PEKÍN.- La zona vitícola de
la región china de Ningxia, que tiene unas condiciones únicas para el
cultivo de la vid, ha lanzado un programa pionero para mejorar sus vinos
con la ayuda de cincuenta enólogos de todo el mundo.
Se trata de una competición, en la que estos especialistas venidos de
todo el mundo (también de España, Argentina, Chile y México) se alían
con otros tantos productores de Ningxia para realizar este año la
vendimia, elaborar el vino, volver periódicamente a la zona y en 2017
concursar para elegir los mejores caldos.
Entonces se repartirán 135.000 dólares en premios, aunque como poco
todos los expertos internacionales tienen garantizado que se quedarán
con 2.000 de las 10.000 botellas que producirán para el concurso, para
su venta dentro o fuera de China.
"Es una manera muy buena de que los productores chinos puedan
aprender cómo se hacen las cosas en el extranjero, mientras que para los
participantes internacionales es una gran experiencia" que les puede
abrir puertas en China, explicó Jim Boyce, un consultor canadiense
sobre vinos que colaboró en la organización del proyecto.
Hubo una primera edición en 2013, con siete enólogos extranjeros que
presentaron sus vinos conjuntos este mismo año, pero la escala que ha
tomado el certamen ahora no tiene precedentes.
"Es la primera vez que se hace una cosa así en ningún lugar, es una
idea completamente nueva en el mundo del vino", añadió Boyle, "pero
también es una buena oportunidad para que fuera de China se empiece a
conocer mejor a Ningxia", una región que quiere consolidarse como la
Rioja, Burdeos o Napa Valley de China.
Para conseguir eso, los productores de Ningxia cuentan con el apoyo
del Gobierno de la región y de Pekín, ya que el vino podría ser clave
para el desarrollo de esta provincia, donde se cultiva la vid en grandes
extensiones de terreno antes sin uso, que dan valor añadido a la
economía mientras ayudan a frenar la desertización.
Esta zona del centro-norte de China tiene unas posibilidades muy
especiales para el cultivo de las viñas, con inviernos muy fríos y sólo
protegida del desierto del Gobi por los montes Helan y las aguas del río
Amarillo.
Por ello, las viñas, en su gran mayoría de la variedad cabernet
sauvignon, tienen que estar prácticamente enterradas durante meses para
que sobrevivan al duro invierno de esta zona semidesértica.
La región, que cuenta ya con vinos de calidad, aspira a desarrollar
vinos con una personalidad propia, más allá de intentar reproducir a
ciegas las recetas de las cotizadas bodegas francesas, a las que en
China se ha llegado a imitar hasta a la hora de crearse unas señas de
identidad.
Cerca de Yinchuan, capital de Ningxia, está una de las propiedades
que tienen en otras tantas provincias las bodegas Changyu, las más
antiguas del país (fundadas en 1892): con su arquitectura de inspiración
neoclásica, podría parecer fácilmente el "château" de una bodega
francesa, con museo y bodega entre sus instalaciones.
"Es cierto que parece que tienden a copiar un poco, sobre todo, en el
diseño de algunas bodegas que parecen 'château', pero yo les veo mucho
futuro, hace pocos años parece que sus vinos no estaban del todo
correctos, y ahora algunos están muy bien", comentó una de las
participantes, la española Ana Pecero, enóloga de Crabtree.
Pecero recomienda a Ningxia que desarrolle "levaduras autóctonas" y
que saque partido de "la identidad de su terruño" tan especial.
Cada uno de los 50 enólogos extranjeros trae sus propias ideas y
recomendaciones, que sus socios chinos están deseosos de escuchar, como
demostró He Pengfei, director de las bodegas Ningxia Yangyang, que
colaborarán con Pecero.
"Estamos encantados de que nos haya tocado colaborar con una empresa
española, porque España tiene una tradición de muchos años, y podemos
aprender mucho, desde sus técnicas hasta su estilo", lo que puede ser
muy interesante aplicado en Ningxia, dijo, "donde se combina una tierra
arenosa con el riego del río Amarillo".
"Lo importante es que encuentren la personalidad de su vino, que no
copien a otras regiones del mundo sino que encuentren su identidad, y
que con los años lo hagan con más pasión", cada vez insistió, por su
parte, la argentina Mariana Páez, de la bodega salteña El Porvenir de
Cafayate.
"Tendrían que estudiar el clima y los suelos de la región, y ver cómo
cada suelo se combina con las variedades que planten, cómo se da esa
combinación en China, que sería difícil de conseguir si se cultivara en
Francia o en Argentina", indicó.
"Si producen a lo industrial tal vez vendan, pero no sé si les va a
salir muy bien", concluye Páez, "pero si encuentran su identidad y
trabajan bien, llegarán a ser unos grandes competidores".