BOGOTÁ.- La aislada región sur de Colombia podría ser crucial para aumentar en
casi un 30 por ciento la producción de café a pesar de los bajos precios
mundiales, estima la Federación Nacional de Cafeteros, mientras los
caficultores buscan aumentar la productividad ante las mejores
condiciones de seguridad.
La cosecha de Colombia, el mayor productor mundial de arábiga lavado,
se ha ubicado en alrededor de 14 millones de sacos de 60 kilos durante
los últimos cuatro años, en medio de la lucha de los caficultores contra
el clima extremo y los bajos precios internacionales. Pero la
federación y el gobierno mantienen una meta de mediano plazo de 18
millones de sacos.
Para alcanzar el objetivo, la federación está
predicando un evangelio de productividad que incluye la promoción de la
renovación de cafetales, que ayudó a aumentar los rendimientos en un 30
por ciento en la última década, y la fertilización como una forma crecer
la cosecha sin extender el área cultivada.
El café adicional
que se llegue a producir en Colombia, un país conocido por exportar
codiciados granos de alta calidad, encontraría mercado porque la demanda
global sigue creciendo, según los comerciantes.
Pero aún queda
por ver si se puede alcanzar el objetivo en los próximos años, ya que
los productores enfrentan el cambio climático y los bajos precios, que
tocaron mínimos de 13 años y medio el mes pasado. Esta situación llevó a
Colombia a proponer vender su café sin tener en cuenta la cotización de
referencia de la Bolsa de Nueva York.
Las poco conocidas áreas
cafetaleras del sur del país podrían ser clave para lograr la meta. La
producción en la aislada región de selvas y montañas fue obstaculizada
durante muchos años por el violento conflicto interno armado de Colombia
y las dificultades de transporte.
Los campesinos en
departamentos como Meta, Putumayo y Caquetá han cultivado café durante
décadas, pero muchos abandonaron el grano -a veces bajo la presión de
grupos armados ilegales como la guerrilla- por la hoja de coca, materia
prima de la cocaína, un cultivo mucho más lucrativo.
En la década
de 1990, en medio del conflicto, había unas 11.000 hectáreas de café en
Caquetá, pero el auge de la coca redujo la extensión cultivada a 2.500
hectáreas. Ahora se ha recuperado a un nivel de alrededor de 4.000
hectáreas.
Aunque los grupos armados generalmente permitían que
los asesores de la federación visitaran las fincas, hubo áreas donde los
productores no recibieron capacitación ni ayuda por años.
Eso
cambió a medida que las mejoras en la seguridad de las zonas se
afianzaron y los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) se desmovilizaron bajo un acuerdo de paz firmado en
2016.
Los importadores ya están buscando antiguas zonas de conflicto como Caquetá para aumentar su producción.
“Una
gran cantidad de nuevo crecimiento que podría venir de Colombia se
encuentra en las áreas que han sido aisladas, en las antiguas áreas de
las FARC”, dijo Jacob Elster, CEO de Crop to Cup Coffee Importers.
“No
es irrazonable que con las mejores prácticas agrícolas y la plantación
de variedades con mayores rendimientos, casi se pueda llegar al
objetivo”, afirmó Elster.
La
federación ahora cuenta con cinco asesores en Caquetá y espera que con
el aporte a los agricultores de experiencia, semillas y otros
suministros puedan aumentar la productividad.
Rómulo Lozano,
que tiene una finca a la que se llega tras caminar 10 minutos por un
angosto sendero de lodo desde la carretera principal que conduce a la
ciudad de Florencia, la capital del Caquetá, espera que las nuevas
técnicas puedan llevar a un aumento de su cosecha.
Removiendo la
tierra con sus manos, el asesor de la federación, John James Gómez,
liberó las raíces de un arbusto sembrado en una bolsa plástica y lo
examinó frente a Lozano.
“¿Ves como esas raíces están enredadas?
Esa ya debería haber sido sembrada”, dijo Gómez, parado junto a Lozano
en una ladera boscosa.
Algunas
fincas siguen siendo tan rurales que los asesores tardan más de un día
en llegar, lo que hace que el transporte de suministros como
fertilizante sea excesivamente costoso.
Lozano, un exmecánico
de 46 años, volvió a trabajar en la finca familiar después de que su
padre se enfermó. Ahora quiere replantar cientos de árboles en un área
donde la roya, un hongo que daña las hojas de los cafetos, lo obligó a
arrancar un cafetal hace unos años.
Él piensa que la replantación duplicaría o incluso triplicaría la producción de 250 libras de café por año.
“Siempre
hemos tenido cultivos, pero no con la técnica que la federación
enseña”, comentó Lozano. “Todavía estamos en espera de ver esos
resultados”.
Se prevé que los volúmenes minoristas mundiales
de café crezcan un 8,5 por ciento entre 2019 y 2023, según Euromonitor
International, que hace investigaciones de mercado.
“Hay una
necesidad de que se produzca café para satisfacer la creciente demanda”,
dijo Rodrigo Costa, director de operaciones de COMEXIM USA. “Un aumento
en la productividad reduciría el costo de producción”.
Conseguir
que los caficultores reemplacen al menos el 10% de sus árboles
anualmente es vital, dijo Carlos Mario Charry, quien dirige la oficina
de la federación en Caquetá.
También es necesario sembrar árboles
resistentes a la enfermedad. La federación resembró 82.000 hectáreas el
año pasado. El Gobierno y el Fondo Nacional del Café anunciaron más de
15 millones de dólares en ayuda a los productores de café para la
renovación.
Los esfuerzos por aumentar la producción mediante la
productividad y no una expansión de la superficie cultivada es aplaudida
por los ambientalistas.
Alentar a los caficultores a reemplazar
los cafetales puede salvaguardar la selva tropical a medida que la
demanda crece en las próximas décadas, dijo Bambi Semroc de Conservation
International.
Pero
aunque los agricultores agradecen la ayuda de la federación, muchos
siguen concentrados en sobrevivir a precios bajos. Obanefer González, de
57 años, que tiene 10.000 árboles en una parcela cerca de Florencia,
quiere ayuda para que se reduzcan los altos costos de fertilizantes.
“El sueño es poder mantener los cultivos”, afirmó.