lunes, 22 de abril de 2019

Irán amenaza con cerrar Ormuz en pleno enfrentamiento con EE.UU.


TEHERÁN.- Irán cerrará el Estrecho de Ormuz, una vía marítima vital para los envíos mundiales de petróleo, si se impide al país usarlo, dijo el lunes un funcionario militar de alto rango en lo que parece ser una respuesta al plan de Estados Unidos de poner fin a las excepciones a las exportaciones petroleras iraníes.

“Según la ley internacional, el Estrecho de Ormuz es un paso marítimo y si se nos prohíbe usarlo, lo cerraremos”, dijo el general Alireza Tangsiri
"Si se nos impide usarlo, lo cerraremos", informó la agencia de noticias estatal Fars, citando a Tangsiri, jefe de la fuerza de la marina de la Guardia Revolucionaria.
"En caso de cualquier amenaza, no tendremos la menor duda en proteger y defender la vía marítima de Irán".
Los funcionarios iraníes han amenazado con cerrar la vía marítima en el pasado en medio de la creciente tensión con EE.UU., y los comentarios de Tangsiri podrían ser un intento de disuadir a EE.UU. de su plan para reducir las exportaciones de petróleo del país. 
El precio del crudo Brent, ya en un máximo de seis meses, cambió poco después de la declaración.
Pero la respuesta del comandante ocurre cuando el presidente Donald Trump se prepara para asestar un duro golpe a la economía de la República Islámica.
Una fuente ministerial anónima dijo que Estados Unidos no podrá reducir a cero las exportaciones de crudo iraní, según comentarios recogidos por la agencia de noticias semioficial Tasnim
E indicó que “independientemente de si las exenciones continúan o no, las exportaciones de petróleo de Irán no llegarán a cero bajo ninguna circunstancia a menos que las autoridades iraníes decidan detener las exportaciones de petróleo (...) y esto no es relevante ahora”.
“Hemos estado supervisando y analizando todos los escenarios y condiciones posibles para el avance de las exportaciones petroleras de nuestro país, y se han tomado las medidas necesarias (...) Irán no está esperando a si Estados Unidos toma o no una decisión para exportar su crudo”, indicó la fuente.
“Tenemos años de experiencia neutralizando los esfuerzos de nuestros enemigos para asestar golpes a nuestro país”, agregó.

El fin de las exenciones a Irán y los planes de la OPEP+

EL CAIRO.- Estados Unidos está poniendo fin a las exenciones que permiten a los países comprar crudo iraní sin sanciones, lo que amenaza con recortar los suministros de petróleo en un mercado que ya es limitado. La decisión también puede poner en peligro el acuerdo al que llegaron la OPEP y sus proveedores aliados –incluido Rusia– de limitar la producción hasta fines de junio para apuntalar el crudo y evitar el exceso. Los productores se reunirán el próximo mes para evaluar el mercado y nuevamente en junio para decidir si extender los recortes.

1. ¿Qué pasó?
Washington dijo que no renovará las exenciones de las sanciones estadounidenses para los compradores de crudo iraní luego de que expiren el 2 de mayo. El anuncio del lunes marca una reversión con respecto a noviembre, cuando EE.UU. otorgó exenciones a ocho importadores mientras intentaba reducir los precios del combustible antes de las elecciones parlamentarias de mediados del periodo. La decisión apunta a reducir a cero las exportaciones de petróleo de Irán.

2. ¿Cuál es el impacto en los compradores de petróleo iraní?
Los compradores –China, India, Japón, Corea del Sur, Italia, Grecia, Turquía y Taiwán– ahora deben buscar alternativas. Las refinerías estatales de India han reafirmado los suministros de petróleo de otras fuentes para el próximo mes como plan de contingencia. 

La estatal Indian Oil Corp., el mayor comprador de crudo iraní del país, también dijo que ha incorporado volúmenes opcionales en sus contratos a plazo con Kuwait, Abu Dabi, Arabia Saudita y México. China, el mayor comprador de crudo iraní, reiteró su oposición a las sanciones unilaterales el lunes.

3. ¿Cuál es el efecto en el mercado?
Frenar las capacidades de producción de Irán "va a hacer que un mercado ya limitado sea aún más limitado, especialmente con los riesgos de suministro en Libia y Venezuela", escribió en un informe el director gerente de Petromatrix, Olivier Jakob. Las recientes batallas en Libia pusieron en riesgo las exportaciones de petróleo de ese país, mientras que las exportaciones venezolanas se han desplomado en medio de una crisis política.

