domingo, 8 de febrero de 2009

El PP plantea que el Aeropuerto de Barajas se llame 'Adolfo Suárez'

MADRID.- El PP presentará en el Congreso una proposición no de ley para que el aeropuerto de Madrid-Barajas pase a llamarse Adolfo Suárez en reconocimiento al primer presidente democrático tras la dictadura franquista, según avanzó el secretario general del Grupo Popular en el Congreso, José Luis Ayllón.

La iniciativa, que ya cuenta con el visto bueno de la familia de Suárez, insta al Gobierno a que cambie el nombre del principal aeropuerto de España por 'Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez' en homenaje al ex presidente, imitando a los aeropuertos Charles de Gaulle en París y J.F. Kennedy en Nueva York.

"Se trata de que el primer presidente democrático tras la dictadura tenga un recordatorio histórico como se merece, un reconocimiento dentro y fuera de nuestras fronteras", subrayó Ayllón, para quien este homenaje será una muestra del "orgullo" de los españoles y su familia hacia su figura.

Ayllón indicó que su partido pone esta iniciativa parlamentaria a disposición de todos los partidos representados en la Cámara Baja para que "no sólo sea del PP" y puedan sumarse a ella las formaciones que lo deseen. Según indicó, la intención de los 'populares' es que la propuesta aglutine el mayor consenso entre los grupos parlamentarios.

De esta forma, el secretario general del Grupo Popular instó a quienes han promovido la Ley de Memoria Histórica a apoyar esta proposición de ley con el objetivo de que se registre Congreso con la firma de todos los partidos y pueda iniciar su tramitación en las Cortes con la mayor brevedad posible.

El 77% de los parados españoles aceptaría puestos de menor cualificación

MADRID.- La escasez de empleo y el rigor de las condiciones de vida al que se ven sometidos decenas de miles de trabajadores está desembocando ya en una mayor competencia laboral entre españoles y extranjeros.Los primeros, cada vez están más dispuestos a asumir empleos que rechazaban hasta hace sólo unos meses; los segundos ven cómo esas ocupaciones (muchas de ellas de baja cualificación y escasa retribución), son demandadas por un mayor número de parados.La tarta es cada vez más pequeña, mientras aumentan los que aspiran a un sitio en la mesa.

La situación, según los expertos, se complicará a medida que unos y otros vayan agotando el periodo de prestación por desempleo según "El Mundo".

El fenómeno no es exclusivo de España. Esta misma semana, una protesta sindical por la contratación en Gran Bretaña de 300 trabajadores italianos ha prendido como la pólvora y ha provocado incidentes de marcadas posiciones nacionalistas, cuando no xenófobas.

Situaciones menos alarmantes ya han empezado a observarse en el mercado laboral español en los sectores que más empleo ofrecían a los inmigrantes, sobre todo en el de la agricultura.

Por ejemplo, en la campaña de recogida de la aceituna en Jaén, se detectó la presencia masiva de inmigrantes (regulares e irregulares) con la intención de ser contratados a pesar de las advertencias de la Junta de Andalucía de que no se necesitaba mano de obra este año.

Por otra parte, la madrileña plaza Elíptica, hasta ahora zona de contratación de inmigrantes para la construcción, ya ha empezado a ser ocupada por parados nacionales. Asimismo, en las áresas próximas a grandes superficies, donde se venden por ejemplo muebles a bajo precio sin transporte, se están dando cita los autónomos españoles especializados en portes cuando, hasta hace poco, eran lugares exclusivos para los ecuatorianos. Y en las costas andaluzas se ha detectado en los últimos días la llegada de pateras con inmigrantes que venían en busca de un empleo en el inicio de la campaña de la fresa.

Según un informe de Funcas (elaborado por Lorenzo Serrano y Francisco Pérez, de la Universidad de Valencia), la presencia de un número importante de inmigrantes provocará un cambio en las relaciones entre extranjeros y nacionales en el mercado de trabajo «y la competencia será más alta». En 1992 figuraban como ocupados en España 70.000 extranjeros y a finales de diciembre de 2008 había casi 2,9 millones, a los que habría que sumar los 449.505 que se encuentran en el paro y una cantidad indeterminada (CCOO facilitó el dato de un millón de personas) de irregulares.

La crisis económica ha destruido en un año más de 700.000 puestos de trabajo (de 20,5 millones de ocupados se ha pasado a 19,8 millones) y el Gobierno prevé la desaparición de otros tantos en 2009. Según Lorenzo Serrano, durante los próximos meses asistiremos al nacimiento de un fenómeno nuevo, ya que los inmigrantes no dispondrán en exclusiva de su actual nicho laboral: los puestos de trabajo más precarios. «No sólo va a haber más competencia para un mismo puesto de trabajo entre trabajadores españoles e inmigrantes, sino también entre los propios españoles y también entre los propios extranjeros», comenta.

España ya registró en otras crisis anteriores tasas elevadas de desempleo, pero entonces el colectivo inmigrante era poco significativo. «Por tanto, no se producía reacción alguna ante la escasez de trabajo», comenta Serrano. «La situación ha cambiado ahora, y no se puede decir que seamos distintos a otros países de nuestro entorno, es decir, no es descartable que se puedan registrar situaciones como las que se están produciendo en otros lugares», indica. Se refiere a los brotes de proteccionismo laboral de los trabajadores británicos.

Afortunadamente, en España estas situaciones se han producido de forma aislada. Pero, según advierte un estudio publicado esta misma semana por la fundación L'Esplai -en cuya presentación participó el propio ministro de Trabajo, Celestino Corbacho- «hay amenazas que tienen que ver con el deterioro de la convivencia en determinados ámbitos de la vida social, la posible consolidación y extensión del sector xenófobo de la sociedad, la extensión de fuerzas políticas xenófobas y la proliferación de conflictos sociales con elementos raciales y de rechazo al inmigrante extranjero...».Una primera amenaza, añade el estudio coordinado por el catedrático de Antropología de la Universidad Autónoma, Carlos Giménez, «puede venir dada por el cambio de ciclo económico, aparejado con la fragilidad de la economía y de algunos de los sectores que la sustentan, como la construcción y el turismo».

Otras condiciones objetivas del mercado de trabajo también pueden resultar inquietantes. Los datos avalan que cada vez hay más personas que se disputan los empleos que no requieren cualificación.Según una encuesta realizada por Adecco, hasta un 77% de los desempleados aceptaría ahora un trabajo inferior a su formación y experiencia.

Cuando se hace la misma pregunta a personas que en la actualidad están trabajando, hasta un 93,5% de los encuestados responde que aceptaría un puesto inferior a su formación si se quedara en el paro.

Por otra parte, de las 342 actividades que recoge el catálogo de ocupaciones de difícil cobertura, sólo el 11,4% necesitan personas con media o baja cualificación, entre ellas, muchas relacionadas con oficios, mientras que el resto se refieren a especialidades técnicas y licenciados. Además, según el estudio realizado por AGETT, esto supone que las ocupaciones que se siguen demandando en el mercado de trabajo «se han reducido drásticamente en el caso de empleos que requieren media, baja o ninguna cualificación, que sí aparecían en los catálogos de meses anteriores. Estas ocupaciones», se añade, «ya se han cubierto».

Ahora, al menos temporalmente, el Gobierno va a abrir un nuevo nicho de este tipo de empleos de baja cualificación, una vez que arranque la contratación de desempleados del Plan de Inversión Local con que pretende combatir el paro.

El Ejecutivo ha destinado 8.000 millones para obras en los ayuntamientos (polideportivos, asfaltado de calles, etcétera). Ante esta nueva situación, según los expertos, se pueden producir codazos no sólo entre los constructores por hacerse con las contratas, sino también entre los propios parados, que deben proceder, bien sean nacionales o extranjeros, de las listas del Inem.

Según los expertos del mercado laboral consultados, la pretensión del Gobierno de crear 300.000 puestos de trabajo (65.000 según el Partido Popular) puede generar situaciones complicadas, ya que el Ejecutivo va a ofrecer empleo sólo para uno de cada diez parados, en plena recesión económica y con pocas expectativas de conseguir trabajo por otra vías.

«Como ya sucedió con la recogida de la aceituna, veremos deambular por los ayuntamientos a inmigrantes y trabajadores españoles demandando empleo en las obras», precisan. Es más, no descartan que los ayuntamientos controlen las ofertas de empleo de forma endógena y que sólo se contraten parados nacidos en esa localidad (posibles votantes). Por lo tanto, los inmigrantes, si no están censados, tendrán más dificultades para acceder a esos nuevos empleos.

Mercado español

La radiografía del mercado laboral no da pie al optimismo. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2008, al terminar el año había 120.000 personas más buscando empleo, siendo un 79% de ellos inmigrantes.

Según un estudio realizado por AGETT respecto a estos datos, la población activa de nacionalidad extranjera se mantiene a ritmos de crecimiento muy elevados a pesar de las malas perspectivas económicas y laborales. De hecho, pasó de un 10,7% al 11,3% respecto al trimestre anterior.

La EPA revela también que en este trimestre se incorporaron 642.000 nuevos activos (con intención de trabajar) respecto al mismo trimestre de 2007. De ellos, 254.700 (39,6%), fueron de nacionalidad española y 344.600 extranjeros.

Además, de los nuevos activos de nacionalidad española, más del 50% tiene estudios universitarios o de doctorado, mientras que para el caso de los activos extranjeros, la proporción se reduce a menos del 20%. Por tanto, la mayor parte de los inmigrantes seguirá dependiendo del empleo de baja cualificación que se genere.Pero no sólo ellos. De hecho, un 80% del total de parados tiene estudios por debajo de la educación secundaria, lo que indica que a menor formación, mayor posibilidad de caer en el paro.

La tasa de desempleo repuntó en el citado periodo hasta el 13,9% para el conjunto nacional. Sin embargo, la misma tasa para los extranjeros se situó en el 21,3% y la de los de nacionalidad española en el 12,5%. Es decir, la tasa de paro de los foráneos se incrementó en 8,9 puntos en tan sólo un año.

A la hora de abordar este debate, las centrales sindicales desligan la situación del mercado laboral español del brote de proteccionismo laboral surtido en Gran Bretaña a raíz de las protestas sindicales organizadas contra la contratación de 300 trabajadores italianos por parte de Total Killingholme.

