martes, 30 de agosto de 2016

El ministro francés de Economía abandona el Gobierno de Hollande y podría ser su rival en 2017

PARÍS.- El ministro francés de Economía, Emmanuel Macron, presentó este martes su dimisión al presidente del país, François Hollande, después de haber aireado sus discrepancias con la línea gubernamental en repetidas ocasiones. 

Hollande aceptó la dimisión de Macron y nombró en su lugar al titular de Finanzas, Michel Sapin, que asume las dos carteras, informó el Palacio del Elíseo. Además, el portavoz de la Presidencia gala también anunció la renuncia de la ministra de Ultramar, George Pau-Langevin, que será reemplazada por Ericka Bareigts, actualmente secretaria de Estado de Igualdad.
De acuerdo con la información adelantada por el diario Les Echos, el díscolo ministro, caracterizado como un “social-liberal”, dedicará ahora sus energías al movimiento “En marcha” -que él mismo lanzó el pasado abril- aunque por el momento no desvelará si será candidato a las elecciones presidenciales del próximo año.
La tensión entre el ministro de Economía, de 38 años, y el resto del Gobierno alcanzó su nivel máximo el pasado mes de julio, cuando en un mitin de “En marcha” Macron dijo que Francia es un país “harto de promesas no cumplidas”, lo que le valió el reproche del jefe del Ejecutivo, Manuel Valls.
El nombre de Macron aparece destacado en las últimas encuestas realizadas sobre eventuales aspirantes a la Presidencia en las elecciones de la próxima primavera, aunque su apoyo entre los militantes de izquierda es menor que el que recibe entre la ciudadanía en general.
En apenas dos años al frente del ministerio de Economía, Emmanuel Macron se ha convertido en una referencia para el liberalismo francés, más querido por los empresarios que por los sindicatos, aunque al dejar el Gobierno parece aspirar más alto: el Palacio del Elíseo se antoja, tarde o temprano, como su objetivo.
A la salida del joven Macron (38 años) del Ejecutivo socialista solo faltaba ponerle fecha. La polémica ha dominado buena parte de su periplo en el Ministerio, desde donde aireó de forma repetida sus divergencias con la línea gubernamental y no dudó en enfrentarse dialécticamente con Valls, mientras su valedor, François Hollande, callaba.
Es probable que su primer empeño nada más dejar las filas del Gobierno sea trabajar por no ser percibido como el traidor Bruto que apuñala a un Hollande en horas muy bajas.
Solo se podrá adivinar si finalmente concurre a las elecciones presidenciales de la próxima primavera a la luz de los movimientos del resto de candidatos de la izquierda, y sobre todo de su gran valedor, Hollande, que aún no ha anunciado si aspirará a la reelección. Hasta entonces, el ambicioso Macron se entregará en cuerpo y alma al movimiento político “En marcha”, en un aldabonazo que marcó su voluntad de cabalgar solo, al margen del Partido Socialista, al que dejó de estar afiliado en 2009.
Más allá de la producción de su departamento desde que fuese designado como su titular en agosto de 2014, el rostro del joven político se ha convertido en uno de los más reconocibles de la escena pública francesa, donde genera reacciones encontradas. Donde unos ven al niño mimado de los empresarios, empeñado en llevar a los socialistas por el camino del neoliberalismo, sus defensores perciben a un hombre sin prejuicios, con voluntad modernizadora y osadía para enfrentarse a un país esclerotizado.