4. ¿Quién puede compensar los barriles iraníes faltantes?
EE.UU. dijo que había asegurado compromisos de productores como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos para compensar la pérdida de crudo iraní. Los saudíes se coordinarán con otros productores para mantener los suministros adecuados a disposición de los consumidores y, al mismo tiempo, garantizar que el mercado del petróleo "no salga de balance", dijo el ministro de Energía, Khalid Al-Falih, después del anuncio de EE.UU.

Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos están listos para aumentar la producción a fin de compensar cualquier caída en la producción de Irán, según personas con conocimiento del tema. Pueden aumentar su producción combinada en aproximadamente 1,5 millones de barriles diarios en un corto periodo, dijeron. 

El petróleo adicional compensaría con creces las pérdidas de Irán, que despachó aproximadamente 1,1 millones de barriles diarios de crudo y condensado en la primera quincena de abril, según muestran datos de seguimiento de petroleros.

5. ¿Qué significa esto para el acuerdo de recortes de la OPEP+?
La decisión de EE.UU. dificultará que la OPEP y sus aliados mantengan la disciplina en cuanto al suministro. Rusia ya ha señalado que es posible que no sea necesario extender los recortes después de que expiren en junio, y su Ministerio de Economía considera que la producción de crudo y condensado de la nación aumentará ligeramente en 2019, de acuerdo con su perspectiva a cinco años.

Arabia Saudita impulsó el actual acuerdo de recortes de producción después de que EE.UU. atacara por sorpresa al reino el año pasado al otorgar exenciones, una decisión que provocó una venta masiva y una caída en los precios del crudo. 

Desde entonces, los saudíes y Rusia han liderado la llamada coalición de la OPEP+ para reducir drásticamente la producción. Sin embargo, si Arabia Saudita se compromete a aumentar la producción hasta cierto nivel para compensar las pérdidas iraníes, será difícil convencer a los demás de que limiten su propia producción.

El barril de petróleo 'Brent' sube un 2,82 %, hasta 74 dólares

LONDRES.- El petróleo Brent para entrega en junio terminó este lunes en el mercado de futuros de Londres en 74 dólares el barril, un 2,82 % más que al finalizar la sesión anterior. El crudo del mar del Norte, de referencia en Europa, concluyó la jornada en el International Exchange Futures con un avance de 2,03 dólares respecto a la última negociación, cuando cerró en 71,97 dólares.

Este lunes a las 16.16 GMT el Brent llegó a rozar los 75 dólares el barril, al alcanzar los 74,52 dólares.
La tendencia alcista que muestra el Brent sitúa al crudo en sus niveles más altos desde principios de noviembre de 2018. A finales del pasado año cotizaba a 49,93 dólares y desde entonces ha subido 25 dólares, hasta rondar los 74 dólares.
Según analistas, el Brent reaccionó al anuncio hecho este lunes por el Gobierno estadounidense de que pone fin a las exenciones para la compra de petróleo de Irán con el objetivo de reducir "a cero" las exportaciones del régimen de Teherán.
El anuncio ha contribuido al ascenso del precio del crudo, que generalmente suele reaccionar con subidas a la incertidumbre política en los países exportadores de Oriente Medio.
Con estas medidas, el Gobierno de Estados Unidos busca que Irán -que antes de que Washington le impusiera esas sanciones era el cuarto productor mundial de petróleo en la OPEP- reduzca sus ingresos por la venta de crudo, que actualmente están en unos 50.000 millones de dólares anuales.
Según los expertos, en los primeros meses de este año los esfuerzos de Arabia Saudí y sus aliados para recortar su producción, junto con el declive involuntario del bombeo en Venezuela e Irán, impulsaron el precio del crudo hasta revertir parte del desplome registrado a finales de 2018.
Hace dos años, el barril de Brent llegó a cotizar en torno a los 30 dólares y continuaba por debajo de los 50 dólares el pasado mes de julio.
La decisión de Washington de endurecer su postura con Irán limitará más, si cabe, su capacidad para exportar crudo. Existen motivos para pensar que la limitación de la oferta (Irán) y el aumento en las expectativas de demanda (China) seguirán elevando el precio del petróleo.

Arabia Saudita no correrá al rescate de EE.UU.

NUEVA YORK.- En cuanto a Irán, Estados Unidos le ha cumplido a Arabia Saudita. A diferencia del año pasado, Riad tomará un enfoque de confiar pero verificar respecto a cuán estricto es Washington a la hora de ejercer las sanciones cuando expiren las exenciones el 2 de mayo. Este verano nos enfrentaremos a un mercado de petróleo limitado y a una mezcla volátil de fuerzas contradictorias que se forma de cara a 2020, un año electoral, en caso de que no lo supieran.

