MADRID.- Desde primera hora de la mañana del viernes los representantes de los Veintiocho han negociado una evolución de la postura de la UE respecto a la crisis en Venezuela, con España pidiendo el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interno del país latinoamericano. Ante la negativa de un grupo de Estados miembros, la UE ha acordado dar un ultimátum a Nicolás Maduro: si en ocho días no convoca elecciones libres, el bloque Podría adoptar otras medidas, como reconocer a Guaidó. Es la posición que defendía España y que verbalizó, de hecho, el ministro Josep Borrell, según El Confidencial.
En un primer momento, la UE acordó un comunicado de urgencia que llegó con una inusitada rapidez, apenas horas después de que el joven dirigente opositor se proclamara máximo responsable del país. Lo normal es que los socios comunitarios tarden más en acordar sobre cuestiones de política exterior. Eso obligó a que el texto fuera muy ambiguo. Simplemente pedía nuevas elecciones y reconocía la legitimidad de la Asamblea Nacional Venezolana, que preside Guaidó.
La UE es un crisol de Estados miembros con distintas visiones que hay que encajar para que todo el mundo se sienta cómodo, y eso nunca es una tarea fácil.
Los embajadores de los Veintiocho se reunieron este viernes en el Comité Político y de Seguridad (COPS) para intentar alumbrar una nueva declaración. A pesar de que por la mañana los grandes Estados miembros ya tenían una postura más o menos común sobre una petición de elecciones “inmediatas” bajo la amenaza del reconocimiento del líder opositor, a última hora de la noche la Unión Europea todavía no había emitido el comunicado en el que se presente la nueva postura común, si bien fuentes diplomáticas españolas confirmaban a este diario que el margen que se concederá a Maduro para llamar a sus ciudadanos a las urnas será de tan solo ocho días. Es "un acuerdo a 28", sentenciaban.
Debe ser Federica Mogherini,
alta representante de la UE para Exteriores, la que haga público un
texto que es siempre difícil de negociar. Hay que trabajar en cada coma y
cada punto para lograr que todas las capitales estén de acuerdo, ya que
las decisiones de exteriores en la UE requieren de unanimidad.
Es
posible que el comunicado tarde en llegar todavía horas o que incluso se demore un día más. Este sábado se reúne el Consejo de Seguridad de la ONU y la UE podría esperar al resultado de esa cita para afinar su texto.
Pero no está siendo fácil acordar la resolución. Durante la reunión
de este viernes, celebrada en Bruselas y en la que participan técnicos
de las representaciones permanentes, España pidió el reconocimiento inmediato de Guaidó,
según confirmaron a este diario fuentes gubernamentales, mientras
países como Grecia o Austria se negaban a dar ese paso. Un puñado de
otros Estados miembros se alineó no obstante con la propuesta española.
El diplomático español, Manuel Acerete, tuvo entonces que girar hacia la propuesta intermedia, ofrecida por Francia y en la que estaban de acuerdo Alemania y el Reino Unido: conceder un plazo mínimo para que Maduro llame a las urnas, y si no se procedería a reconocer a Guaidó.
El diplomático español, Manuel Acerete, tuvo entonces que girar hacia la propuesta intermedia, ofrecida por Francia y en la que estaban de acuerdo Alemania y el Reino Unido: conceder un plazo mínimo para que Maduro llame a las urnas, y si no se procedería a reconocer a Guaidó.
Es la que expresó Borrell en Madrid durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de este viernes,
cuando subrayó que la situación es "insostenible" y que no cabía ni
abrir nuevos periodos de diálogo ni más "dilaciones", porque se correría
el riesgo de que el conflicto en Venezuela se agravara.
"No podemos
decir si siete días, diez días, dos semanas, pero necesariamente corto",
aseguró el titular de Exteriores. Finalmente, si no hay cambios, el
consenso estará en ocho días, el periodo planteado por París.
Para que finalmente se haya impuesto esa fórmula de bendición de
Guaidó en caso de que Maduro no se pliegue —aunque quizá no aparezca de
forma tan clara en el comunicado—, ha sido clave que finalmente España se haya alineado con la propuesta gala,
así como también lo ha hecho Portugal.
Madrid accedió porque ese tiempo
de margen permitía poner el acento en la importancia de que haya
elecciones, y no tanto en Guaidó, que no dejaría de ser un "presidente
instrumental", encargado de llevar a su país a unas urnas limpias y
respetadas por todos. Fuentes diplomáticas admitían esta mañana que el papel de España era importante,
y su voz escuchada, pero eso no ha evitado que la división esté
haciendo difícil la publicación de la nueva postura.
Los países que se
oponen a tomar partido muy claramente no quieren que en el texto se dé
una fecha límite clara a Maduro y prefieren mantener cierta ambigüedad
en el documento. El Gobierno español ha incidido en las últimas horas en que ha
"liderado" los movimientos dentro de la UE y con la comunidad
iberoamericana.