Ana María Corral, responsable de Migraciones de UGT, precisó respecto a este caso que las protestas convocadas por las centrales británicas no obedecen a que una empresa de aquel país subcontrate a otra italiana, con trabajadores italianos, para realizar un trabajo, sino a que las condiciones laborales de esos contratados no sean las mismas que tienen los trabajadores británicos.

«No hay que confundir los debates», precisó a este diario. En su opinión, lo que ningún sindicato, ni británico ni de cualquier otro país, puede aceptar es que en una misma empresa haya trabajadores que desempeñen la misma función y tengan condiciones laborales y retribuciones distintas por el simple hecho de haber nacido en una u otra parte. Y matizó que los sindicatos españoles están en contra de las «conductas nacionalistas mal entendidas, que nunca aceptaremos».

Impedir que nuestro mundo se venga abajo / Klaus Schwab *

Esta es una crisis trascendental, una crisis que tendrá repercusiones fundamentales en nuestro mundo globalizado. En Davos, hace unos días, iniciamos la tarea de preparar de forma colectiva esa transformación. Voy a explicar cómo.

Un objetivo, que ya se ha conseguido, era el de ofrecer apoyo a los Gobiernos y las instituciones de gobernanza mundial, en particular el G-20. Davos no es más que el punto de partida del largo y difícil camino que nos aguarda.

Ahora bien, al reunir a los líderes mundiales durante varios días, hemos conseguido comprender mejor el origen de la crisis económica y las medidas que debemos tomar para relanzar la economía mundial. Escuchar los puntos de vista de cuatro Gobiernos del G-8 y reforzar el diálogo del proceso del G-20 como preparación para la cumbre de abril en Londres han sido dos primeros pasos importantes.

El llamamiento a los ministros de Comercio de 17 economías fundamentales más los 27 miembros de la UE para que eviten caer en políticas de "empobrecer al vecino" nos permitirá, esperemos, ver las auténticas consecuencias de este espíritu.

Y con la reunión entre el presidente del G-20, el primer ministro Brown, y los jefes de Gobierno de varios miembros del grupo procedentes de África, Asia y Latinoamérica, para estudiar los riesgos estructurales del sistema financiero y cómo estabilizar la economía mundial, hemos dado los primeros pasos en una estrategia mundial colectiva frente a la crisis.

Pero los días transcurridos en Davos me han convencido también, más que nunca, de que el cambio climático es algo que no sólo es necesario abordar sino que puede ser, por lo menos, parte de la recuperación económica.

Las empresas están empezando a "integrar" el cambio climático en sus planes; las tecnologías verdes ya no pueden seguir siendo un "añadido" ni una industria alternativa. Es un debate muy pertinente para 2009. En diciembre, en la cumbre de Copenhague, está previsto que se negocie un tratado que sustituya al Protocolo de Kioto.

Para poder gestionar el cambio climático es preciso que se hagan realidad unos planes de recuperación económica mundial vinculados a las oportunidades de empleo, capacitación, inversión y tecnología que exige una economía mundial de bajas emisiones de carbono. La tecnología verde puede convertirse en un motor limpio de crecimiento renovado. No podemos volver a hablar nunca de energía "alternativa"; sólo de energía sostenible, que es la que alimentará la economía del futuro.

Con ese objetivo, los directivos empresariales presentes en Davos acordaron avanzar con media docena de iniciativas concretas para acelerar la integración de las prácticas sostenibles en la empresa.

Uno de los principales resultados de Davos fue que, a pesar de las turbulencias económicas, acudió a la reunión más gente que nunca de la empresa, los Gobiernos y otros sectores interesados, para discutir los desafíos que afronta el mundo y tratar de dar una respuesta común a ellos.

Esta voluntad de trabajar juntos, por encima de los límites geográficos y en todos los sectores de la economía, la política y la sociedad civil, es lo que, con suerte, diferenciará esta crisis actual de la de los años treinta. Este sentimiento colectivo de cooperación y determinación que se vio en Davos me permite pensar, con cierto optimismo, que vamos a salir de la crisis. Es fácil decir que no son más que falsas ilusiones, pero, si hemos aprendido algo de los últimos seis meses, es que la confianza y la seguridad constituyen la base para que se produzca cualquier recuperación.

Por último, hemos notado que todo esto no sirve para nada sin una revisión sincera y profunda de nuestros valores y principios éticos fundamentales. Las empresas deben examinar con detalle sus sistemas de remuneración y gobierno. Los empresarios, las autoridades, los reguladores y los consumidores deben reflexionar sobre los excesos de la codicia.

En el mundo de hoy, tan interdependiente, la codicia a corto plazo no es un motor que contribuya a la mejor toma de decisiones. El impacto estructural e intergeneracional de nuestras acciones de hoy es mayor que nunca, y nuestros códigos éticos, así como nuestros sistemas de gobierno y reguladores, deben reflejar esa nueva realidad.

Éstos son sólo unos principios de soluciones, pero el verdadero trabajo comienza ahora. Debemos unirnos para impedir que nuestro mundo se venga abajo.

* Klaus Schwab es fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial
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¿Vuelve Keynes? / Ignacio Sotelo *

La crisis ha recuperado dos de los elementos esenciales del keynesianismo: el papel central del Estado para que funcione el mercado y el recurso al déficit para salir de la depresión. ¿Vuelve un Keynes triunfante, después de que a finales de los 70 hubiese sido desplazado por el liberalismo a ultranza de un Friedrich von Hayek, o un Milton Friedman?

En los años 50 y 60, en "la edad de oro del Estado de bienestar", pocos se hubieran atrevido a dudar de que la prosperidad que se vivía, en contraste con lo ocurrido en los años de entreguerras, no se debiera a un keynesianismo que, paradójicamente, no hubo necesidad de poner en práctica. Cuando en 1974 estalla la crisis -el detonador fue la guerra árabe-israelí, que cuadriplicó los precios del petróleo- hubo que enfrentarse a la conjunción de tres males -recesión, inflación y desempleo-, sin que las fórmulas keynesianas dieran los resultados esperados. El premier laborista, James Callaghan, llegó a manifestar en septiembre de 1976: "Estamos acostumbrados a pensar que podemos escapar a la recesión y aumentar el empleo rebajando los impuestos y aumentando el gasto. Lo digo con la mayor sinceridad, esta opción ya no existe, si es que alguna vez existió, porque el resultado ha sido siempre una mayor inflación. Y cada vez que esto sucede aumenta el nivel medio de desempleo".

En vez de empeñarse en mantener a cualquier coste el pleno empleo, el Gobierno laborista trató de crear las condiciones adecuadas para que el mercado desplegase una mayor eficiencia. Importa poner énfasis en que fue el laborismo el que enterró el keynesianismo, al aceptar la preeminencia del mercado, la contención monetarista y una "tasa natural" de desempleo. Asoció el pleno empleo con el estancamiento y la pobreza que traería consigo una sociedad más igualitaria y solidaria. Había que elegir entre igualdad y pobreza o riqueza y desigualdad. Entre 1945 y 1950 los laboristas montaron el Estado de bienestar basado en el pleno empleo, pero también lo clausuraron cuando se desprendieron del keynesianismo entre 1976 y 1979.

Conviene recordar que la máxima preocupación de Keynes era cómo conseguir el pleno empleo de los recursos disponibles, tanto humanos como de capital. Un paro crónico, incluso masivo en momentos de crisis, constituía a sus ojos el punto más débil del capitalismo, que a la larga no podría durar si produjese un desempleo perpetuo. Pese a las restricciones a las libertades individuales, el socialismo tendría la ventaja de garantizar trabajo para todos.

Al mostrar que la inversión no está ligada al ahorro, sino a las perspectivas de ganancia, Keynes critica el supuesto equilibrio entre producción y consumo que había constatado la economía clásica, en función de la cual el desempleo desciende si bajan los salarios y en general los costos de producción. Keynes recalca que si se bajan los salarios, al encogerse la demanda global, se obtiene el efecto contrario: más paro. Además, una política de achicamiento de los salarios no sólo es poco razonable, es que ni siquiera resulta factible. Bajar los salarios, con los conflictos sociales que comporta, sólo se lograría en un régimen autoritario que hubiera suprimido, entre otras, la libertad sindical.

Sin embargo, en los últimos lustros se ha defendido como política de empleo el ajuste a la baja de los salarios, favoreciendo el despido libre, aunque en la mayor parte de los países de nuestro entorno, pese a las presiones neoliberales, no se haya pasado de meros amagos. Ningún gobierno está dispuesto a provocar una sarta de conflictos sociales apoyando una reducción seria de los salarios nominales. De que desciendan ya se ocupa el paro... y la inflación de que bajen los reales.

Keynes fue muy consciente de que la apertura a los mercados internacionales lleva un alto riesgo para el pleno empleo, lo que explica su empeño en mantener las economías nacionales bajo un control estricto. En primer lugar, había que impedir, si fuera preciso incluso con medidas proteccionistas, que la apertura al exterior arrasase la industria básica establecida. "¡Hace mucho tiempo que no soy un librecambista, y no creo que nadie lo sea ya en el viejo sentido de la palabra!". Importa retener que el modelo keynesiano, en determinadas circunstancias y por un tiempo limitado, reclama medidas proteccionistas para garantizar el pleno empleo.

Keynes no sólo plantea, si fuese preciso, volver al proteccionismo, sino que pone en tela de juicio la prerrogativa exclusiva del empresario de decidir en qué y cuándo invierte su dinero, algo que atañe a la esencia misma del capitalismo. La aporía intrínseca del sistema radica en que no puede mantener el pleno empleo sin garantizar previamente las inversiones de la manera más conveniente para la economía nacional, y no simplemente para el interés del inversor. Y no hay "mano invisible" que haga converger el interés general con el egoísmo individual. Keynes fue claro: "Creo que una socialización bastante completa de las inversiones será el único medio de aproximarse a la ocupación plena".

Mantener el pleno empleo exige una mayor inversión, pero la privada aumenta o disminuye según sea la eficiencia marginal del capital, que, en todo caso, debe fluctuar por encima de la tasa de interés. Pese a que muchos la consideren la única opción posible, en el fondo nada tan opaco y vacilante como la inversión privada para eliminar el paro. Nadie invierte para crear puestos de trabajo, por mucho que una monserga constante insista en que la inversión privada es el factor principal para reducir el paro. En vísperas de elecciones, los partidos prometen bajar los impuestos para aumentar los beneficios de las empresas, lo que, dicen, redundará en inversiones que creen puestos de trabajo, como si hubiese una relación directa entre cuantía del capital disponible y monto de las inversiones. Se invierte para maximizar unos beneficios que, como expectativas verosímiles, han de vislumbrarse en el horizonte, y que son mayores cuanta menos mano de obra haya que emplear.

