WASHINGTON.- En
la reunión del Grupo de los 20 en Japón, líderes que podrían ser
rechazados en tales cumbres multilaterales fueron el foco de la
atención, el humor y el respeto del presidente de Estados Unidos, Donald
Trump.
Del
líder de Turquía dijo que es un "hueso duro de roer" y al príncipe
heredero de Arabia Saudita lo llamó un "amigo" que ha hecho un "trabajo
espectacular". Trump dijo que tuvo una "tremenda discusión" con el ruso
Vladimir Putin. El presidente de china, Xi Jinping, fue "uno de los
grandes líderes en 200 años".
Luego,
el domingo, Trump se convirtió en el primer presidente de EE.UU. en
funciones en pisar Corea del Norte, un día después emitir una invitación
sorpresa a través de Twitter a Kim Jong Un para reunirse con él en la
Zona Desmilitarizada, la frontera fortificada entre el Norte y el Sur.
Lo que fue planeado como un apretón de manos y una breve conversación se
convirtió en una cumbre no programada de más de una hora.
Los
encuentros marcaron un bienvenido y largamente buscado regreso para
Putin y Mohammed bin Salman, de Arabia Saudita, que de otro modo han
sido objeto de sanciones, aislamiento y oprobio por parte del gobierno
de Estados Unidos. Todos salieron ganando con el intercambio, ya sea
algo concreto, como concesiones comerciales, o más difuso, como
legitimidad y respeto.
"Esta
reunión del G20 ha sido menos sobre las economías más grandes del mundo
y más sobre unas pocas economías con políticas no liberales que tienen
influencia en la economía más grande del mundo: EE.UU.", asegura Karen
Young, académica en American Enterprise Institute. "Tanto Rusia como
Arabia Saudita han usado la conferencia para demostrar su capacidad de
captar la atención y los elogios de Trump".
La
especial cordialidad fue un cambio radical respecto a la anterior
cumbre del G20 en Buenos Aires en noviembre. En ese entonces, el equipo
de Trump canceló una reunión con Putin sobre la captura de 24 marineros
ucranianos por parte de Rusia en un enfrentamiento naval en el Mar
Negro. También rechazó una reunión formal con el príncipe Mohammed por
el asesinato del columnista estadounidense Jamal Khashoggi en el
consulado del reino en Estambul.
Desde
entonces, Putin no ha liberado a los marineros ucranianos, y una
experta de Naciones Unidas asignada a investigar la muerte de Khashoggi
ha dicho que el posible rol del Príncipe Mohammed debe ser investigado.
El
presidente de EE.UU. los trató amablemente de todos modos. Después de
reunirse con Putin, Trump dijo a reporteros que el líder ruso era una
"persona estupenda". También defendió al príncipe heredero en una
conferencia de prensa, declarando que "nadie, hasta ahora, ha señalado
directamente al futuro rey de Arabia Saudita", pasando por alto tanto el
informe de la ONU como la evaluación de inteligencia de EE.UU. de que
el Príncipe Mohammed aprobó el asesinato.
Trump
parece no darse cuenta de las desventajas de su enfoque. La principal
de ellas: los líderes extranjeros se sienten animados a seguir su
estrategia, ahora probada, de burlar al resto del gobierno de EE.UU. y
apelar directamente al presidente.
"Envía
el mensaje equivocado", dijo el senador republicano Mitt Romney, de
Utah, el candidato presidencial del partido en 2012, en un tuit.
En
su conferencia de prensa, Trump presentó una defensa extraordinaria del
plan del presidente turco Recep Tayyip Erdogan de comprar un sistema de
misiles antiaéreo ruso, en desafío a EE.UU. y la OTAN. Trump afirmó de
manera inexacta que su antecesor, Barack Obama, se había negado a vender
el sistema de misiles estadounidense Patriot al gobierno de Erdogan.
"Honestamente, no es realmente culpa de Erdogan", dijo.
En
realidad, EE. UU. ha ofrecido repetidamente vender el sistema Patriot a
Turquía desde 2013, pero Erdogan ha buscado una transferencia de
tecnología con el acuerdo de modo que pueda desarrollar y producir sus
propios misiles. Estados Unidos se ha reusado.
Funcionarios
estadounidenses han expresado en privado su frustración por el hecho de
que el enfoque del presidente esté complicando su capacidad para
obtener concesiones de Turquía y lograr que Erdogan renuncie al sistema
ruso S-400. Pero Erdogan ha calculado que Trump anulará cualquier
esfuerzo por parte de la administración o el Congreso para sancionar a
Ankara si continúa con la compra.
Cuando
le preguntaron repetidamente en una reunión con Erdogan si procedería
con las sanciones, Trump no respondió directamente. "Lo estamos viendo",
dijo.
Un
líder autoritario que no estuvo en el evento también gozó del respaldo
de Trump. Antes de dejar el G20 para una parada en Corea del Sur, Trump
se ofreció a reunirse con Kim en la Zona Desmilitarizada, aparentemente
solo por el gran espectáculo. Después de la cumbre el domingo, Trump
anunció la reanudación de las conversaciones sobre el programa nuclear
de Corea del Norte.
Los
líderes norcoreanos han anhelado una reunión con un líder
estadounidense durante décadas para legitimar su propio gobierno y,
paralelamente, sus ambiciones nucleares. La reunión de Trump con Kim fue
la tercera, a pesar de que no ha habido progreso durante meses para
convencer a Piongyang de que abandone su arsenal.
"Estamos tratando de resolverlo", dijo Trump. "Un apretón de manos significa mucho".
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