"España ha trabajado mucho, no vamos a remolque de la
Unión Europea, remolcamos a la Unión Europea dados los enormes lazos
culturales y humanos con Venezuela", afirmó el ministro español.
Madrid es partidaria de que el comunicado conjunto salga del horno
cuanto antes, para que la UE marque una postura clara, al margen de lo
que haga el Consejo de Seguridad de la ONU, que probablemente acabará
sin acuerdo, ya que no son conciliables los planteamientos de EEUU,
Francia y Reino Unido con los de China y Rusia.
Además, los Estados más
grandes de la Unión quieren dar ese paso más allá y, si no cuaja el
acuerdo, se descolgarán. "Se trata de un pacto idealmente a 28, pero si
no es posible, pues se irá a una postura de 20 países o los que sean. No nos va a frenar el último", señalan desde el Ejecutivo del español Pedro Sánchez.
El debate europeo se había centrado en las últimas semanas
en si se debía tomar una línea dura con el régimen de Maduro, una
postura defendida por Alemania, o si se tenía que seguir apostando por
el diálogo, con la petición de una mesa de contacto para favorecer una conversación entre el Gobierno y la oposición, una iniciativa defendida por España, Francia o Portugal.
Pero lo cierto es que la situación venezolana había caído ya en una
especie de vacío: Maduro no quería sentarse a dialogar y la oposición
estaba tan fracturada que no podía ponerse de acuerdo en absolutamente
nada. Eso había desarmado en cierto modo los argumentos de los que
defendían agotar la vía diplomática, pero en cambio aquellos que
apostaban por la vía de unas mayores sanciones también se topaban con la
realidad: la UE no tenía muchos más instrumento.
Los acontecimientos de esta semana han cambiado completamente el debate,
que entonces ha pasado a centrarse en bajo qué condiciones se debía
reconocer a Guaidó, mientras los Estados miembros más reacios a dar ese
paso quieren difuminar en cualquier comunicado qué plazo se le da a
Maduro, cerrándose completamente a la posibilidad de que la Unión
reconozca al líder opositor sin antes dar más plazos al régimen.
En un primer momento la UE, en ese comunicado lacónico del miércoles, pidió nuevas elecciones y reconocía la legitimidad de la Asamblea Nacional. Ahora da más pasos, aunque en el comunicado Mogherini volverá a buscar un equilibrio para endulzar la amenaza puesta sobre la mesa.
En un primer momento la UE, en ese comunicado lacónico del miércoles, pidió nuevas elecciones y reconocía la legitimidad de la Asamblea Nacional. Ahora da más pasos, aunque en el comunicado Mogherini volverá a buscar un equilibrio para endulzar la amenaza puesta sobre la mesa.
La posición de la UE es complicada. Por un lado existe la certeza entre
todos los Estados miembros de que Maduro, salvo un cambio en el reparto
de fuerzas militares en el país, no convocará elecciones. Lo dijo él mismo, displicente, durante su rueda de prensa de este viernes en el palacio de Miraflores:
"Si ellos quieren elecciones que las hagan en España", puesto que
Sánchez "no fue electo en ningún voto popular".
El atrincheramiento del
dirigente bolivariano obligará al bloque comunitario a tener que abordar
de lleno las consecuencias de su ultimátum, hacer lo que han intentado
evitar durante los últimos días: reconocer a Guaidó.
Precisamente por eso las capitales que están en contra de tomar una
postura tan clara están buscando que en el documento que haga público
Mogherini no se haga referencia a qué medidas se tomarán si Maduro no
convoca comicios. Ganar así cintura y posibilidad de,
llegados a ese punto, volver a retrasar el posicionamiento de la UE.
Por
lo tanto, parece que en el comunicado final no se recogerá una fórmula
en la que se hable explícitamente del reconocimiento de Guaidó y que
quiere España.
La presión es importante e irá creciendo. Además de los Estados miembros
que apuestan por el ultimátum por convicción hay otras capitales cuya
política exterior se vertebra en una idea: no alejarse de la línea oficial de EEUU. Es el caso de Polonia. Estos países también irán aumentando su presión con el paso de los días.
El Parlamento Europeo votará la próxima semana una resolución para reconocer a Guaidó como presidente de Venezuela.
La Eurocámara no tiene ninguna capacidad sobre la política exterior,
pero es la institución comunitaria que más ha empujado por el apoyo a la oposición venezolana, otorgándole el premio Sájarov a la libertad de conciencia en 2017.
En la UE también se sabe que esta oportunidad es importante: Guaidó, un joven de 35 años, de una familia de clase media llegado a Caracas desde el estado costero de Vargas, tiene la ventaja de ser un personaje más o menos nuevo en la política venezolana, con pocos enemigos y poco historial de agravios, lo que ha generado la ocasión histórica, como remarcaba Borrell,
de que, por una vez, la oposición del país esté unida tras un personaje
que alcanzó la presidencia de la Asamblea Nacional hace solo 20 días, y
que ya se ha proclamado presidente del país.