Recuerden que, hace casi un año, el presidente Donald Trump anunció que se retiraría del acuerdo nuclear alcanzado con Teherán en 2015. Esa fue la causa de un repunte en los precios del petróleo antes de las elecciones de mitad del periodo en noviembre y, en consecuencia, una serie de tuits de la Casa Blanca que pedían a Arabia Saudita y otros dar un paso al frente y calmar los nervios con más petróleo. 
El negocio implícito aquí es que EE.UU. le estaba apretando los tornillos al archienemigo de Arabia Saudita, así que Arabia Saudita tendría que hacer su parte. Y así fue: el país añadió más de un millón de barriles al día a su producción de crudo entre mayo y noviembre.
Entonces, Riad se encontró con un problema: esos estadounidenses indisciplinados en los que no se puede confiar. Trump tenía razón en preocuparse por lo que los precios más altos de la gasolina significarían para los votantes que conducen más y ganan menos en los estados republicanos. 
Entonces, lo que hizo en efecto fue retractarse del acuerdo emitiendo las exenciones a las sanciones de las que ahora planea deshacerse. Mientras tanto, el repunte en los precios del petróleo hizo que los productores estadounidenses también se retractaran un poco y se volcaran a los presupuestos para obtener un aumento en la producción, y una muy predecible caída de los precios para el cierre del año.
Por tanto, no deberíamos esperar que Arabia Saudita se tome el anuncio del lunes en la mañana como una señal para embarcarse en otro proactivo incremento de la oferta. En teoría, el reino puede añadir otros 500.000 barriles al día sin violar su objetivo (restablecido) acordado con la OPEP y sus socios en diciembre. 
Eso equivaldría a tal vez la mitad de las exportaciones iraníes que aparentemente están en riesgo de salir del mercado. Sin embargo, después de la gambeta de 2018, parece más probable que ahora Arabia Saudita espere a ver qué pasa con los flujos, los inventarios y los precios reales antes de realizar un movimiento significativo. 
La declaración del ministro de Energía de Arabia Saudita, Khalid Al-Falih, el lunes de que su país está "monitoreando de cerca" la situación y coordinará con otros para garantizar que "el mercado global del petróleo no salga de balance" es una muestra de ese enfoque.
Esta advertencia se da durante una coyuntura crítica. El riesgo de una caída repentina de la producción petrolera de Libia —1,1 millones de barriles en marzo en comparación con 600.000 hace un año— ha incrementado en medio de la violencia. 
La producción venezolana ha caído aún más este año, y el país también se enfrenta a un potencial fortalecimiento de las sanciones en una semana. Y estamos a poco más de un mes del inicio del tradicional aumento de temporada en la demanda de gasolina en EE.UU. Mientras tanto, las nuevas regulaciones sobre el combustible marítimo podrían generar mayor disrupción e incrementar la presión sobre los precios del petróleo. 
El crudo Brent subió otro 3 por ciento el lunes por la mañana, y lleva un aumento de 37 por ciento este año.
Arabia Saudita tiene pocos incentivos para detener eso por ahora. Como señalaron analistas de IHS Markits en un informe a principios de este mes, los esfuerzos por apoyar los precios desde principios de 2017 han mitigado los déficits y han detenido la caída de las reservas en divisa extranjera del país, pero no las han recuperado. 
Las guerras y el alivio a las inevitables fricciones causadas por los esfuerzos del Príncipe Heredero Mohammed Bin Salman para reformar la economía son costosos, y el daño realizado a los flujos de inversiones extranjeras por el asunto de Khashoggi no ha ayudado. Como muestran la ronda de recaudación de fondos del príncipe en el Ritz-Carlton, junto con la gigantesca oferta de bonos de Saudi Arabian Oil Co. y su acuerdo para comprar la estatal Saudi Basic Industries Corp., puede que no haga falta dinero, pero cada dólar adicional es bienvenido.
Sin embargo, Arabia Saudita camina por una cuerda floja, y se aflojará más a medida que el año avance. Por supuesto, es necesario considerar la demanda, y el consumo de gasolina no se ve tan fuerte como es.
Y luego está el presidente. Trump manifestó tener fe en su aliado a través de su método habitual el lunes por la mañana, cuando tuiteó "Arabia Saudita y otros miembros de la OPEP compensarán de sobra la diferencia en el flujo de petróleo" que resulte de las "sanciones totales". 
No obstante, después del cambio de bando de 2018, su fe será puesta a prueba; en este aspecto, tuitea mucho. Si los precios de la gasolina se disparan este verano —y ya están cerca de 3 dólares por galón en promedio— la ansiedad de Trump por la campaña de 2020 incrementará, así como la probabilidad de que intervenga en el mercado.
Los otros estadounidenses de los que debe cuidarse Arabia Saudita están principalmente en Texas. Una prima geopolítica para el petróleo representa un beneficio imprevisto para los productores estadounidenses. 
 La gran pregunta es si responderán al aumento en los precios del mismo modo que lo hicieron en 2018. Hay buenas razones para creer que esta vez tendrán más cuidado. Los inversionistas, incluidos los activistas, han dejado claro que no les impresiona que los repuntes en el petróleo vayan a más pozos, en vez de sus bolsillos. Esto podría controlar los instintos naturales de la industria del petróleo y la energía.
Dicho esto, estamos hablando de instintos naturales. El repunte del petróleo el lunes en la mañana elevó muchas acciones del sector, particularmente las que se encuentran en el lado más riesgoso del espectro, como Denbury Resources Inc., California Resources Corp. y Chesapeake Energy Corp.  
Mientras tanto, el seguro al petróleo Nymex para 2020 ha aumentado a poco más de 61 dólares, casi exactamente donde se encontraba el de 2019 hace un año. Si esos precios a periodos más largos siguen creciendo, los productores estadounidenses se aprovecharán para asegurarlos y fijar mayores tasas de producción en 2020.
La caballería saudí no se adelantará para evitar que el precio del petróleo suba, y las noticias del lunes conllevan recompensas en términos de ingresos y geopolítica. No obstante, a medida que el año avance, el dilema esencial de Arabia Saudita se reafirmará. 
Es una economía dependiente del petróleo en un mal vecindario que debe maximizar sus ingresos a la vez que aplaca a un aliado voluble, quien ahora además es la mayor fuente de oferta de petróleo marginal rival.

