PARÍS/WASHINGTON.- Christine Lagarde no
proviene de los círculos bancarios y ni siquiera es economista de
formación, pero al frente del Banco Central Europeo (BCE) tendrá que
dirigir la entidad y su política monetaria con gran delicadeza.
Los
dirigentes europeos eligieron a Lagarde, que se ha curtido como
directora gerente del Fondo Monetario Internacional, para suceder al
italiano Mario Draghi a partir de noviembre.
Con esta decisión, la veterana funcionaria francesa de 63
años pasa a dar algo más de peso a las mujeres en una institución cuyo
consejo de gobernadores solo cuenta con 2 mujeres por 23 hombres.
Lagarde,
ex abogada especialista en derecho empresarial y exministra francesa,
pasó por delante de sesudos expertos en política monetaria.
A su
favor cuenta su experiencia en la dura crisis financiera de 2008.
Lagarde se ganó "el respeto de los economistas que trabajaron con ella
en el FMI" aunque "no está formada en el mismo molde que los otros
banqueros centrales" del consejo director, constata Quincy Krosby,
estratega de la firma Prudential Financial.
Conocida por sus
capacidades políticas, oratorias y por su facilidad de trato entre
ministros y presidentes, Lagarde se desmarca del carácter "solitario" de
Mario Draghi, destaca Carsten Brzeski, economista de ING.
Draghi,
que ha dirigido el BCE desde 2011, "siempre dio la impresión que podía
recitar de memoria todos y cada uno de los componentes de la actividad
económica, incluso si le llamaban de madrugada", ironiza Brzeski.
Pero el banquero italiano
también era capaz de sorprender a propios y extraños con declaraciones
inesperadas, como el discurso de 2012 en el que advirtió que haría "todo
lo que sea necesario" para salvar al euro, así como su reciente
declaración pública de mediados de junio que evocaba un nuevo recorte de
las tasas de interés o de compra de deuda.
Lagarde siempre ha
defendido la política de Draghi, que llevó los tipos de interés del BCE a
mínimos históricos, y que impulsó la compra de activos privados y
públicos por valor de 2,6 billones de euros entre 2015 y finales de
2018.
"Es igual de 'paloma' que Draghi" juzga Capital Economics,
es decir, que si hace falta, Lagarde es decidida partidaria de
estimular activamente la economía, frente a la política restrictiva de
"halcones" como el presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, que
no logró ser elegido al frente del BCE.
Los especialistas
calculan, por lo tanto, que Lagarde proseguirá la política suave de
Draghi, bajando aún más el costo del crédito y comprando más deuda, para
reanimar una coyuntura europea afectada por las tensiones
proteccionistas.
Sin embargo, el BCE
tiene "menos margen de maniobra" que la Reserva Federal estadounidense,
que tiene unas tasas de interés más altas, destacan los estrategas del
banco UBS.
Lagarde tendrá que
esforzarse de convencer a los 19 presidentes de los bancos centrales de
la zona euro. Su capacidad de generar consensos será analizada
minuciosamente, explica Andrea Ianelli, director de inversiones de deuda
de Fidelity International.
Su experiencia en el FMI puede
resultar clave en otro frente de batalla: las negociaciones sobre la
política presupuestaria europea, o las reformas estructurales.
"La esperanza es que consiga arrastrar a Berlín hacia una
política presupuestaria más 'proactiva'" añade Frederik Ducrozet,
estratega de Pictet Wealth Management.
El FMI forzado a escoger un reemplazante de Lagarde
El reacomodo de las
posiciones de liderazgo en Europa fuerza ahora al mundo de las finanzas a
encontrar un nuevo conductor del Fondo Monetario Internacional (FMI)
dos años antes de lo previsto.
Tras ser nominada el martes para
conducir el Banco Central Europeo (BCE) la francesa Christine Lagarde se
apartó de su cargo de directora gerente del FMI al que llegó en 2011
para restaurar el orden económico mundial tras el terremoto de la crisis
global.
Pero el resultado de la búsqueda de su sucesor seguramente
terminará en un europeo, como ha ocurrido siempre desde la creación del
FMI tras la Segunda Guerra Mundial.
Mientras grandes economías
emergentes claman por estar mejor representadas en los organismos
rectores de las finanzas mundiales, este año la opción fue escoger al
estadounidense David Malpass para conducir el Banco Mundial (BM),
entidad hermana del FMI.
La designación de Malpass mostró que
sigue vigente la regla no escrita del FMI liderado por un europeo y el
BM por un estadounidense.
"La facilidad con que Estados Unidos
preservó el duopolio, significa que los europeos definitivamente querrán
mantener sus manos" en el FMI, dijo el ex funcionario del
Tesoro de Estados Unidos Mark Sobel.
Un funcionario de Francia coincidió: "tendrá que ser un europeo", dijo.
Cinco
de los 11 jefes del FMI han sido franceses y son los que han
permanecido más tiempo al frente de la entidad de casi 75 años.
Entre
los posibles sucesores de Lagarde se menciona al jefe del Banco de
Francia, François Villeroy de Galhau, al político francés Pierre
Moscovici y a Mark Carney, un canadiense que tiene también las
ciudadanías británica e irlandesa y que el año que viene terminará su
mandato al frente del Banco de Inglaterra.
Otra posibilidad es la
búlgara Kristalina Georgieva, ejecutiva del BM al que dirigió
interinamente antes de la designación de Malpass.
Las
economías avanzadas fueron el epicentro de la crisis mundial de 2008
tras la cual los líderes del Grupo de los 20 admitieron que grandes
economías en desarrollo como China, India y Brasil tuvieran más
representación los organismos multilaterales; incluyendo puestos de
conducción.
Pero cuando el principal cargo del FMI quedó abierto
en 2011 tras el escándalo sexual que derribó al francés Dominique
Strauss Kahn, los países europeos se apartaron de esa idea. Con la
crisis aún a la vuelta de la esquina y con Grecia literalmente en
llamas, los europeos consideraron que no era momento de ceder las
riendas del FMI.
Los países emergentes denunciaron entonces lo que
consideraban una hipocresía. Empero no lograron unirse detrás de la
candidatura del mexicano Agustín Carstens, lo cual dejó el camino libre
para Lagarde.
Cuando este año se abrió el puesto de jefe del BM, no hubo otro nombre más que el propuesto por Estados Unidos.
"Mi visión es que debería haber sido abierto a todo el mundo", dijo Sobel. Pero los emergentes "no aprovecharon la oportunidad".
Con
16,5% de los votos, Estados Unidos tiene poder de veto en el FMI al
igual que los 28 países de la UE que juntos acumulan 21% aún cuando
están dispersos en diferentes bloques.
La junta del FMI se integra
con 24 directores que representan a los 189 miembros de la entidad.
Solo Estados Unidos, Japón (6,2% de los votos) y China (6,1%) se
representan exclusivamente a sí mismos.
Antes de la salida de
Lagarde, Carstens dijo la semana pasada a la AFP que era "urgente"
reformar al FMI para dar más voz a los emergentes y así aumentar la
legitimidad del organismo.
"Si estuvieran representados, le darían
más legitimidad a los consejos que da el Fondo", dijo. "Creo que la
reforma es urgente y espero que podamos movernos rápidamente en esa
dirección", añadió.
En principio, la junta del FMI tiene un
proceso de selección abierto y basado en méritos para escoger a su
director gerente y acepta nominaciones de cualquier país miembro.
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