WASHINGTON.- En
dos años como presidente, Donald Trump construyó una estrategia de
política exterior aplicando tanta presión como sea posible sobre sus
enemigos –e incluso algunos aliados–, a fin de que se dobleguen a la
voluntad de Estados Unidos.
Venezuela,
Corea del Norte e Irán han sido objetivos del enfoque de "máxima
presión" de la administración. Bajo Trump, las sanciones de EE.UU. han
tenido un efecto notable: la economía golpeada de Venezuela está más
aislada que nunca, Irán ha visto caer sus ventas de petróleo en picada y
Corea del Norte ha tenido dificultades debido a la escasez de
combustible y electricidad que impiden la producción.
Sin embargo, ningún adversario ha cedido. Entonces, ¿qué puede hacer Estados Unidos ahora que no sea una guerra?
"Como
gran potencia, EE.UU. tiene muchas opciones", asegura Jonathan
Alterman, director del Programa de Medio Oriente en el Centro de
Estudios Estratégicos e Internacionales. "A la vez, no obstante, otros
países también tienen muchas opciones, y el gobierno a veces parece
sorprendido de que no se sometan simplemente al poder superior de
EE.UU.".
El
desafío al que se enfrenta EE.UU. y la soledad de su campaña se
pusieron de manifiesto durante la parada apresurada del secretario de
Estado, Michael Pompeo, en Bruselas esta semana, cuando se reunió con
los ministros de Relaciones Exteriores de Reino Unido, Francia y
Alemania para resaltar la urgencia de la amenaza que representa Irán.
Pero los líderes europeos expresaron abiertamente su exasperación con el
enfoque de EE.UU. hacia Irán.
"Tengo
que decir que este es un ejemplo angustioso del unilateralismo
estadounidense. A corto plazo, es desconsiderado de los intereses" de
algunos de sus aliados más cercanos, dijo el viceministro de Relaciones
Exteriores de Alemania, Niels Annen, durante un discurso en Berlín.
“La
situación actual en la región, damas y caballeros, es extremadamente
peligrosa".
Los
comentarios de Annen reflejaron cómo las metas de EE.UU. se han visto
afectadas por su uso consistente de tácticas de mano dura con países
cuyo apoyo necesita más adelante para enfrentar a sus adversarios.
Aliados como Canadá, Francia, Reino Unido, México y Alemania han sido
criticados públicamente por no responder a las solicitudes de EE.UU.
sobre temas clave, solo para ser cortejados por otros.
Un
alto funcionario de la administración, quien pidió no ser identificado
por tratarse de asuntos internos, dijo que había dos maneras de leer la
respuesta de los europeos en Bruselas; o no creen en la evaluación de
EE.UU. de las nuevas amenazas de Irán y quieren controlar los impulsos
del gobierno, o la situación es exactamente la opuesta: creen las
amenazas, pero no quieren admitirlo públicamente por temor a impulsar
una posible confrontación militar.
Tres
días después de la visita de Pompeo, sin embargo, el secretario de
Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, Jeremy Hunt, tuiteó: "Compartimos la
misma evaluación de la mayor amenaza que representa Irán".
Incluso
a medida que aumentan las tensiones, Trump no quiere llevar a EE.UU. a
una guerra con Irán, en parte por la preocupación de que un conflicto
armado ponga en peligro sus posibilidades de ganar un segundo mandato,
según personas familiarizadas con el tema.
En
un tuit publicado el viernes, Trump dijo que "la cobertura altamente
inexacta sobre Irán" es "Peligrosa. ¡Al menos Irán no sabe qué pensar,
lo que en este momento puede ser algo bueno!"
"Si
se observa los 40 años de este régimen, cambian su comportamiento
cuando uno o más de estos elementos están presentes: la presión
económica, el aislamiento diplomático y la amenaza de la fuerza
militar".
Afirma sobre el gobierno en Teherán Brian Hook, el enviado
especial de Pompeo en Irán. "Creemos que este es el enfoque correcto".
En
Teherán, los funcionarios dicen que no negociarán bajo coacción. Y sin
un canal diplomático tras bambalinas en funcionamiento, no está claro
cómo se iniciarían las conversaciones.
"Nadie
va a llamar a Trump y, finalmente, los estadounidenses se verán
obligados a plantear el tema de las negociaciones con Irán de manera
seria", dijo en un discurso Heshmatollah Falahatpishe, jefe de la
comisión parlamentaria de Irán para la seguridad nacional y los asuntos
exteriores a los legisladores de su país, según la agencia de noticias
de Islamic Students.
Estancamiento con Corea
La
política hacia Corea del Norte también parece estar en un punto muerto.
Las tensiones aumentaron entre los dos países en 2017, cuando Piongyang
realizó una serie de pruebas nucleares y de misiles y Trump respondió
amenazando con hacer llover "fuego y furia" sobre el régimen de Kim Jong
Un.
Cambió de rumbo rápidamente para iniciar conversaciones y ofrecer
elogios efusivos al dictador norcoreano, incluso diciendo que "se
enamoraron".
Sin
embargo, poco se ha logrado por la vía diplomática: Piongyang está más
avanzado en su programa de armas y no hay un camino claro hacia la
desnuclearización, el supuesto objetivo del equipo de Trump. Una
victoria que EE.UU. ha promocionado, una suspensión de las pruebas de
misiles y armas, se tambalea.
La semana pasada, Corea del Norte realizó
dos rondas separadas de pruebas de misiles de corto alcance –prohibidas
por las sanciones de Naciones Unidas–, lo que obligó incluso a Trump a
reducir su tono previamente optimista sobre las conversaciones.
’Nadie está contento’
En lugar de alcanzar sus objetivos finales, los funcionarios de la administración pueden reducir su definición de éxito.
El
riesgo para Trump y el mundo es mayor ahora por Irán. Incluso aunque
ambas partes aseguran no querer una guerra, los analistas señalan el
riesgo de que un accidente o un choque involuntario se convierta en algo
más grande.
"La
arrogancia con Irán podría fácilmente ser contraproducente", afirma
Paul Sullivan, experto en Medio Oriente del Centro de Estudios de
Seguridad de la Universidad de Georgetown. "Golpear mosquitos con
martillos puede ser muy costoso para quien martilla, no solo para los
mosquitos".