Las acciones de EE.UU. suben mientras el petróleo alcanza su máximo en seis meses

NUEVA YORK.- Las acciones de EE.UU. subieron con un bajo volumen de operaciones, mientras los inversionistas se preparaban para un diluvio de noticias de ganancias. El petróleo subió después de que la Casa Blanca anunciara que eliminará las exenciones que permiten la compra de crudo iraní.

El índice S&P 500 subió 0,1 por ciento, incluso cuando la mayoría de los miembros de la medida cayeron, y cerró alrededor de 1 por ciento por debajo de su máximo histórico. Las acciones de energía subieron junto con los precios del crudo, mientras que las compañías inmobiliarias se desplomaron después de que las ventas de viviendas de segunda mano en EE.UU. disminuyeran más de lo previsto en marzo. 
El dólar se mantuvo estable, mientras que los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años subieron.
Con la temporada de informes corporativos en pleno curso, los inversionistas están buscando pistas sobre si el giro hacia la política moderada de los bancos centrales del mundo puede apuntalar el crecimiento global lo suficiente como para compensar cualquier deterioro en las ganancias. 
El mercado de valores parece estar diciendo que sí por ahora, con el índice de referencia de acciones de EE.UU. cerca de un nivel récord y un indicador MSCI de acciones globales en camino hacia su cuarto mes de ganancias.
"Se necesitará algo más para llevar al S&P 500 a nuevos máximos históricos", escribió Tom Essaye, exoperador en Merrill Lynch y fundador del boletín "The Sevens Report", a sus clientes el lunes. 
"Esa fue la principal conclusión de la semana pasada, ya que los buenos datos económicos de China, el "progreso" en el comercio entre EE.UU. y China, y las declaraciones de enfoque suave de la Fed sobre la inflación promedio no lograron hacer repuntar las acciones, lo que refleja el hecho de que todos esos aspectos positivos están ahora incorporados en los precios de los mercados".
Los operadores tienen una semana llena de comunicados de ganancias corporativas, incluidas las principales empresas de tecnología. También se centrarán en la economía de EE.UU. y los datos del producto interno bruto del primer trimestre que se publicarán el viernes.
En otros lugares, las acciones y los bonos chinos cayeron cuando los inversionistas le apostaron a que un futuro estímulo será limitado, mientras que las acciones en Japón terminaron ligeramente más altas. En Sri Lanka, los bonos y la rupia cayeron tras los atentados terroristas del domingo. 
El fin de semana de vacaciones de Semana Santa cerró las operaciones en gran parte de Europa. El índice de materias primas de Bloomberg subió a medida que el petróleo West Texas alcanzó su nivel más alto desde octubre.

