MOSCÚ.- El presidente ruso, Vladímir Putin, ha ofrecido a los rusos un nuevo contrato social del que dependerá su legado una vez abandone el Kremlin en 2024 y que hace hincapié en rescatar a los sectores más afectados por la crisis: las familias con hijos, los pobres y los habitantes del mundo rural.
"A
más hijos, menos impuestos", es el principal dogma del contrato, cuyos
puntos fueron formulados por Putin en el discurso sobre el estado de la
nación que pronunció hoy ante el Parlamento y el Gobierno.
Putin,
cuyos índices de apoyo han descendido a los niveles de 2013 debido al
aumento de la edad de jubilación y a la caída en picado del poder
adquisitivo, aseguró que el Gobierno ruso no cometerá el mismo error que
la Unión Soviética.
"Para
la gente lo importante es lo que se hace y cómo eso mejora sus vidas y
la vida de sus familias. Y no en un futuro, sino ahora. No estamos
dispuestos a repetir los errores de las últimas décadas y esperar el
advenimiento del comunismo. Hay que cambiar aquí y ahora, cambiar la
situación a mejor", dijo.
Además
de la pérdida de popularidad, Putin tiene un motivo para poner en
marcha un plan nacional que mejore la vida de los rusos y es el
imparable decrecimiento de la población, ya que las tasas de natalidad
han vuelvo a caer en los últimos años coincidiendo con el aislamiento
internacional del Kremlin y la imposición de sanciones occidentales.
"Los proyectos nacionales deben construirse alrededor de la persona, con el fin de alcanzar un nuevo nivel de vida", explicó.
Putin
adelantó que las familias rusas con bajos ingresos recibirán mayores
subsidios para cada hijo partir del 1 de enero de 2020, a lo que hay que
sumar descuentos hipotecarios, que en el caso de las familias numerosas
incluirán un pago de 450.000 rublos (casi 7.000 dólares).
En
una medida que afectará a millones de personas en este país, el
Gobierno eliminará los impuestos sobre bienes raíces a los terrenos
menores de seis "sotkas" -600 metros cuadrados- , la medida estándar de
una "dacha" (casa de campo).
El
objetivo es animar a los rusos a tener hijos y lograr un crecimiento
natural de la población para 2023-2024, aunque Putin culpó de la
reducción de la población no a la mala gestión económica, sino a las
secuelas de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y de la desintegración
de la Unión Soviética (1991).
"Logramos
revertir las tendencias demográficas negativas a principios de los años
2000. Entonces parecía imposible. Y lo hicimos. Estoy convencido de que
de nuevo seremos capaces de hacerlo", señaló.
El
Estado también promoverá la construcción de viviendas individuales,
perdonará hipotecas a las personas que se queden sin ingresos e indexará
las pensiones por encima del mínimo de subsistencia de un jubilado,
prometió.
Otra
de las prioridades es que "para finales de 2020 la atención médica debe
ser accesible para todos los pueblos de Rusia sin excepción y para
todos los ciudadanos independientemente de dónde vivan".
Para
ello, el Gobierno promoverá un programa estatal para que especialistas
de más de 50 años acepten trabajar como médicos rurales, lo que incluirá
una paga extra inicial y la construcción de 1.590 ambulatorios y
enfermerías en los próximos dos años.
Putin
admitió que la pobreza afecta a 19 millones de personas, la mitad que
cuando él llegó al poder hace casi 20 años, pero varios millones más que
a mediados de esta década.
"Son
demasiados", aceptó y propuso un "contrato social" en virtud del cual
el Estado ayuda a encontrar trabajo, mejorar su calificación profesional
o abrir un pequeño negocio.
Para
lograr esos objetivos, la economía nacional debe crecer un 3 % en 2021 y
superar la media mundial en los años siguientes, algo que muchos
analistas ponen en duda.
El
contrato social anunciado por Putin intenta frenar el descontento
popular que causó la reforma de las pensiones, proyecto que fue aprobado
pese a ser rechazado por un 90 % de la población.
Putin
había prometido que nunca elevaría la edad de jubilación, pero
aprovechó su aplastante victoria electoral para desdecirse y aprobar la
impopular medida.
El
anterior contrato que Putin "pactó" al llegar al poder hace 18 años
consistía en que el Kremlin garantizaba el orden, acababa con la amenaza
terrorista y el separatismo chechén y aseguraba una mejora del nivel de
ida, y la población rusa aceptaba no meterse en política.
La
estabilidad se mantiene y el terrorismo ya no es una preocupación, pero
el pueblo ya no ve con optimismo el futuro, ya que la economía nunca
llegó a recuperarse de la crisis de 2008, ya no digamos del desplome de
la bolsa de 2014, sobre todo tras la drástica caída de los precios
mundiales del petróleo.
El
frigorífico parece haberle ganado la partida a la televisión, es decir,
a la propaganda de que todo va bien, a pesar, en particular, de los
presuntos esfuerzos de Occidente y Ucrania de estropear la vida a los
rusos.