La socialización de las inversiones es parte integrante de una política keynesiana de pleno empleo, punto en el que la socialdemocracia no se atrevió nunca a ser consecuentemente keynesiana. Por el bien de la economía de mercado no habría otra salida que socializar las inversiones, es decir, suprimir la iniciativa individual, justamente, el elemento más propio y constitutivo del capitalismo.

Las dos recetas que ofrece Keynes para garantizar el pleno empleo -proteccionismo y socialización de las inversiones- no encajan en el capitalismo en su forma liberal primigenia, pero mucho menos la primera en la época de la globalización y la segunda cuando se ha hundido el movimiento obrero.

Pero también resulta innegable que "los principales inconvenientes de la economía en que vivimos son su incapacidad para procurar la ocupación plena y su arbitraria y desigual distribución de la riqueza y los ingresos". Dos cuestiones centrales que Keynes trató de encauzar, pero con la experiencia del último medio siglo ha quedado bien claro que, lejos de haberse resuelto, se han agravado muchísimo.

¿Vuelve Keynes? En la crisis que ha desencadenado la total desregularización, los dueños de los bienes financieros y de producción necesitan dinero público en cantidades ingentes. Amenazan con que, de no recibirlos, podría ocurrir que se derrumbase el sistema. Pero aun en situación tan extrema, de ningún modo están dispuestos a asumir el más elemental de sus principios, a saber, que el que pone el dinero adquiere la propiedad y decide. El Estado, con el dinero de todos, estaría obligado a salvar bancos y empresas, pero la propiedad, y con ella la capacidad de decidir, debe quedar en manos privadas.

Pronto se oirá otra vez la cantilena de que el Estado es bueno para subsidiar y, si las cosas se ponen mal, incluso tiene que hacerse cargo de las cuantiosas deudas acumuladas, pero ya se sabe, es un pésimo gestor. No habría alternativa a la actividad libre de la empresa privada, aunque, mientras no lo pueda evitar, está dispuesta a soportar un cierto control público.

La relectura que se hace de Keynes para justificar el enorme endeudamiento público que conlleva las ayudas a bancos y grandes empresas contradice por completo las intenciones de Keynes. Lo más grave es que la socialdemocracia de nuestros días haga suya esta interpretación.

* Ignacio Sotelo es catedrático excedente de Sociología
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Bernardo Kliksberg: «Obama ha traído la ética a la economía»

WASHINGTON.- Por primera vez, Estados Unidos ha establecido controles de salarios de directivos. Es una medida sin precedentes en los 232 años transcurridos desde que ese país proclamó su independencia. Y, sobre todo, una ruptura con la política económica de las tres últimas décadas. Porque, en realidad, Estados Unidos tiene una larga historia de intervención del Estado en la economía.

Por ejemplo, hasta mediados de los setenta hubo controles en los precios de una serie de productos y servicios básicos -incluyendo los alquileres de los pisos- y, durante la Administración Nixon, el encargado de aplicarlos fue Donald Rumsfeld, que luego se convertiría en el arquitecto de la invasión de Irak y en uno de los impulsores del catastrófico plan para imponer una economía totalmente liberalizada en aquel país.

El presidente estadounidense, Barack Obama, anunció la medida poco antes de las 11 de la mañana. A las cuatro y media de la tarde, en su oficina de Nueva York, Bernardo Kliksberg todavía seguía sonriendo cuando se le preguntaba al respecto: «Es una decisión histórica, que demuestra que Obama tiene capacidad de liderazgo y capacidad para conectar con la gente. Porque la sociedad estadounidense demandaba este cambio».

Para Kliksberg, la decisión de Obama era, en cierto sentido, una reivindicación de sus ideas. Porque, aunque su cargo es asesor senior para América Latina del Programa de Desarrollo de la ONU (PNUD, según sus siglas en inglés), a lo que este argentino lleva más de tres décadas dedicando su carrera profesional es la ética de los negocios y a la ética del desarrollo. Su último trabajo en este sentido es el libro «Primero la gente», coescrito con el Nobel de Economía Amartya Sen y presentado en la Casa de América el mes pasado.

Kliksberg cree que la decisión de Obama de imponer limitaciones a la remuneración de los directivos de las empresas que el Estado ha salvado de la quiebra con dinero público marca también un punto de inflexión en la revolución neoliberal iniciada hace tres décadas en EEUU por Reagan y en el Reino Unido por Thatcher.Primero esa transformación se fundamentó en la liberalización.

Pero, en la última década, la desregulación no fue suficiente.El objetivo fue la eliminación de todas las reglas y la autorregulación.«Es como si, en aras de la liberalización del tráfico de vehículos, eliminamos los semáforos», explica.

Para Kliksberg, ese culto a la autorregulación trajo unas consecuencias inesperadas: «La primera fue la codicia. La segunda, un dogmatismo incompatible con el pragmatismo empresarial. Y, finalmente, se produjo una pérdida total del sentido de la realidad. Eso generó una sensación de impunidad total.


Los directivos de Wall Street iban a trabajar en helicópteros. Recibían cientos de millones de dólares como indemnización cuando dejaban la empresa. No era soberbia. Era simplemente desconexión de la realidad». Por eso considera notable, por ejemplo, la batalla de Barack Obama para conservar su cuenta de correo electrónico: «Es una muestra de que él no quiere vivir en una burbuja, aislado».

La llegada de Obama y su nuevo estilo de hacer política, en buena medida basado en la movilización de los ciudadanos generada por las nuevas tecnologías es, según Kliksberg, una indicación de que el modelo económico y empresarial de las últimas tres décadas está cambiando.

«Evidentemente, sería mucho mejor que no hubiera habido crisis. Porque el daño causado por la ideología ultraliberal ha sido inmenso. Pero, ya que estamos en ella, creo que su efecto va a ser positivo. Hay que volver, paradójicamente, a los padres del modelo económico liberal, a los Adam Smith, John Stuart Mill, David Ricardo todos ellos estaban tremendamente preocupados por la ética. Tenemos que dejar un modelo que ha llegado a generar situaciones tan increíbles como que los jóvenes que acaben un MBA tengan menos valores éticos que cuando lo empezaron».

Y concluye: «Con su decisión sobre los salarios, Obama ha puesto a la ética de nuevo en el centro de la economía. Y eso es algo positivo. Porque la ingeniería económica y financiera había expulsado a la ética de la economía y la había dejado para las iglesias, los filósofos y los poetas».

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¿En qué estabais pensando en las escuelas de dirección? / Antonio Argandoña *

En qué estabais pensando en las escuelas de dirección cuando formabais a todos esos directivos que han causado esta crisis? La pregunta, que me han hecho con frecuencia, no está bien planteada. Esta crisis no ha sido provocada sólo por directivos desaprensivos e irresponsables, todos hemos contribuido: las familias que se endeudaron por encima de sus posibilidades, los gobiernos que miraron hacia otro lado mientras se formó la burbuja inmobiliaria, los reguladores que sabían que se estaban creando incentivos perversos y no hicieron nada para impedirlo.

Pero la pregunta sigue siendo válida: ¿qué parte de culpa corresponde a las escuelas de dirección? Bastante. Pero en nuestro descargo hemos de decir que la hemos heredado de los economistas -otro mea culpa, también soy economista-. Durante décadas enseñamos a los empresarios a dirigir equipos humanos con sentido común y prudencia, prestando un servicio y tratando de vivir en armonía con el medio ambiente y la sociedad. Pero la economía nos ofreció un modelo dirigido a la maximización del beneficio sin condiciones, sin equipo humano, ni servicio, ni armonía con nadie (al principio no era así de extremo, pero poco a poco acabó siéndolo). Y lo aceptamos como el paradigma de la buena dirección.

En defensa de las escuelas he de decir que ésta fue la tentación de toda una sociedad individualista y egoísta. No pervertimos a inocentes candidatos que venían llenos de ideales, sino que muchos de ellos -no todos, claro- ya venían con el virus dentro, buscando las elevadas remuneraciones de los bancos de inversiones.Y, además, aquel modelo humano y responsable del directivo ha subsistido en no pocas escuelas, en las que se procura explicar que un buen directivo debe actuar con ética y responsabilidad social. Y con prudencia, la primera virtud del directivo de una entidad financiera, como solía decir mi colega del IESE, Rafael Termes.

No pretendo negar que muchas escuelas de dirección, enseñando aquellos modelos, han podido crear una imagen distorsionada de lo que es una empresa y de lo que es dirigir. Si partimos del supuesto de que los seres humanos somos egoístas, materialistas e individualistas acabaremos consiguiendo que nuestros estudiantes sean egoístas, individualistas y materialistas. Esto es lo que la sensibilidad popular ha detectado en esos directivos a los que culpan de la crisis.

Pero me tranquiliza pensar que hay buenas escuelas, en las que se procura enseñar una ciencia de la dirección más humana y ética.Y que muchos alumnos vienen con la esperanza de encontrar ideas sensatas. Y que hay un buen número de profesores comprometidos con la tarea de superar los paradigmas económicos al uso, para introducir otros que, por ser más humanos, sean también más realistas, sin perder por ello rigor y utilidad.

* Antonio Argandoña ocupa la Cátedra La Caixa de Responsabilidad Social Corporativa en el IESE. www.elmundo.es

Deuda pública sobre privada / Luis de Guindos

La iniciativa más reciente ha sido la del Gobierno alemán de Angela Merkel, que hasta no hace mucho mostraba su escepticismo sobre la necesidad de un macroplán de estímulo fiscal. En concreto, ha aprobado un nuevo programa de expansión presupuestaria de 50.000 millones de euros, lo cual deja incluso pequeños a los planes de estímulo anunciados por otros gobiernos europeos que tradicionalmente han sido mucho más pródigos en cuestiones fiscales que los alemanes.

