MONTEVIDEO.- Playas naturales o de
glamour, eventos con famosos y "boliches" abiertos hasta el amanecer:
Punta del Este intenta mantener su reputación para poner buena cara al
mal tiempo y a una crisis argentina que ha diezmado la llegada de
turistas al balneario uruguayo.
"A los surfers les da igual el
clima, se mojan de todas formas", explica sonriente Virginia Artigas,
responsable de las escuelas de surf El Emir y Surf Brava de Punta, muy
concurridas en este verano austral excepcionalmente lluvioso.
Y aunque haya menos argentinos, dice orgullosa: "Este año
hemos mantenido todas las clases y tenemos paraguayos, colombianos,
mexicanos, españoles y varios surferos de Israel y Bélgica".
No
todos son tan optimistas. La crisis argentina, la devaluación y las
inclemencias del clima parecen ser los principales responsables de la
caída del turismo en este archiconocido balneario sobre el Atlántico.
Pero
no los únicos. La ausencia de oferta turística renovada en comparación
con las de Argentina, Brasil o Chile, abusos en los precios con relación
a otros destinos australes más baratos o la inseguridad son otros
factores mencionados.
Las cifras publicadas por
el Ministerio y la Cámara de Turismo uruguayos son contundentes: un
30% menos de argentinos, un 7,7% menos de gasto y una caída estimada en
divisas que "va a pasar de los 300 millones de dólares esta temporada",
en palabras del presidente de la Cámara de Turismo, Juan Martínez.
"Las
playas están llenas pero la gente no gasta", opina Patricia Mercado,
dependiente de una histórica tienda de souvenirs del centro de Punta.
"Todo el mundo pregunta los precios pero solo vendemos lo más barato:
imanes, llaveros y bolígrafos. Antes no era así".
Su compañera Veróncia Pedrozo es aún más radical: "La peor
temporada en años. En cantidad y calidad de gente", dice. "Aquí los que
subsisten son los importadores, los que compran y venden todo chino.
Para los que vendemos artesanía es imposible, es enormemente caro".
"Llevo
35 años trabajando en esta Oficina de Turismo y este es de los peores
años que he visto", cuenta Rosana Panigatti, cuya oficina está situada
en pleno centro. "Menos mal que de vez en cuando bajan europeos de los
cruceros, porque se ve hasta poca gente paseando".
Las cafeterías
están abiertas, la música suena alegremente y las tiendas exponen toda
su mercancía: flotadores, bañadores, gorros, cubos de playa, pareos,
tablas de surf. Los comerciantes charlan animadamente pasándose el maté,
pero apenas se ven compradores potenciales por la calle.
"Los ricos siguen
viniendo", asegura Paulina Bidegain, de la CHPE, una gremial hotelera
que administra 72 establecimientos en la zona de Punta del Este. "De los
hoteles q ue nosotros manejamos, los cuatro y cinco estrellas, Gran
Lujo y Boutique tienen ahora mismo un 75% de ocupación. La gente que
paga esos alojamientos sigue viniendo, pero en los apartamentos y
hoteles de tres estrellas para abajo hay mucha menos ocupación, apenas
entre 40 y 60%, y a la baja".
Los ricos no compran souvenirs ni
gorros de playa. Llegan en aviones privados y ni pasan por la ciudad.
"En materia de tráfico aéreo, estamos prácticamente igual que el año
pasado en cantidad de pasajeros, y siguen siendo muy importantes los
vuelos privados", dice Juan Lescarboura, gerente del aeropuerto
de Punta del Este.
"Llegan aviones particulares, corporativos y sobre todo
'aviones taxi', que se alquilan para hacer vuelos privados y cada vez se
utilizan más", explica.
Así
las cosas, el balneario se mantiene con fieles acaudalados y millenials
afectos al carpe diem dispuestos a invertir en experiencias: cursos de
surf, de cocina, de buceo, viajes en barco... cualquier cambio de rutina
se paga, siempre y cuando sea a un precio asumible.
"La gente
prescinde de cafés y restaurantes, pero las experiencias, si no son muy
caras, se pagan", nos cuenta Alejandra Legorburu, encargada de la
oficina de paseos en barco Calypso.
"Ofrecemos travesías oceánicas
a isla Gorriti y a la isla de Lobos, viajes de dos a tres horas en
barco y, salvo adversidades climáticas, la gente sigue viniendo año tras
año, sobre todo brasileños, argentinos y uruguayos".
Entonces, ¿Cómo terminará el verano?
Hector Araujo, director de la Cámara de Turismo de Maldonado, el
departamento donde se encuentra Punta del Este, abre un signo de
interrogación con una luz de esperanza: "Es verdad que han venido menos
argentinos, pero la primera quincena siempre hay muchos brasileños. Los
argentinos y los chilenos vienen sobre todo más adelante", apunta.
"Es
el principio del verano, hay que esperar. Este año la temporada se
alarga porque el carnaval acaba tarde, el 5 de marzo, así que hay tiempo
de recuperar lo perdido".