El petróleo de Texas sube un 2,7 % y cierra en 65,70 dólares el barril

NUEVA YORK.- El precio del petróleo intermedio de Texas (WTI) subió este lunes un 2,7 % y cerró en 65,70 dólares el barril, su máximo valor en casi seis meses y que tiene que ver con el anuncio del Gobierno de EE.UU. de poner fin las exenciones de sanciones a los países que aún importaban petróleo de Irán.

Al final de las operaciones a viva voz en la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex), los contratos de futuros del WTI para entrega en mayo sumaron 1,70 dólares con respecto a la sesión previa.

La política exterior de EE.UU. aún no ha muerto

NUEVA YORK.- La comunidad de la política exterior está debatiendo enérgicamente la gran estrategia que Estados Unidos debe seguir en una época en que evidenciamos que se acelera la rivalidad internacional. Pero, ¿qué pasa si EE.UU., azotado por el populismo, la polarización y la desilusión, se está volviendo incapaz de seguir cualquier gran estrategia?

Este sombrío pronóstico se ha vuelto más común a medida que académicos y analistas de políticas estudian las causas y consecuencias de la presidencia de Donald Trump. Y aunque hay buenas razones para preocuparse, todavía es demasiado pronto para pronunciar la aprobación del internacionalismo estadounidense.

La exposición más reciente de la tesis "It’s all over" ("Todo ha terminado") proviene de Daniel Drezner, de la Universidad Tufts. En un ensayo provocativo y una publicación de blog que lo acompaña, Drezner sostiene que el problema con la política exterior de EE.UU. no es simplemente que el poder estadounidense esté disminuyendo. Es que los fundamentos políticos del gobierno estadounidense se han derrumbado.

"The Blob" (la mancha voraz), para usar un término popularizado por el principal asesor de Obama, Ben Rhodes, ha sido desacreditado por guerras impopulares en Iraq y Afganistán. El consenso bipartidista de larga data sobre el compromiso global estadounidense ha sido remplazado por la intensificación de la polarización que causa giros salvajes cada vez que la Casa Blanca cambia de manos. 

El pueblo estadounidense simplemente se interesa menos en los asuntos extranjeros desde el final de la Guerra Fría. Y como Donald Trump ha interrumpido la diplomacia estadounidense, los controles y balances normales (el Congreso y los tribunales) se han aplazado más a menudo de lo que han restringido al presidente.

El resultado es que la política exterior de EE.UU. parece cada vez menos creíble y constante en un momento en que el mundo necesita desesperadamente una mano firme. La inercia y la tradición mantendrán el orden mundial estadounidense por un tiempo, pero a medida que los países pierden confianza en EE.UU., el sistema finalmente se derrumbará.

Éste es un argumento que me gusta. En nuestro reciente libro, "The Lessons of Tragedy" (Las lecciones de la tragedia), Charles Edel y yo argumentamos que el éxito de EE.UU. en la creación de un mundo tan benigno y próspero ha permitido, irónicamente, que los estadounidenses olviden por qué deberían estar tan profundamente involucrados en el mundo. 

Es indiscutible que el final de la Guerra Fría hizo más difícil para los estadounidenses comprender intuitivamente el propósito de las alianzas de EE.UU. y otros compromisos en el extranjero. De hecho, en todas las elecciones presidenciales excepto en una desde 1992, los estadounidenses han elegido al candidato presidencial que prometió ser más moderado en los asuntos mundiales que el candidato que prometió ser más activo. 

Según una encuesta realizada en 2016 por Pew Research Center, un número récord de estadounidenses, el 57 por ciento, consideraba que EE.UU. debía básicamente ocuparse de sus asuntos y dejar que otros países manejen los suyos. En cuanto al "Blob" y sus juicios erróneos, no es una coincidencia que los dos presidentes más recientes de EE.UU., un demócrata y un republicano, hayan encontrado beneficioso utilizar a la élite de la política exterior como chivo expiatorio político.

Finalmente, si bien el grado de polarización política actual a veces es exagerado, el problema está empeorando. Después de todo, Trump no firmó ni uno de tres acuerdos internacionales importantes (los acuerdos de París sobre el cambio climático, el acuerdo nuclear de Irán y la Asociación Transpacífica) que la administración de Obama duró años creando. Hay signos inequívocos de decadencia en el consenso internacionalista, y si esa decadencia avanza, tendrá profundas implicaciones para la capacidad de EE.UU. de preservar el mundo que ha construido.

