ROMA.- La industria de los cruceros en Venecia genera más de 400
millones de euros anuales para Italia, un negocio muy fructífero y
también muy polémico, pues los vecinos de esta joya del Mediterráneo
luchan desde hace años para que el Gobierno aleje a estos gigantes que
contaminan y afean el paisaje.
El debate sobre estos
enormes rascacielos marítimos en Venecia no es nuevo, pero ha cobrado
fuerza en los últimos días después de que un crucero de la compañía MSC,
de 65.000 toneladas, chocara contra un barco turístico, en el Canal de
la Giudecca, dejando cuatro heridos leves.
Desde hace casi veinte años, Venecia espera una solución
para los grandes barcos que satisfaga a la industria, a la economía, al
turismo, al empleo y al medio ambiente, y el Gobierno italiano del
Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la Liga está trabajando en ello.
"El objetivo es proteger el medio ambiente, el turismo y el empleo en
Venecia, creo que encontraremos una solución", explica el ministro
de Transportes e Infraestructuras de Italia y miembro del M5S, Danilo
Toninelli.
Venecia es el segundo puerto más grande de Italia, después de Civitavecchia.
El impacto económico en el país es de 410 millones de euros (unos 464,9
millones de dólares) anuales y más de 4.000 empleos permanentes, según
un estudio encargado en 2018 por la división italiana de la Asociación
Internacional de compañías de cruceros (Clia) a la empresa Risposte
Turismo.
Este análisis certifica que la industria de
los cruceros representa cerca del 3 % del producto interior bruto (PIB)
de la economía veneciana.
El director de Clia en
Italia, Francesco Galietti, subraya que la
importancia de Venecia reside en que es un puerto base, desde el que
inician o concluyen estos viajes turísticos.
"La
mayor parte de los turistas duermen un día en Venecia, antes o después
del crucero, y aportan riqueza al territorio. (...) Se calcula que el
gasto medio per cápita es de unos 180 euros", señala, y opina que si los
cruceros se alejaran se cancelarían "muchos viajes en el Adriático".
Además, cree que los cruceros no contaminan tanto, pues según la
agencia Arpav para el Medio Ambiente en la región del Veneto, solo
generan el 8 % de las emisiones totales durante el verano y el 2 % en
invierno.
Organizaciones y asociaciones de Venecia como el comité No Grandi Navi
(No a los grandes barcos) protestan desde hace años para que estos
cruceros no se acerquen a los canales venecianos y argumentan que
contaminan el medioambiente y destruyen la belleza del paisaje.
Este sábado han organizado una manifestación para pedir al Ejecutivo
italiano una solución urgente y duradera, y a ella han acudido
centenares de personas con banderas y pancartas con lemas como "fuera
los cruceros".
Stefano Micheletti, activista de este
comité, reflexiona que
Italia debe analizar "qué tipo de turismo fomenta" al permitir que estos
cruceros ensucien el aire "con sus carburantes y sus motores siempre
encendidos".
"Queremos que estos barcos atraquen fuera de la laguna", subraya.
Actualmente, los cruceros de menos de 96.000 toneladas llegan a Venecia
desde la parte oriental del Mediterráneo, entran a la laguna veneciana
por el puerto del Lido y navegan por el Canal de la Giudecca hasta la
Estación Marítima, al oeste de la ciudad.
Las
embarcaciones de más de 96.000 toneladas permanecen atracadas en el
puerto de Marghera, a varios kilómetros al oeste del puerto marítimo.
Estas asociaciones piden al Gobierno italiano y a las autoridades
locales que se construya un puerto fuera de la laguna, y proponen la
zona de San Niccolò, en el Lido, para que los turistas vayan a Venecia
en ferris.
Esta hipótesis no convence a las
autoridades locales ni a la industria de cruceros, que plantean que
estos barcos sigan llegando a la Estación Marítima de Venecia, aunque
por una vía alternativa a la actual: a través del Canal Vittorio
Emmanuele III, sin pasar por el centro histórico.
Las asociaciones contra los cruceros quieren dejarlos fuera de la
laguna, mientras que la industria crucerística acepta alejarse del
centro, pero permanecer en la laguna.
Su plan es que
los barcos lleguen a Venecia desde la parte oriental del Mediterráneo,
no por el Lido como hasta ahora, sino por el puerto de Malamocco, unos
kilómetros al sur.
Desde este puerto, entrarían a la
laguna y se dirigirían hacia el noroeste para atravesar el canal
Petroli, que separa la Isola delle Tresse y Marghera, y después virar
por el Canal Vittorio Emmanuele III hacia la Estación Marítima de
Venecia.
El alcalde Luigi Brugnaro cree que construir
un puerto en el Lido no será rápido y teme que la solución se alargue,
aunque considera que el Canal Vittorio Emmanuele III sería una buena
opción, porque ya existe y solo habría que adaptarlo a los barcos,
cavando para conseguir una profundidad de unos 10,5 metros.
La obra necesitaría de unos 19 meses y el coste sería de unos 120
millones de euros entre las labores de excavación, eliminación de
sedimentos y servicios subterráneos.
El director de
la Asociación veneciana de hoteleros, Claudio Scarpa, sostiene que el
proyecto es "realizable" para llegar a Venecia sin atravesar su centro
histórico.
"Este sector es fundamental para Venecia.
No podemos dejarlos fuera de la laguna porque perderíamos mucho
económicamente. Tienen que estar dentro de la laguna, pero fuera del
centro histórico", justifica.
El ministro de Transportes italiano, Danilo Toninelli, trabaja con el
ministro de Medio Ambiente, Sergio Costa, para elaborar un plan que dé
una solución definitiva y contente a todos.
El debate
sobre qué hacer con estos barcos existe desde hace unos veinte años,
subraya el ministro italiano, pero se generalizó tras el hundimiento del
Costa Concordia en enero de 2012 frente a las costas de la isla toscana
del Giglio, que causó la muerte a 32 de los 4.229 pasajeros.
Desde entonces, tras siete años y cinco gobiernos en Italia, la única
normativa aplicada en Venecia es la que limita la entrada al Canal de la
Giudecca a los buques de más de 96.000 toneladas.
Desde 2013 existe la llamada bandera de Venecia II, un acuerdo
voluntario por el que las compañías navieras que quieran se comprometen a
operar con combustibles menos contaminantes desde que entran en la
laguna hasta la Estación Marítima.
El ministro
Toninelli asegura que su ministerio estudia posibles alternativas, y
reconoce que el proyecto del Canal Vittorio Emmanuele III, que proponen
las autoridades locales y las empresas de cruceros, carece de concreción
y necesita un protocolo detallado para las labores de excavación.
Por otro lado, el del puerto del Lido es uno de los planes que el
ministerio y su equipo están estudiando. Creo que pronto tendremos una
solución", concluye Toninelli, mientras que la ciudad de los canales
espera.