El
plan es aprobar dos proyectos de ley separados, uno que reabrirá ocho
departamentos, que están cerrados desde diciembre 22, hasta septiembre
de 2019, y otro que reabrirá temporalmente el Departamento de Seguridad
Nacional hasta el 8 de febrero, dijeron el lunes dos asesores demócratas
de la Cámara.
El
cierre parcial del gobierno es un regalo no deseado para el nuevo
Congreso, que inicia el 3 de enero con una división política entre la
Cámara y el Senado. Nancy Pelosi, quien se espera sea elegida como
presidenta de la Cámara el jueves, ha dicho que su partido votará para
poner fin al cierre en su primer día al mando. Esto permitiría que las
negociaciones frente a la solicitud de Trump de 5.000 millones de dólares para
un muro fronterizo continúen mientras que el resto del gobierno continúa
operando.
Pero el Senado no tiene contemplado sellar el plan de la Cámara.
"Es
sencillo: el Senado no va a enviar al presidente algo que no firmará",
dijo Don Stewart, un portavoz del líder de la mayoría del Senado, Mitch
McConnell.
El
presidente del Comité de Apropiaciones del Senado, Richard Shelby, dijo
el domingo en "Face the Nation" de CBS, que los votos de la Cámara de
Representantes "probablemente serán un gesto vacío. Pero eso ocurre en
Washington todos los días".
Pero
a medida que se prolonga el cierre, algunos republicanos moderados
podrían comenzar a presionar a McConnell para que adquiera un papel más
activo y que entregue para aprobación el proyecto de la Cámara de
Representantes.
Los
republicanos de la Cámara también tendrán un papel que desempeñar, a
pesar de que serán minoría. Si algunos moderados comienzan a rechazar la
estrategia de línea dura de Trump, podrían respaldar un proyecto de ley
para reabrir el gobierno y aumentar la posibilidad de anular el veto de
Trump.
Hay
tres formas básicas en que podría terminar el cierre que comenzó en
diciembre 22: Trump cede los 5.000 millones que quiere para el muro,
los demócratas dan a Trump el dinero para su muro, o ambas partes llegan
a un acuerdo para salvar las apariencias. Hay muchas opciones para ese
tipo de trato.
Voluntarios evitan el caos en los
parques afectados por cierre del gobierno
Sabra Purdy tiene días
limpiando baños y recogiendo basura en el parque nacional
Joshua Tree de
California, a la deriva desde que el gobierno de Estados Unidos cerró
parcialmente.
Esta empresaria de 40 años se organizó con la
pequeña comunidad que se beneficia del turismo en este parque de 3.200
km2 para ejecutar labores básicas de mantenimiento, paralizadas hasta
que se llegue a un acuerdo en Washington DC sobre el presupuesto del
gobierno.
El "shutdown" comenzó el 22 de diciembre, luego que el
Congreso no lograse un acuerdo sobre si incluir o no los 5.000 millones
de dólares que el presidente Donald Trump exige para financiar un muro
en la frontera con México, un pilar de la campaña que lo llevó al poder.
Centenares de miles de
funcionarios están desde entonces de baja sin salario, incluidos 21.383
trabajadores del Servicio Nacional de Parques (NPS, del inglés),
responsables de 418 áreas en todo el país, entre parques nacionales,
monumentos, sitios históricos y hasta la Casa Blanca, según un plan de
contingencia publicado en enero por el gobierno.
En el texto
también se señala que "el NPS no operará los parques durante el
'shutdown', no se prestarán servicios a los visitantes", incluidos
"baños, recolección de basura, mantenimiento de vías e instalaciones".
Y ahí es donde entra la comunidad de
Joshua Tree, ubicada
en el oeste del parque donde convergen los desiertos de Sonora y Mojave y
montañas rocosas, peñascos y una especie de cacto denominado árbol de
Josué que le da nombre a la zona.
Decenas
de voluntarios entran al parque, limpian baños, reemplazan papel
higiénico y recogen la basura para mantener cierta normalidad.
Purdy, que abrió hace
ocho años con su esposo Seth Zaharias una empresa turística de escalada,
dice que al llegar al parque el viernes encontró algo de desorden, pero
"no caos".
"Había mucha gente con perros", prohibidos en algunas
áreas, "o acampando donde no deben, pero ciertamente podría ser peor".
También había autos estacionados en el borde de la vía, que tampoco está
permitido.
Sherman Craig, que visita desde Nueva York, está
convencido que "la mera presencia de los guardaparques evita que sucedan
cosas que no deberían ocurrir".
Algunos turistas se aprovechan de
la falta de autoridad, otros han manifestado confusión y, ante el
cierre del centro de visitantes donde podían aclarar las dudas, recurren
a los voluntarios por orientación.
Debido al "shutdown", no hay
personal para cobrar los 30 dólares por auto en la entrada del parque.
Para Emily Mukai, que visita desde Los Ángeles para recibir el año
nuevo, fue "excelente" porque no enfrentó tránsito en la zona.
Pero Ivy Weiskopf asegura que va a "enviar un cheque" por el monto de la tarifa.
"Los parques nacionales
son algo por lo que estamos encantados de pagar. Creemos que es muy
importante preservar esta tierra y asegurarnos de que está bien
cuidada".
"No es nuestro primer 'shutdown' y probablemente no será
el último", dice Purdy, que explica que esta operación, bastante
"informal" como la define, comenzó a organizarse antes de que el
Congreso no llegara a un acuerdo.
Todo los suministros vienen del
bolsillo de los empresarios locales, aunque ya comienzan a llegar
donaciones: hasta ahora van unos 4.000 dólares, que serán usados para
comprar implementos de limpieza y el papel.
"Hay unas 150 letrinas
en el parque. Estimo que hemos distribuido más de 500 rollos de papel y
no creo que hayamos llegado a todos los baños, solo a los principales",
explica John Lauretig, director ejecutivo de la ONG
Friends of
Joshua Tree, que de alguna manera coordina estas acciones, también
dirigidas a proteger a la fauna local.
"Estamos tratando de
mantener la normalidad lo mejor que podemos, pero no tenemos la
autoridad ni el poder de impedir que alguien conduzca fuera de la ruta,
que corte un árbol o robe objetos" indica.
Nada hasta ahora ocurrió, pero "la posibilidad está allí", advierte.
En
Twitter, un usuario llamado
Defend Joshua Tree (
Defiende el Joshua
Tree) pidió el cierre del parque hasta que finalice el "shutdown".
Pero
para Purdy, Lauretig y muchos en la zona eso representaría el peor
escenario, pues entre Navidad y Año Nuevo son los días más ocupados. En
2013, el parque cerró durante 17 días también por una parálisis
presupuestaria.
"Fue devastador para nosotros", recuerda Purdy.
"La
gente dejó de venir y los restaurantes locales y los negocios tuvieron
que despedir gente, las mandaban a su casa porque no había dinero o
visitantes", rememora por su parte Lauretig.
El parque recibió 285.493 visitantes en diciembre de 2017, mientras que hasta noviembre de este año ya van 2,45 millones.
Algunos
parques del país sí que han cerrado totalmente, mientras otros operan
parcialmente. En California, los también populares
Death Valley y
Channel Islands están abiertos.
Y se espera en los próximos días haya mucha afluencia de turistas y cero personal oficial.
"Deseo que el gobierno pueda funcionar y tengamos al personal de parque porque los necesitamos", expresa Purdy.