de convencer a los 19 presidentes de los bancos centrales de la zona euro. Su capacidad de generar consensos será analizada minuciosamente, explica Andrea Ianelli, director de inversiones de deuda de Fidelity International.
Su experiencia en el FMI puede resultar clave en otro frente de batalla: las negociaciones sobre la política presupuestaria europea, o las reformas estructurales.
"La esperanza es que consiga arrastrar a Berlín hacia una política presupuestaria más 'proactiva'" añade Frederik Ducrozet, estratega de Pictet Wealth Management.

El FMI forzado a escoger un reemplazante de Lagarde

El reacomodo de las posiciones de liderazgo en Europa fuerza ahora al mundo de las finanzas a encontrar un nuevo conductor del Fondo Monetario Internacional (FMI) dos años antes de lo previsto.
Tras ser nominada el martes para conducir el Banco Central Europeo (BCE) la francesa Christine Lagarde se apartó de su cargo de directora gerente del FMI al que llegó en 2011 para restaurar el orden económico mundial tras el terremoto de la crisis global.
Pero el resultado de la búsqueda de su sucesor seguramente terminará en un europeo, como ha ocurrido siempre desde la creación del FMI tras la Segunda Guerra Mundial.
Mientras grandes economías emergentes claman por estar mejor representadas en los organismos rectores de las finanzas mundiales, este año la opción fue escoger al estadounidense David Malpass para conducir el Banco Mundial (BM), entidad hermana del FMI.
La designación de Malpass mostró que sigue vigente la regla no escrita del FMI liderado por un europeo y el BM por un estadounidense.
"La facilidad con que Estados Unidos preservó el duopolio, significa que los europeos definitivamente querrán mantener sus manos" en el FMI, dijo el ex funcionario del Tesoro de Estados Unidos Mark Sobel.
Un funcionario de Francia coincidió: "tendrá que ser un europeo", dijo.
Cinco de los 11 jefes del FMI han sido franceses y son los que han permanecido más tiempo al frente de la entidad de casi 75 años.
Entre los posibles sucesores de Lagarde se menciona al jefe del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, al político francés Pierre Moscovici y a Mark Carney, un canadiense que tiene también las ciudadanías británica e irlandesa y que el año que viene terminará su mandato al frente del Banco de Inglaterra.
Otra posibilidad es la búlgara Kristalina Georgieva, ejecutiva del BM al que dirigió interinamente antes de la designación de Malpass.
Las economías avanzadas fueron el epicentro de la crisis mundial de 2008 tras la cual los líderes del Grupo de los 20 admitieron que grandes economías en desarrollo como China, India y Brasil tuvieran más representación los organismos multilaterales; incluyendo puestos de conducción.
Pero cuando el principal cargo del FMI quedó abierto en 2011 tras el escándalo sexual que derribó al francés Dominique Strauss Kahn, los países europeos se apartaron de esa idea. Con la crisis aún a la vuelta de la esquina y con Grecia literalmente en llamas, los europeos consideraron que no era momento de ceder las riendas del FMI.
Los países emergentes denunciaron entonces lo que consideraban una hipocresía. Empero no lograron unirse detrás de la candidatura del mexicano Agustín Carstens, lo cual dejó el camino libre para Lagarde.
Cuando este año se abrió el puesto de jefe del BM, no hubo otro nombre más que el propuesto por Estados Unidos.
"Mi visión es que debería haber sido abierto a todo el mundo", dijo Sobel. Pero los emergentes "no aprovecharon la oportunidad".
Con 16,5% de los votos, Estados Unidos tiene poder de veto en el FMI al igual que los 28 países de la UE que juntos acumulan 21% aún cuando están dispersos en diferentes bloques.
La junta del FMI se integra con 24 directores que representan a los 189 miembros de la entidad. Solo Estados Unidos, Japón (6,2% de los votos) y China (6,1%) se representan exclusivamente a sí mismos.
Antes de la salida de Lagarde, Carstens dijo la semana pasada a la AFP que era "urgente" reformar al FMI para dar más voz a los emergentes y así aumentar la legitimidad del organismo.
"Si estuvieran representados, le darían más legitimidad a los consejos que da el Fondo", dijo. "Creo que la reforma es urgente y espero que podamos movernos rápidamente en esa dirección", añadió.
En principio, la junta del FMI tiene un proceso de selección abierto y basado en méritos para escoger a su director gerente y acepta nominaciones de cualquier país miembro.

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