Las razones para este cambio son de distinto tipo. Por un lado, la percepción de que la recesión se extiende con intensidad y rapidez. Por otro, la impresión de que la política monetaria es incapaz, en el entorno actual, de estimular la demanda agregada y que nos encontramos en una especie de trampa de la liquidez en la que las bajadas de tipos y las inyecciones monetarias de los bancos centrales no se transforman en nuevo crédito para empresas y familias.

Ante esta situación, la respuesta de política económica ha sido doble. Primero, conceder directamente crédito vía adquisición de bonos o papel comercial por parte del banco central, lo que supone expandir su balance. De este modo, los bancos centrales -en concreto la Reserva Federal y el Banco de Japón- se saltan el habitual canal de transmisión monetaria, los bancos, y generan crédito para el sector no financiero por sí mismos.

En segundo lugar, los programas de estímulo fiscal dirigidos a compensar la caída de la demanda agregada -consumo, inversión y exportaciones- que se está dando prácticamente en todos los países. Estos programas discrecionales van mucho más allá de lo que es la expansión fiscal habitual, que tiene lugar vía los estabilizadores automáticos, es decir, caída de ingresos y aumentos de gasto ligados al ciclo.

Un inconveniente -aunque seguramente sea una ventaja para sus defensores- de la política fiscal es la dificultad de medir su impacto en la economía. Por varios motivos. Para empezar, los programas de expansión fiscal no se dan nunca en las mismas condiciones, y existen dudas de cuándo empezar a medir sus efectos; si en el momento de entrar en vigor o cuando se anuncian. Además, no podemos saber lo que hubiera ocurrido en su ausencia.

Pero lo más relevante es que las expansiones fiscales, aumento de gasto y/o reducción de impuestos, hay que financiarlas con deuda o con inflación, que es lo que ocurre cuando los déficit se monetizan.

Sin embargo, vivimos un momento en que todas estas dudas sobre la política fiscal, que han sido ampliamente analizadas por economistas académicos en las últimas tres décadas, parecen no importar.Lo que importa ahora es que el estímulo fiscal sea lo suficientemente grande como para que no haya dudas ante la posibilidad de quedarnos cortos.

En ello influyen dos elementos. Primero, las incertidumbres sobre la capacidad y efectividad de la política monetaria, que de algún modo también se extienden al propio funcionamiento del libre mercado. En segundo lugar, uno de los mayores defensores de un programa de estímulo fiscal es el nuevo presidente de Estados Unidos, que acaba de anunciar un plan adicional de cerca de un billón de dólares.

De alguna forma, Obama parece buscar un paralelismo histórico con el New Deal de Roosevelt y con la creencia de que dicho programa permitió sacar a Estados Unidos de la Gran Depresión en los años 30, de lo que existen bastantes dudas.

Y las cifras que nos llegan del otro lado del Atlántico son impresionantes.Antes del último plan de estímulo anunciado por Obama, la oficina presupuestaria del Congreso americano había proyectado para el ejercicio 2009, que acaba el 30 de septiembre, un déficit del 8,3% del PIB, que es el más elevado desde final de la Segunda Guerra Mundial, muy superior al récord del año 83 (el 6%).

A estas cifras hay que añadir el nuevo programa de estímulo anunciado con posterioridad, y que entre nuevo gasto y rebajas de impuestos supone algo más de 800.000 millones de dólares. Con estas cuantías, el déficit público americano podría superar fácilmente el 12%, y el peso del gasto público en la economía acercarse al 27,5% del PIB, excediendo ampliamente el máximo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, que se dio en el ejercicio de 1985 con el 23,5%.

Con este precedente que proviene del nuevo referente al otro lado del Atlántico, no resulta extraño que la discusión se esté centrando en el tamaño más que en la calidad de los estímulos fiscales y si efectivamente sus componentes serán eficaces o no.

Además, no se está prestando prácticamente atención al tsunami de deuda pública que los mismos van a generar para su financiación.En concreto, en el caso de EEUU se esperan emisiones en los próximos 12 meses de cerca de dos billones de dólares, el 14% del PIB americano, y los gobiernos europeos, sólo en el primer trimestre, deben emitir 350.000 millones.

Con este tipo de planteamientos puede que estemos olvidando cuál es el origen real de la crisis y cómo se debe salir de la misma.Esta crisis se ha producido por un exceso de endeudamiento, y su corolario ha sido una sobrevaloración de una serie de activos que se adquirieron gracias a una disponibilidad prácticamente sin límites de dicha deuda.

La salida de la crisis pasa necesariamente por una reducción de dicho nivel de deuda en los agentes y por una caída importante del precio de los activos, ya sean inmobiliarios, de renta variable o materias primas. Ello va a suponer que la tasa de ahorro de las familias y las empresas debe aumentar, lo que llevará a una caída del consumo y de la inversión en equipo y construcción, que en última instancia limitará abruptamente el crecimiento y elevará el desempleo.

La política fiscal puede intentar minimizar los costes sociales (que serán importantes) del ajuste, pero lo que no puede hacer es evitar dicho ajuste. Lo peor que nos podría ocurrir es que a un problema de deuda privada acabemos añadiendo otro de deuda pública. Ello simplemente alargaría la duración del ajuste y, al final, lo acabaría haciendo más doloroso.

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¿Es justo que todos suframos el derrumbe de los bancos? / Harold Meyerson *

En algunos sentidos, Estados Unidos es una nación de puritanos y no nos damos cuenta de que hay personas que no son capaces de cuidar de sí mismas y terminan viviendo de nuestra generosidad.Exigimos a los beneficiarios de la asistencia pública que realicen algún trabajo honrado a cambio del cheque que reciben.

Ahora, desde que el presidente Obama ha impuesto su criterio sin posibilidad de debate, exigimos a esos individuos que han hecho encallar nuestro sistema bancario que se atengan a nuestra escala salarial a cambio de que hayamos salido fiadores suyos.

A fin de cuentas, ¿cuál es la diferencia moral entre los beneficiarios de la asistencia pública y los genios de Wall Street, si exceptuamos que los primeros no son los responsables de haber hundido la economía global?

La decisión de Obama de imponer restricciones a la remuneración de los máximos directivos de aquellos bancos que soliciten el aval federal es un ejemplo clásico de cómo salvar el capitalismo de los capitalistas. Wall Street protestará lo que quiera, pero será políticamente imposible mantener el sistema financiero a flote si la opinión pública no está firmemente convencida de que su dinero no está yendo a recompensar a esos mismos directivos que llevaron el sistema a la ruina. En cualquier caso, la decisión de Obama no sólo es una buena medida política; es también una buena medida económica.

A lo largo de las dos últimas décadas, el sistema de incentivos económicos de Wall Street ha premiado con más dinero a aquellos que más riesgos asumían con el dinero de los demás. La estructura financiera surgida del New Deal garantizaba que los pequeños inversores, los pensionistas y los impositores no se verían expuestos a niveles altos de riesgos, pero la abolición de la Ley Glass-Steagall y los demás disparates de la desregulación arrojaron a todo el mundo a los mismos fondos de alto riesgo.

El Congreso y el presidente están trabajando en la elaboración de unas nuevas normas que devuelvan una mínima seguridad a la decisión de invertir, pero el decreto de Obama sobre las remuneraciones, en virtud del cual los directivos sólo podrán hacer efectivas sus acciones una vez que hayan enderezado sus bancos y devuelto la inversión aportada por el Gobierno, está dirigido además a recompensar los resultados a largo plazo en lugar de los beneficios a corto plazo.

En un sentido más amplio, las directrices presidenciales representan una primera ofensiva para acabar de una vez con la práctica generalizada del saqueo legal al que los máximos directivos norteamericanos someten rutinariamente a sus accionistas y empleados. La remuneración de los ejecutivos ha entrado en una espiral de locura a lo largo de las últimas décadas; los pagos de los máximos ejecutivos han aumentado desde las 24 veces en que multiplicaban el salario del trabajador medio en 1965 a 275 veces en el 2007.

Hay estudios que muestran que las retribuciones de los cinco máximos directivos de las empresas que cotizan en bolsa, que en el periodo de 1993 a 1995 representaban un 5% de la facturación de esas empresas, pasaron a representar el 10% en los años 2001 a 2003. Las mejoras de resultados de esas empresas y sus incrementos de tamaño justificarían exclusivamente un 20% de ese salto de las retribuciones, según sus cálculos, mientras que no habría explicación alguna para el 80 % del aumento de la remuneración de los máximos ejecutivos.Bien, vamos a aventurar una explicación.

Si alguien forma el consejo de administración de una empresa y su comité de retribuciones con altos directivos de otras empresas, lo que termina creando es una sociedad de socorros mutuos que remunera a sus miembros con el dinero de los accionistas.

Si los que mandan en la empresa lo hacen lo suficientemente bien como para que nadie ponga objeciones (como ha sido el caso de los accionistas durante el período de revalorización de los activos), o si no lo hacen bien pero nadie cuenta con poder para hacer algo al respecto (como ha sido el caso de los trabajadores durante este período de desmovilización de la afiliación sindical) he aquí lo que ocurre: el jefe termina siendo dueño de un piso en la Quinta Avenida, una casa al borde del mar en Hampton, un refugio en la estación de esquí de Aspen, el nidito de amor de Mayfair y al menos dos tercios del Comité de Finanzas del Senado, salvo que la opinión pública proteste.

Así las cosas, ¿por qué no designar no ya uno, sino varios representantes públicos en los comités de retribuciones de las tres megaempresas a las que se han canalizado más de 194.250 millones de euros en su conjunto, AIG, Citigroup y Bank of America? A cambio de aportar todo su capital circulante y de asumir todas sus deudas, hemos tomado casi el 80% del accionariado de AIG y designado un nuevo equipo de dirección.

Hemos puesto todo el capital de Citigroup y también hemos asumido todas sus deudas, pero, misteriosamente, no hemos sustituido a sus directivos por otros mejores, ni hemos exigido la propiedad de nada, salvo de las deudas. A lo mejor es que tenemos miedo de llamar a las nacionalizaciones por su nombre o es que nos da demasiado apuro que se sepa públicamente que ahora somos los dueños de la empresa que en parte fue llevada al fracaso por Robert Rubin, cuyos protegidos son mayoría entre los que integran el equipo económico del nuevo gobierno.