Todo un símbolo del liberalismo francés

Las óptimas relaciones de Macron con el mundo financiero son un hecho que su biografía no esconde. Hijo de dos médicos de Amiens (norte del país), Macron se formó en el gran vivero galo de cargos públicos, la ENA (Escuela Nacional de Administración), donde coincidió con una promoción que hoy ya copa importantes puestos en el Estado.
Tras completar sus estudios comenzó a trabajar como inspector de finanzas, antes de desembarcar en la empresa privada de la mano de la banca de negocios Rothschild en 2008.
Su pecado original, no haber sido nunca elegido para un cargo en unos comicios, le privó de convertirse en ministro del Presupuesto en el primer Gobierno Valls. Decepcionado, decidió regresar a Rothschild, del que llegó a ser socio, un perfil que le granjeó críticas de la parte del ala izquierdista del socialismo. Y que también le hizo muy rico: su papel en la operación de compra por Nestlé de una filial de la farmacéutica Pfizer, valorada en 9.000 millones de euros, le convirtió en millonario.
Macron compaginó su trabajo en la banca con la colaboración con el entonces candidato Hollande, quien le encargó las relaciones con los empresarios. Una vez en El Elíseo, le designó consejero económico, un puesto al que muchos otorgan más poder que al ministro de Economía, adonde llegaría hace justo dos años para reemplazar a Arnaud Montebourg, representante del ala izquierda de los socialistas.
En Bercy, sede del ministerio, dejará como mayor legado la ley que lleva su nombre, un texto que contiene una tímida liberalización y cuyas disposiciones principales estipulan la ampliación de 5 a 12 los domingos al año en que los comercios pueden abrir en las zonas turísticas y la desrregulación de profesiones como la de notario.
Avezado músico (ganó premios como pianista en el conservatorio de Amiens) y lector de filosofía, su ubicuidad en los medios franceses se amplió al “papel couché” por el perfil de su esposa, Brigitte Trogneuxm, antigua profesora suya en el instituto y 24 años mayor que él.
Macron siente que le ha llegado la hora de volar solo, sin perder nunca de vista El Elíseo pero consciente de que el tiempo todavía juega a su favor.

Francia pide el fin definitivo de las negociaciones para el tratado comercial con Estados Unidos

PARÍS.- Francia va a pedir formalmente a sus socios europeos a finales de septiembre el fin "puro, simple y definitivo" de las negociaciones con Estados Unidos para lograr un acuerdo de inversiones y libre comercio (TTIP), anunció hoy su secretario de Estado del Comercio Exterior, Matthias Fekl.

“Tiene que haber un parón claro, limpio y definitivo”, subrayó Fekl en una entrevista a la emisora de radio “RMC” en la que justificó esta posición porque desde el comienzo esas conversaciones transatlánticas se han llevado a cabo “con opacidad” y han generado “mucha desconfianza y miedo”.
El secretario de Estado francés precisó que la demanda francesa la concretará él mismo en el encuentro de responsables del Comercio Exterior de la Unión Europea (UE) programado a finales de septiembre en Bratislava.
A su juicio, en la situación actual y con el clima político no es posible que los negociadores de una y otra parte (la Comisión Europea, por la UE) sigan reuniéndose.
De ahí el fin al proceso que reclama Francia, para en el futuro “poder reiniciar las negociaciones sobre nuevas bases con Estados Unidos, bases modernas”, en las que no entró, como tampoco en el plazo que habría que dejar pasar.
Fekl puntualizó que no es la Comisión Europea la responsable de la actual deriva, sino que el problema es que “los estadounidenses no dan nada o migajas” y que “así no se negocia entre aliados”. 
“Las relaciones entre Europa y Estados Unidos -concluyó- no están a la altura. Hay que reanudar más tarde sobre nuevas bases”.
La declaración francesa llega dos días después de que, en una entrevista a la prensa, el vicecanciller alemán, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, hubiera dado “de facto por fracasado” el proceso de negociación.
Poco después, la canciller alemana, Angela Merkel, hizo saber que todavía veía posible continuar con el proceso de conversaciones, aun admitiendo la “diferencia de opiniones” entre europeos y estadounidenses en asuntos como la protección del medio ambiente y los derechos del consumidor.
Pese a las divergencias en el seno del Gobierno alemán, la Comisión Europea había insistido ayer en que iba a seguir negociando sobre la base del mandato “unánime” que le habían dado los países de la Unión Europea en 2013.