Afortunadamente, todavía hay tres razones clave por las que es demasiado pronto para concluir que todo está perdido. En primer lugar, aunque la captura política del partido republicano por parte de Trump ha sido deprimente, la oposición política, sin embargo, ha restringido o al menos templado algunos de sus impulsos más destructivos. 

El Congreso esposó al presidente en sus esfuerzos por reconciliarse con Vladimir Putin, aprobando sanciones económicas mejoradas en el Kremlin y limitando severamente la capacidad de Trump para levantar esas sanciones. En efecto, ha prohibido al presidente retirar a las tropas estadounidenses de Corea del Sur, un paso que Trump a menudo ha amenazado con dar, y poner más dinero en lugar de menos dinero para apuntalar a la OTAN. 

La perspectiva de una revuelta en el Congreso también impidió que Trump siguiera políticas comerciales aún más dañinas, como retirarse del TLCAN o (hasta ahora) cerrar la frontera sur. La razón por la que la retórica de Trump ha sido hasta ahora más radical que sus políticas es que las instituciones en competencia se resisten selectivamente a su agenda.

En segundo lugar, los fundamentos políticos de la política exterior de EE.UU. se han puesto a prueba antes y han sobrevivido a presiones que parecían ser mucho peores que las actuales. 

A mediados de la década de 1970, la guerra de Vietnam había desacreditado a una anterior élite de la política exterior, la "mejor y más brillante", incluso más a fondo de lo que la guerra de Iraq desacreditó al Blob. La polarización fue intensa y a menudo violenta; perseguir una política exterior centrista parecía imposible. La voluntad y el compromiso de los estadounidenses estaban en duda: tras la guerra de Vietnam, solo 36 por ciento de los encuestados creía que "era importante para EE.UU. hacer y mantener compromisos con otras naciones". 

Unos años después, los traumas infligidos por Vietnam se fueron suavizando. El consenso de la Guerra Fría se reafirmó, ya que el comportamiento agresivo soviético les recordó a los estadounidenses por qué era necesario librar a la superpotencia de la rivalidad.

Esto se relaciona con una tercera razón para el optimismo: ahora se pueden ver, aunque débilmente, las líneas generales de un nuevo consenso. Desde la Guerra Fría, los legisladores han luchado para persuadir a los estadounidenses de que existe una amenaza contra la cual el sistema internacional, liderado por EE.UU., necesitaba ser defendido. Pero esa amenaza se presenta rápidamente hoy en día, en forma de comportamiento agresivo por parte de poderes autoritarios hostiles.

La injerencia electoral de Rusia en EE.UU. ha generado un deseo bipartidista de competir mejor con el Kremlin, como lo demuestra el amplio apoyo para mejorar las defensas de la OTAN y mantener a Moscú bajo las sanciones. En otras palabras, Trump y algunos de sus seguidores más acérrimos pueden estar a favor de Putin, pero casi nadie más lo está.

El surgimiento de un desafío cada vez más global desde China también ha estimulado la alarma generalizada. Un grupo bipartidista de senadores y representantes ha estado presionando para sancionar a los funcionarios chinos que participan en la terrible represión de la población uigur de Xinjiang. 

Y como lo han notado dos expertos del American Enterprise Institute, la acumulación militar de China, las políticas económicas depredadoras y el lamentable historial de derechos humanos están provocando llamamientos en ambos lados del pasillo para obtener una respuesta más precisa. De hecho, la amenaza de China está empujando a los conservadores y liberales a tomar posiciones que hubieran sido difíciles de imaginar hace solo unos años.

 Cuando progresistas como Elizabeth Warren comienzan a sonar como Harry Truman al identificar una nueva amenaza autoritaria global para la democracia, cuando conservadores como Marco Rubio piden una estrategia industrial nacional para garantizar la competitividad económica de EE.UU., uno se queda con la sensación de que un nuevo consenso de política exterior podría estar formándose.

En el pasado, lo que ha tendido a reunir a los estadounidenses para que apoyen una política exterior comprometida ha sido la posibilidad de que grandes potencias rivales, motivadas por ideologías hostiles y antidemocráticas, podrían lograr un ascenso global. Quizás esta perspectiva revitalizará una vez más el internacionalismo estadounidense antes de que sea demasiado tarde.