¿Es ésta la fórmula mejor y más brillante de hacer las cosas? ¿Con los mismos que se cargaron nuestra infraestructura industrial, que nos endeudaron hasta las cejas con la China comunista, que nos atraparon hasta el último céntimo con el dinero de plástico y las hipotecas basura, que compraron a nuestros políticos, que se burlaron de nuestra normativa, que han dejado exhaustos nuestros planes de jubilación, y que son esos mismos que luego han acudido a nosotros en busca de ayuda cuando su castillo de naipes se ha derrumbado? Maldita sea, francamente. Que los pongan en la picota.

* H. Meyerson es columnista de The Washington Post

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Próxima estación: Japón / José García Montalvo *

En los últimos meses muchos economistas y gestores empresariales han trazado similitudes entre los acontecimientos de la Gran Depresión y la situación de crisis económica que se vive en la actualidad. George Soros ha llegado a decir que la crisis actual es aún peor que la vivida hace 80 años.

Sin embargo, no hay que retrasar tanto la máquina del tiempo para encontrar un episodio económico con gran similitud a la situación económica que se vive en la actualidad: sólo hay que parar en la estación de Japón.El interés de esta comparación no reside sólo en la evolución de las variables económicas sino también, o fundamentalmente, en la reacción del Gobierno.

La década perdida japonesa comienza con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y el subsiguiente desinflado de las valoraciones de las empresas en bolsa. Recordemos que el índice Nikkei llegó hasta los 37.000 puntos, y en la actualidad oscila en torno a los 8.000. Familias y empresas estaban sobreendeudadas y debían desapalancarse. Después llegó la ralentización de los precios y la deflación.

Durante los primeros compases de la recesión japonesa se tomaron pocas medidas, algo similar a lo sucedido en la Gran Depresión.Pero a medida que los precios de la vivienda caían, los problemas del sector financiero se agudizaban. En 1997 comienzan los problemas graves del sector bancario, coincidiendo con una importante caída del valor del colateral de las hipotecas.

En Estados Unidos la caída de los precios de la vivienda ha sido más rápida que en el caso japonés y, por tanto, los problemas graves en el sistema financiero estadounidense han aparecido con menor retraso con respecto al pico del ciclo inmobiliario. Aviso para navegantes: la caída de los precios de la vivienda en España producirá el mismo efecto, aunque más tarde, pues el ciclo económico en España va con retraso respecto al de Estados Unidos.

Pero quizás el aspecto más destacable en la analogía entre la década perdida japonesa y los problemas actuales de Europa y Estados Unidos sea la reacción gubernamental. En Japón también se intenta en las primeras fases cambiar la percepción de la realidad en lugar de actuar sobre la realidad. En 1996 el gobierno japonés, ante los problemas de capitalización de los bancos, decide dar libertad para contabilizar los activos a precios históricos o a precios de mercado. ¿De qué me suena esto?

Pues es lo mismo que proponía el primer paquete anticrisis de Paulson (suspender la obligación de fijar los precios de los activos al precio de mercado o mark-to-market), aunque hace unos días fue rechazado por la SEC. En España también se han tomado medidas cosméticas: el Real Decreto Ley 10/2008 suspende durante dos años el cómputo de las pérdidas por deterioro de los activos inmobiliarios a efectos de cálculo del patrimonio neto y el capital social. Contabilidad creativa que sólo puede funcionar en una crisis de corta duración.Si la crisis se extiende todos estos artificios no hacen más que agravar los problemas.

La crisis japonesa resultó ser más intensa de lo esperado y el guardar las apariencias no funcionó. En noviembre de 1997 se instaura la protección de las transacciones en el interbancario.¿De qué me suena esto? Hemos visto tomar la misma media en la crisis actual. En febrero de 1998 se aprueba en Japón una ley para proporcionar protección general a los depositantes y comienzan las inyecciones de liquidez (que continuarán en marzo de 1999).¿De qué me suena esto?

Estados Unidos aumentó rápidamente el límite de la garantía de depósitos. También España y otros países tomaron la misma medida. En Norteamérica y el Reino Unido, aún no en España, ya se han realizado multitud de inyecciones de liquidez, incluidas algunas dirigidas a los bancos más grandes.

Esto no fue suficiente y en octubre de 1998 comienzan las nacionalizaciones de bancos en Japón. ¿De qué me suena esto? Varios países (incluido el Reino Unido) ya han realizado nacionalizaciones bancarias, y el modelo sueco parece ganar adeptos por momentos, mientras muchos países, incluso Alemania, se plantean la posibilidad de la nacionalización.

Finalmente, en el caso japonés también se produjo la compra de activos tóxicos. La primera compañía (privada) aparece en diciembre de 1992. Pero la primera empresa pública es, en 1999, la Resolution and Collection Corporation (RCC) que fue creada para gestionar los créditos morosos y activos tóxicos de bancos solventes y los activos de las instituciones financieras quebradas. ¿A qué me suena esto? A una versión del TARF (Estados Unidos) y el FAAF (España).

A pesar de toda esta batería de medidas, el sistema financiero japonés siguió deteriorándose hasta 2002 cuando se produjo una cierta recuperación de la economía real. Como sabemos la recuperación no ha durado mucho.

* José García Montalvo es catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra.

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John Lipsky: «La economía volverá a crecer en 2010»

DAVOS.- John Lipsky, subdirector del FMI, ha sido uno de los pocos dirigentes de las instituciones financieras globales que ha dado la cara en el encuentro anual del Foro Económico Mundial en la estación suiza de Davos. Ni Dominique Strauss-Khan, su jefe, ni el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick (presuntamente con gripe) asistieron. Lipsky se muestra preocupado por la coyuntura económica internacional, pero optimista de cara a 2010.

- Usted es uno de los pocos asistentes a la cumbre que transmitió optimismo.

- La situación es preocupante, pero debemos mirar hacia el futuro.

- ¿Cree que la recesión acabará pronto?

- Creemos que hay que hacer cosas y hay que hacerlas ahora. Nuestras últimas previsiones presumen medidas políticas significativas, y eso hace que tengamos expectativas de retornar a la senda de crecimiento mundial en 2010, aunque a finales de este año es posible que se recupere ya el control.

- ¿Cree como Obama, Merkel o Brown que deben reformarse el FMI o el Banco Mundial?

- Existe un gran consenso sobre ello, sí.

-¿Pero esas reformas servirían para remediar la situación actual o sólo para prevenir algo parecido en el futuro?

- Gordon Brown lo ha expresado bien al decir que hay un deseo generalizado de que las instituciones, especialmente el FMI, piensen en términos de prevención. Nosotros estamos dando más facilidades, sobre todo a los países en desarrollo usando el Financial Stability Forum y asesorando sobre los procesos que deben seguirse.

- ¿Qué medidas se pueden tomar de forma urgente?

- Hay muchas cosas que se pueden hacer. Bob Zoellick ha sugerido hace muy poco la creación de un Fondo de Vulnerabilidad para cubrir situaciones de emergencia en el que los países donarían el 0,7% de sus planes de estímulo.

- ¿Y qué piensa de propuestas como las de George Soros de 'crear' dinero mediante los mecanismos del Fondo o la venta de bonos?

- Se está estudiando, pero es un tema complicado.

- ¿Es buena la idea de crear 'bancos malos' que compren los famosos activos 'tóxicos'?

- Puede serlo, ¿por qué no? Pero depende de cada caso, no es una receta que valga para todos los países.

- ¿Qué papel pueden jugar en este momento países como España, que no está en el G-20?

- No es una pregunta a la que pueda o sepa responder ahora mismo.

- ¿Está el FMI en buena forma para hacer frente a los desafíos actuales?

- Desde luego, el Fondo está preparado.

- Usted ha sugerido que harían falta 500.000 millones de dólares más.

- Siempre buscamos nuevas formas de financiación, pero no existe peligro en la actualidad. Son necesarias medidas para devolver la confianza.

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Xavier Sala i Martín: «Hay que dejar que los bancos quiebren»

BARCELONA.- Xavier Sala i Martín es uno de los mayores expertos mundiales en crecimiento económico y uno de los dos únicos moderadores españoles en el encuentro anual del Foro Económico Mundial en Davos de este año. Además, Sala i Martín es una de las pocas voces que se alzan contra los planes de rescate alocados y la intervención como único camino.

- Profesor, ¿sirve de algo el encuentro de Davos?

- Davos nunca ha servido para nada más que para discutir ideas.No somos ni el G-8 ni el G-20 ni el G-1. Esto es gente discutiendo, de empresarios y académicos a ministros y ONG.

- ¿Qué aires se han respirado este año?

- Se han vuelto locos. Parece que toda la economía, todos los avances que hemos hecho en la ciencia económica en las últimas décadas, los estamos tirando a la basura.

- ¿No es necesaria la intervención del Estado?

- Yo no hablo de intervención, sino de gasto. Dando por hecho que el Gobierno va a gastar, la pregunta es ¿dónde debe hacerlo? La respuesta de todo Gobierno minimamente inteligente debería ser 'en algo que sea productivo'. Pero no se puede arreglar la crisis con energías verdes o infraestructuras, como dice Obama.Para hacer bien esas cosas se necesita tiempo. El día que se pueda gastar el primer dólar será demasiado tarde. Necesitas gastar ahora y si quieres gastar bien, no puedes hacerlo.

- ¿Cuál es entonces el problema, o la solución?

- El problema central es de bancos, porque los ahorros no van a la inversión. El mecanismo que siempre hemos utilizado que une los ahorros de las familias con las empresas se ha paralizado.

- ¿ Y cómo se reactiva?

- Una opción es dejar que los bancos quiebren. Ni bad banks ni nada, todos los que tengan activos negativos, como pasa con todos los bancos americanos, fuera.

- Y después, ¿qué se hace?

- Se crean nuevos bancos con capital privado. Y para incentivarlo el Gobierno utiliza ese dinero, esos millones que quiere tirar a la basura, para por cada dólar que el sector privado ponga, poner otro. De esa manera se consigue que el que toma la decisión de invertir sea el sector privado, no el Gobierno. Además, el Estado tendría una parte minoritaria que después podrá vender al sector privado, con lo que se recuperaría una parte del dinero invertido.

- ¿Alguien le escucha?

- El que quiere escuchar, escucha. Parece que volvemos al año 36 y todo lo que hay que hacer es aumentar el gasto público, como si esto fuera la solución para todos los problemas. Eso es una solución cuando hay falta de demanda, pero ahora no pasa eso. Pero como en el año 36 dicen que funcionó, entonces repetimos . La crisis no viene de eso ni de tener un FMI obsoleto, viene de malos incentivos en el sistema financiero, de una mala regulación mundial, de un exceso de intervención pública, de Greenspan bajando los tipos a casi cero.

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Sin bancos no hay paraíso / Joaquín Estefanía

Con su autorización no me resisto a tomar prestado este titular de una excelente presentación del economista español José Juan Ruiz, que en breve presentará sus propias reflexiones sobre los créditos en tiempos de crisis en estas mismas páginas. La percepción muy mayoritaria que existe hoy sobre el angostamiento del mercado de préstamos bancarios a pequeñas y medianas empresas (pymes) y a ciudadanos en general ha adquirido carta de naturaleza con dos recientes encuestas.

La primera, de las cámaras de comercio, indica que cuatro de cada cinco pymes que en los últimos tres meses han pedido financiación al sector (bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito) han tenido problemas para obtenerla; que el 17% de las peticiones han sido rechazadas (apenas unas semanas antes ese porcentaje era sólo del 12%); que para el 76% de las empresas los gastos y comisiones se encarecieron; que la mitad tuvo problemas con su entidad habitual; y que en el 59% de los casos el volumen de financiación se redujo, al igual que el plazo de devolución. La segunda encuesta, del Banco Central Europeo (BCE), se hizo al otro lado de la barrera, entre 112 entidades prestamistas: dos de cada tres bancos endurecieron las condiciones de los créditos a las empresas, y casi la mitad fue más rígida con los particulares. Y ello a pesar de la bajada de los tipos de interés.

Al tiempo que se concretaba ese malestar nada difuso, al menos dos representantes de la banca española daban sus argumentos. En la presentación de los resultados del banco (más de 8.400 millones de euros), Emilio Botín, presidente del Santander, se explicaba: no se ha cerrado el grifo del crédito, sino que se ha reducido el ritmo conforme la recesión reduce la demanda y se incrementa la morosidad; flaco favor haríamos las entidades financieras a la economía española si aumentáramos el crédito de forma irresponsable, poniendo en peligro la solvencia del sistema, como ha ocurrido en otros países. Y Miguel Martín, presidente de la patronal bancaria (AEB), en una controvertida intervención ante el Grupo Parlamentario Socialista, reiteró que el sector bancario sigue siendo el principal activo con que cuenta la economía real, y que es ésta la que ha perjudicado al sector bancario y no al revés.

El tercer actor de la tragedia, en una economía que necesita de guardias de circulación para agilizar el tráfico, es el Gobierno. Más allá de las diferencias retóricas entre algunos de sus miembros, la misión del Ejecutivo es doble y dialéctica: convencer al contribuyente de que las ayudas a la banca (a través de la compra de activos, de los avales e incluso de su recapitalización pública) no son sino el medio de evitar males mayores, pero al tiempo recordar a las entidades del sector que su obligación es prestar. Los ciudadanos sólo apoyarán las muletas públicas si la banca privada les presta dinero cuando tienen dificultades y no sólo en tiempos de bonanza.

El origen de la sequía de créditos está en el mercado al por mayor. Las entidades financieras españolas acudieron al mercado internacional para complementar la insuficiencia de ahorro nacional. El resultado es que el 40% de su balance depende de la financiación en los mercados mayoristas. Casi dos de cada tres hipotecas concedidas se financiaban en estos mercados, que han estado prácticamente cerrados desde el inicio de la crisis de las hipotecas subprime en agosto de 2007. Los bancos deben hacer frente a las obligaciones adquiridas (emisiones de títulos de renta fija de distinto tipo) en estos mercados, que se cuantifican en 100.000 millones de euros en el año en curso y casi en 500.000 millones más hasta el año 2015.

Un catedrático de Historia e Instituciones Económicas escribe a El País para explicar lo que sucede: en el capitalismo, las empresas son maximizadoras y reaccionan a los incentivos y desincentivos; la razón por la cual la ayuda pública a los bancos no ha aumentado la inversión crediticia es porque los Gobiernos no han puesto como condición que tengan que hacerlo para ser beneficiarios de estos apoyos. Los bancos han hecho lo esperable: utilizar las ayudas para sanear su balance y/o realizar inversiones de bajo riesgo, no para aumentar el crédito a empresas y familias de comprometida solvencia.

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Acuerdan la renuncia del ministro de Economía alemán

BERLÍN.- La canciller alemana Angela Merkel y el partido alemán CSU, aliado del gobierno, lograron un acuerdo este domingo para que el ministro de Economía Michael Glos renuncie en los próximos días, como él lo desea, anunció la CSU.

Esta renuncia será efectiva desde que se encuentre sucesor para Glos, lo que es asunto de unos días, indicó una fuente de la dirección de la CSU, rama de la CDU de Merkel en Bavaria.

Michael Glos había expresado el deseo de abandonar sus funciones en una carta a Horst Seehofer, pero este rechazó su renuncia el sábado y le reiteró su "confianza"

Discusiones tuvieron lugar este domingo entre la CSU y la cancillería, "todo se aceleró" y "es claro que ya no se puede conservar a Glos" en su puesto, indicó a la dirección del partido CSU de Bavaria.

El jefe de la Unión Cristiana Social (CSU), Horst Seehofer, y la señora Merkel lograron un acuerdo el domingo para que Glos (CSU) deje sus funciones lo más pronto posible, precisó la fuente.

Un asesor de Obama prevé fuerte lucha en el Congreso por el plan de estímulo

WASHINGTON.- Uno de los principales asesores económicos del presidente Barack Obama anticipó el domingo una lucha difícil con el Congreso para lograr la aprobación del cuantioso paquete de aliento a la economía que el mandatario considera indispensable.

El director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Larry Summers, dijo que la discusión girará alrededor de los 40.000 millones de dólares de ayuda a gobiernos estatales y locales que el Senado pretende eliminar del plan de estímulo económico propuesto por Obama.

El planteamiento de Obama prevé la distribución de grandes sumas del gasto gubernamental y reducciones fiscales para estimular a la economía en recesión.

El Senado podría aprobar el martes una versión de 827.000 millones de dólares. El proyecto ya aprobado por la Cámara de Representantes contempla 819.000 millones de dólares.

Los legisladores tendrían que conciliar las diferencias esta semana, mientras Obama espera promulgar el proyecto definitivo a mediados de mes.

Sin la entrega de apoyo federal a los gobiernos estatales y federales, el país entraría en un "ciclo vicioso de despidos, abaratamiento de la vivienda, menos impuestos por propiedades y más despidos", advirtió Summers.

El presidente de la Comisión Bancaria del Senado, el republicano Barney Frank, reprendió a sus correligionarios por ignorar el resultado de las elecciones de noviembre.

El resultado mostró "que el gasto público es algo bueno para mejorar la infraestructura, para evitar el desmoronamiento de puentes y tener policías y bomberos", afirmó Frank.

El senador republicano John Cornyn advirtió que el paquete de estímulo podría perjudicar a la economía en el futuro.

El plan de Obama está cargado de proyectos pendientes de los demócratas y es "gasto hasta donde se puede ver", señaló Cornyn, un crítico tenaz del enfoque de Obama para apoyar a la economía.

El senador republicano John Ensign rechazó los señalamientos de que su partido esté demorando la aprobación senatorial del plan.

"Será aprobado esta semana, pues queremos algún tiempo para revisarlo, queremos algo de tiempo para que los estadounidenses puedan verlo", dijo.

Summers habló el domingo en las cadenas ABC y Fox, mientras Cornyn estuvo sólo en la segunda. Frank y Ensign hablaron para la NBC.

Casi medio millón cubanos ya usa celulares

LA HABANA.- Casi medio millón de cubanos tiene teléfonos celulares menos de un año después de el gobierno comunista de la isla permitió la venta libre de ese servicio a la población, informaron las autoridades.

"Al cierre del 2008 se registraban en Cuba un total de 479.861 líneas celulares" reportó el diario Juventud Rebelde en su edición dominical.

La cifra incluye los celulares adquiridos en moneda libremente convertible (CUC), los asignados por "interés social" o los "teléfonos fijos alternativos" (TFA) que prestan servicio en las comunidades donde no llegan las líneas telefónicas normales.

Cuando el gobierno cubano autorizó la venta libre de celulares en marzo de 2008, activar una línea costaba 111 CUC hasta diciembre cuando bajó a 60 CUC (unos 65 dólares). Los abonados deben comprar tarjetas para cargar crédito y utilizar sus líneas.

En Cuba un peso cubano equivale a 24 dólares y un CUC corresponde a 1,20 dólares.

La operación de celulares se mantiene bajo el monopolio de la firma italo-cubana ETECSA.

"Este servicio ha permitido llevar la telefonía a lugares a los que, por ser muy intrincados, nunca se hubiera podido llegar de otro modo, o a aquellos que por la densidad telefónica o la necesidad de fuertes inversiones tampoco hubieran tenido acceso de inmediato al teléfono", explicó Máximo Lafuente, vicepresidente de Servicios Móviles de ETECSA al diario cubano.

La cobertura de la red de telefonía celular alcanza "el 67,33% del territorio cubano y el 75,8% de la población" indicó el funcionario.

Lafuente señaló que "la gran mayoría del tráfico de telefonía celular es subsidiado por el Estado gracias a los ingresos que se obtienen por los móviles que funcionan en moneda libremente convertible".

El rotativo, que es el órgano divulgativo de la Unión de Jóvenes Comunistas, una de las ramas del único partido de la isla, calificó los precios de "altos".

Una llamada que se recibe, tanto desde otro teléfono móvil como de un fijo, cuesta 0,46 centavos CUC; en las llamadas dirigidas a otro celular se cobra 0,50 centavos CUC y a un teléfono fijo 0,60 centavos CUC, detalló el funcionario. Todas las tarifas son por minuto.

El funcionario aseguró que "el estado cubano tiene la firme intención de continuar expandiendo la telefonía móvil y convertirla paulatinamente, y en dependencia de los recursos, en un servicio accesible para la mayoría de la población".

Obama retoma hábitos de campaña para defender su plan de reactivación

WASHINGTON.- Tres semanas después de haber asumido su cargo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, retomará la semana próxima el ritmo y el estilo de campaña electoral, en dos viajes para defender su plan de reactivación económica ante los estadounidenses más golpeados por la crisis.

Obama, quien esta vez viajará a bordo del avión presidencial Air Force One, visitará Indiana (norte) el lunes y Florida (sudeste) el martes, con el fin de defender su plan por unos 800.000 millones de dólares, cuya aprobación se demora en el Congreso, donde chocó con la oposición de gran parte de la minoría republicana.

Tras arrebatar esos dos Estados a los republicanos en las elecciones de noviembre, Obama encabezará mitines en dos ciudades que sufren especialmente la crisis económica: Elkhart, en Indiana, donde el desempleo creció en un año del 4,7% al 15,3%, y Fort Myers, en Florida, donde el índice pasó del 6% al 10%.

Obama mantendrá además la noche del lunes su primera conferencia de prensa en un horario de gran audiencia, a las 20H00 de Washington (01H00 GMT del martes), desde los salones de la Casa Blanca.

"Tanto la escala como la envergadura del plan es justa. Y es tiempo de actuar, ahora", destacó Obama el sábado en su intervención radiofónica semanal, y estimó "positivo" el avance de las negociaciones en el Congreso.

Los senadores llegaron la noche del viernes a un acuerdo sobre un plan reducido para inyectar 780.000 millones de dólares a la economía estadounidense, menor al proyecto inicial que había alcanzado 920.000 millones.

El lunes votará la Cámara Alta. Obama dio plazo a ambas Cámaras, hasta el 16 de febrero para votar un texto de compromiso.

Hasta ahora el presidente había privilegiado el contacto directo con la oposición republicana esperando obtener un respaldo, pero ningún republicano votó a favor de la versión de 819.000 millones de dólares que había sido aprobada el 28 de enero por la Cámara de Representantes.

Sólo tres republicanos estarían dispuestos a votar con los demócratas en el Senado.

En los últimos días Obama cambió el tono: "Es imperdonable e irresponsable estar así bloqueado y retrasado, mientras millones de estadounidenses han sido despedidos", declaró el viernes, al comentar el salto de la tasa de desempleo al 7,6%.

En su intervención radial el sábado, Obama arremetió contra los republicanos que prefieren que se bajen los impuestos a que se realice un amplio programa de inversiones públicas.

"No podemos confiar en una receta que no funciona y que propone únicamente la baja de impuestos para responder a todos nuestros problemas ignorando los principales desafíos económicos: el costo exorbitante de la salud y el mal estado de gran número de escuelas, nuestra dependencia del petróleo extranjero y nuestras rutas, nuestros puentes y nuestros diques que se derrumban", insistió.

El endurecimiento del tono no pasó desapercibido para los republicanos, que decidieron aprovechar la oportunidad de esta votación crucial para hacer escuchar su voz y reforzar su oposición, tras el fracaso electoral de noviembre.

En este contexto, los desplazamientos de Obama del lunes y martes son una señal del cambio de estrategia.

"Esto no tiene por fin ablandar a tal o cual miembro del Congreso", aseguró el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs. "Es una forma que tiene el presidente de hablar a los estadounidenses de lo que está en juego", afirmó.

Zapatero dice que no recortará en España los derechos de los trabajadores

MADRID.- El Gobierno no abaratará el despido ni recortará los derechos de los trabajadores como respuesta a la crisis económica, sino que creará puestos de trabajo y garantizará las prestaciones para los desempleados, según aseguró el domingo el presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero.

Afirmó en un acto con alcaldes del PSOE que la crisis la han generado los que "no tienen escrúpulos" y que el Gobierno "no dejará a ninguna familia en la cuneta", asegurando que pondrá todos los recursos necesarios para luchar contra el paro.

En ese acto organizado por los socialistas en Madrid con unos 1.200 alcaldes de la formación para hablar del Fondo de Inversión Municipal aprobado por el Gobierno, que benefica a los ayuntamientos con 8.000 millones de euros, el jefe del Ejecutivo central afirmó que la crisis la han generado "los que no tienen escrúpulos y los que piensan en la avaricia".

Por ello, Zapatero ha subrayado que no se deteriorarán las condiciones laborales ni se abaratará el despido, "como a algunos les gustaría", para lo que trabajará con empresarios y sindicatos, de forma que se favorezca el empleo.

Rodríguez Zapatero señaló que el Gobierno es "hoy, ante todo, el de las personas que pierden su empleo, de las familias con más dificultades", por lo que el Ejecutivo pondrá todos los recursos a su alcance para luchar contra el desempleo.

Sobre el fondo local de 8.000 millones, el líder socialista consideró que "va a marcar un antes y un después en el municpalismo español", y ha criticado al Partido Popular (PP) por no apoyar en su momento este fondo.

En una semana en la que el ministro de Industria, Miguel Sebastián, acusó del alto desempleo a las restricciones crediticias de los bancos, Zapatero dijo que los trabajadores no deberían pagar por los problemas económicos.

"Esta crisis no la han generado los trabajadores, no la han generado los trabajadores no, la gente normal, los ciudadanos comunes, esta crisis la han generado aquellos que no tienen escrúpulos y sólo piensan en la avaricia", declaró en un discurso ante alcaldes socialistas en un acto sobre el fondo estatal de inversión.

"Vamos a combatir la crisis fortaleciendo las políticas sociales y los derechos de los trabajadores. A tantos que piden el despido más fácil, o el despido más barato, o el despido libre, les tengo que decir que no", añadió.

España tiene uno de los costes de despido más altos de Europa para contratos fijos, y la patronal quiere una reforma laboral para facilitar la contratación de jóvenes e inmigrantes.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico dice que España necesita abordar esta medida y otras reformas estructurales para incrementar su competitividad y reducir el desempleo, que alcanzó el 14,4 por ciento en diciembre, con diferencia la tasa más alta de la Unión Europea.

Zapatero dijo que España tenía muchos problemas, pero que tendrían que esperar.

"Sí hay muchos problemas en España, claro que sí, y muchos proyectos, y muchas cosas a mejorar, e innovar y renovar pero en este momento (...) hay un sólo un problema, atender a las familias que tienen dificultades por el paro y cuanto antes hacer que vuelvan a tener trabajo", declaró.

Zapatero se ha abstenido de abordar reformas laborales después de que Comisiones Obreras amenazara con una huelga general si el Gobierno intentaba recortar beneficios de los trabajadores.

Su respuesta a la peor recesión del país en 50 años es un plan de infraestructuras de 11.000 millones de euros para crear más de 300.000 empleos, principalmente mediante 31.000 proyectos de obras públicas en pueblos y ciudades.

Ha presupuestado casi 50.000 millones de euros en ayudas impositivas y créditos estatales, así como hasta 50.000 millones de euros para respaldar a la banca, agotando el margen para respaldos fiscales.

El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, aseguró desde Ginebra que Zapatero era un "temporal de ineficacia e incompetencia" y acusó al Gobierno de despilfarrar en plena crisis.

El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, defendió el domingo al Gobierno frente a las críticas de que estaba tardando en desplegar su programa de obras públicas, que empezará a crear puestos de trabajo en marzo.

"La velocidad de la crisis es tremenda; es una velocidad de huracán. Y la velocidad de las medidas es la del Estado de derecho", declaró al diario El País.

El plan de estímulo es imperfecto, según dice Obama

WASHINGTON.- Barack Obama y los republicanos en el Senado se enfrentaron agriamente ayer sábado por su colosal e histórico plan de recuperación económica, trazado por el presidente, luego de que los estados y las escuelas perdieron decenas de miles de millones de dólares, eliminados del proyecto en un acuerdo de última hora alcanzado la noche anterior.

La medida, que contempla 827.000 millones de dólares como estímulo para la economía, está camino a su aprobación en el Senado el martes, a pesar de la oposición firme de los republicanos y la decepción de algunos demócratas, entre ellos el propio Obama, quien calificó el plan de imperfecto.

El siguiente paso ahora lo constituyen las negociaciones entre la Cámara de Representantes y el Senado, que mantienen un desacuerdo sobre los fondos para financiar descuentos a los impuestos y los programas de educación y ayuda para los gobiernos locales.

"No podemos permitirnos el tener al enemigo perfecto de lo absolutamente necesario", dijo Obama en su discurso semanal por radio e internet, en un tono pragmático que no solía ser escuchado por sus seguidores liberales durante la campaña.

Sin embargo, el popular mandatario, que ha visto a seis de cada 10 electores aprobar su desempeño hasta ahora, aprovechó para recordar a los republicanos que fueron los demócratas, no ellos, quienes resultaron victoriosos en las elecciones de noviembre.

Horas después, el Senado convocó a una poco acostumbrada sesión vespertina, para debatir en torno al acuerdo entre los republicanos moderados y la Casa Blanca logrado el viernes. Fue un inusitado ejemplo de cooperación encaminado a lograr la aprobación del plan, sumando unos cuantos votos republicanos a los de la mayoría demócrata.

El acuerdo con el grupo republicano encabezado por Susan Collins, la Casa Blanca y sus aliados en el Senado elimina unos 108.000 millones de dólares del plan de Obama, incluyendo recortes en proyectos que con seguridad le darían impulso a la economía, como los 40.000 millones de dólares en ayuda a los gobiernos estatales para educación y otros programas.

Sin embargo, retiene elementos que posiblemente no tendrían un gran impacto, como los 650 millones para ayudar a la gente sin televisión por cable a recibir señales digitales en sus televisores análogicos o los 1.000 millones destinados a resolver algunos problemas del censo para el 2010.

Uno de los recortes más difíciles de aceptar para la presidencia y sus aliados lo fueron los 40.000 millones de dólares en ayuda a los estados, dinero que de acuerdo con los economistas representa una forma relativamente eficiente de animar la economía al prevenir despidos, suspensiones en los servicios o alzas de impuestos.

"Reduce el número de conceptos estimulantes, como la ayuda fiscal a los estados... y los sustituye principalmente con algunos amplios descuentos a los impuestos que no tienen mucha efectividad como estímulos", dijo Bob Greenstein, fundador del Centro de Prioridades en el Presupuesto y Políticas, de corte liberal. "Así que nuestro resultado neto es un plan que rinde menos".

Independientemente de todos los recortes, el plan mantiene la idea esencial de Obama, estructurada para resolver la peor recesión en varias generaciones al combinar cientos de miles de millones de dólares en inversión a fin de alentar las compras por parte del sector público, con descuentos a los impuestos diseñados para incrementar el consumo de los particulares.

Las negociaciones dejaron en el paquete 70.000 millones para abordar la cuestión del llamado impuesto mínimo alternativo, con el cual se busca evitar que las familias se vean afectadas por incrementos hacendarios que promedien alrededor de 2.300 dólares. El problema de todas formas iba a ser abordado en el curso del año y los economistas del Congreso han señalado que el hacerlo ahora tiene un impacto sorprendentemente pequeño en la economía.

Aunque apoyan de manera pública el plan, funcionarios de la Casa Blanca y los principales dirigentes demócratas han expresado su decepción ante los recortes acordados, entre ellos casi 20.000 millones de dólares para la construcción y reparación de escuelas, así como de instalaciones universitarias. Con esos fondos, pudieron haberse generado muchos empleos en el área de la construcción.

La rapidez es la clave

Larry Summers, alto asesor económico de la Casa Blanca, instó el domingo a los legisladores a lograr un compromiso entre la versión del Senado y la de la Cámara de Representantes del proyecto de ley de estímulo económico, que podría llegar a unos 900.000 millones de dólares (unos 696.500 millones de euros).

"Ciertamente hay buenas ideas en ambas versiones y tendremos que extraerlas para crear un vehículo final", explicó Summers en una entrevista grabada para el programa de televisión "This Week", transmitido por la cadena ABC.

"Sin embargo lo más importante es que la gente se una y creen 3 ó 4 millones de trabajos. Hay un 90 por ciento de coincidencias. Tenemos que alcanzar el último 10 por ciento", enfatizó.

Summers agregó que el apoyo a la educación y los gobiernos locales era clave.

"No hay duda de que lo que tenemos que hacer es buscar el apoyo para la educación y hay grandes problemas que enfrentan los estados y los Gobiernos locales y eso podría llevar a un círculo vicioso de despidos, caída de precios inmobiliarios (...) y tenemos que impedirlo", precisó.

Los legisladores tendrán que escoger entre aquellas medidas presentadas en el Senado y la Cámara, agregó.

Sin embargo, indicó que "hay aspectos en los que ambos proyectos pueden ser mejorados".

Crisis bancaria sin precedentes en EEUU

NUEVA YORK.- En la actualidad, uno puede usar una tarjeta bancaria en tiendas de alimentos, farmacias, gasolineras, ferreterías, la oficina e incluso el estadio. Puede revisar su estado de cuenta en un iPhone o enviar un mensaje de texto a su banco y esperar una respuesta.

Los bancos dejaron de ser una operación sencilla en la que el cliente lidiaba con un empleado detrás de un mostrador y se transformaron en una sorprendente red mundial que ofrece todo tipo de servicios.

Esa red necesita ahora la ayuda del gobierno para sobrevivir.

Se espera que el gobierno anuncie el rescate de préstamos problemáticos, cubra otras pérdidas e incluso aporte más capital.

Ninguna de las soluciones es atractiva ni se sabe si van a funcionar. Nunca había sucedido nada parecido con la industria bancaria.

Si las medidas no funcionan, puede repetirse lo que sucedió cuando de derrumbó Lehman Brothers hace poco: el mercado se vino abajo, se paralizaron los mercados crediticios y hubo una ola de despidos.

"Los bancos están en una situación terrible", comentó Robert Reich, quien fue secretario del Trabajo bajo la presidencia de Bill Clinton. "Se les ha caído la estantería. En casi todos los sectores de los mercados crediticios hay gente que no puede pagar sus préstamos. Eso quiere decir que los bancos son insolventes".

"Si uno de los bancos grandes de derrumba, las repercusiones serían infinitas", añadió.

¿Cómo se llegó a este estado de cosas? ¿Cómo se sale de él?

Washington y Wall Street se acusan mutuamente, pero los expertos coinciden en que todo esto es consecuencia de una combinación de factores, incluidas políticas económicas malas y supervisión deficiente, que contribuyeron a que prestamistas, prestatarios e inversionistas corriesen riesgos enormes.

La codicia y la irresponsabilidad pudieron más que el temor y la razón, y dejaron a los bancos al borde del precipicio.

Para comprender lo que pasó, hay que recordar la época en que uno entraba al banco de su barrio y hablaba con un empleado que sabía su nombre y anotaba en un papel lo que sucedía con su hipoteca.

El manejo de los bancos era mucho más sencillo y sensato: Si uno no ganaba lo suficiente, no conseguía un préstamo.

En la década de 1980, tasas de interés bajas y prácticas muy flexibles abrieron las puertas para que todo el mundo consiguiese crédito. El gobierno estadounidense promovió las bondades de ser propietario de su propia vivienda. De repente, el mercado de la vivienda floreció.

Los bancos y las instituciones de ahorro y préstamo comenzaron a ofrecer hipotecas a 30 años con condiciones muy favorables. Hacia 1980, a los bancos se les debía 1,5 billones de dólares en hipotecas, más del doble que en 1976.

Mucha gente contrajo compromisos que después no pudo cumplir y se produjo una crisis que requirió la intervención del gobierno, pero muchos no aprendieron la lección.

Algunos de los elementos que desataron esa crisis están presentes nuevamente: créditos baratos, prácticas cuestionables y poca supervisión. Hay también un par de factores nuevos: El alcance global de la industria bancaria y la conversión de la deuda en valores que los inversionistas pueden comprar y vender.

Las cosas no se acaban ahí. En una década, Citigroup, Bank of America y JPMorgan Chase, otrora los principales bancos de cuentas corrientes gratis, pasaron a ser conglomerados internacionales que compran y venden acciones y administran bienes a cambio de comisiones.

El modelo de "banco universal", que se afianzó a fines de la década de 1990, le cambió la cara a las finanzas mundiales y acercó a Wall Street con la gente común como nunca antes.

La presencia de los bancos se multiplicó a niveles insospechados. Entre 1995 y 2008, las sucursales bancarias en Estados Unidos aumentaron de 81.000 a 99.000 y en los últimos 10 años la cantidad de cajeros automáticos se duplicó, de 187.000 a 406.000.

Los bancos atrajeron personas que compraron viviendas por primera vez, convencidas de que los precios seguirían subiendo. Se les dio condiciones atractivas y no se exigió mucho. Incluso quienes no tuviesen historial bancario o tuviesen antecedentes malos pudieron sacar hipotecas.

En lugar de conservar esos préstamos, sin embargo, los convirtieron en valores y los vendieron a inversionistas de todo el mundo.

En un abrir y cerrar de ojos, una hipoteca de una casa en California o la Florida pudo ser vendida a un fondo de alto riesgo en Londres o Singapur.

En el pasado, el crédito dependía de la capacidad de alguien de reponer el dinero, "pero ahora depende de la capacidad del prestamista de convertirlo en una acción y de venderlo", expresó Barry Ritholz, analista financiero y autor. "Esto es algo único en la historia de las finanzas".

Los riesgos son grandes, pero también los dividendos. Usando grandes sumas de dinero prestado, Goldman Sachs, Morgan Stanley y otros bancos de inversiones compraron y vendieron acciones respaldadas por hipotecas y otros complejos productos financieros, sacando ganancias astronómicas que ayudaron a pagar las enormes compensaciones recibidas por sus ejecutivos.

En 2006, Goldman Sachs tuvo 9.400 millones de dólares en ganancias, las más altas en la historia de Wall Street. Su director ejecutivo Lloyd Blankfein se embolsó 53,4 millones de dólares.

No obstante, cuando el mercado de la vivienda comenzó a caer en 2006, los préstamos de alto riesgo (a personas con pocos o malos antecedentes bancarios) fueron los primeros en sucumbir. Eso causó pérdidas cuantiosas y la quiebra de algunas instituciones.

Luego, a comienzos de 2008, empezó a tambalearse Bear Stearns, el venerable banco de inversiones de 85 años.

El banco sufrió grandes pérdidas relacionadas con acciones de hipotecas de alto riesgo. El precio de sus acciones se desplomó y los inversionistas salieron corriendo, llevándose su dinero. Al final, Bear Stearns fue comprado por JPMorgan a 10 dólares la acción, en una venta orquestada por el gobierno.

Seis meses después le tocó el turno a Lehman Brothers, un banco de inversiones con una historia de 158 años. Esta vez, el gobierno decidió no intervenir.

La de Lehman fue la quiebra más grande en la historia de Estados Unidos. De inmediato, bancos de todo el mundo, presas del pánico, dejaron de conceder préstamos, parte vital de la economía.

De un momento a otro, dos gigantes de las finanzas mundiales habían desaparecido.

Para empeorar las cosas, la bolsa de valores se desplomó. El promedio Dow Jones perdió 2.400 puntos en un lapso de ocho días en octubre. Hacia fines de noviembre, los fondos de jubilación habían perdido casi la mitad de su valor.

En enero, el gobierno intervino seis bancos en quiebra. El año pasado, hizo lo mismo con otros 25. Hasta ahora, la mayoría de los bancos que desaparecieron eran pequeños, pero ¿qué pasaría si se desmorona uno grande?

"Causaría el desplome total del sistema financiero estadounidense", dijo Andreas Hauskrecht, profesor adjunto de economía de la Universidad de Indiana.

Si los bancos dejan de prestar dinero ante la incertidumbre de los tiempos que se viven, sería catastrófico para la economía.

"El costo sería enorme y no creo que el gobierno de Obama tenga el estómago para permitirlo", opinó Robert G. Hansen, decano de la Facultad de Economía Tuck de la universidad Dartmouth College.

Nadie espera que en Estados Unidos suceda lo que pasó en Islandia, donde el desplome del sistema bancario motivó la caída del gobierno.

Es previsible que se repita una situación similar a la vivida por Japón en la década de 1990, cuando el gobierno intervino y hubo un período prolongado de anemia económica y desempleo alto.

El gobierno de Obama intentará evitar un período largo de desaceleración económica, pero habrá que ver si encuentra los remedios adecuados.

Se habla mucho de un banco estatal que absorbería los préstamos problemáticos, quitándole de encima ese peso a los bancos y facilitando su funcionamiento normal, pero eso no es tan sencillo de hacer.

Para empezar, nadie sabe cuál es el valor de estos bienes.

Si paga demasiado poco por ellos, los bancos podrían verse obligados a reportar grandes pérdidas en sus balances, con consecuencias nefastas. Si paga más de la cuenta, el que podría salir perdiendo es el contribuyente.