BRUSELAS.- Salvo imprevisto o nueva convocatoria de última hora, la triple cumbre
europea (Consejo Europeo, Brexit y zona euro) que arrancó este jueves en
Bruselas pone fin a las reuniones de máximo nivel de la Unión Europea
en 2018. La agenda de la cita se presentaba llevadera hasta hace solo
unas semanas. Pero el interminable fiasco del Brexit y la repentina e inesperada revuelta de los chalecos amarillos en Francia han trastocado los planes de la séptima y última cumbre del año, a juicio del corresponsal del diario español El País.
Hastío y fatiga con el Brexit. Los diplomáticos comunitarios ni
siquiera pueden ya disimular su hartazgo con la negociación de la salida
del Reino Unido de la UE. Pero aceptan resignados que la gran tarea de la cumbre que se celebra
jueves y viernes en Bruselas será socorrer a la primera ministra
británica, desarbolada por un proceso puesto en marcha el 29 de marzo de
2017 y que parece incapaz de concluir.
"Esperemos que, al menos, no nos
quedemos sin vacaciones de Navidad", suspira una fuente comunitaria.
Theresa May llega a la capital europea tras superar el miércoles la
cuestión de confianza planteada por 48 diputados de su propio partido y
que le deparó 117 votos en contra y 200 a favor.
Pero su supervivencia política no garantiza que logre sacar adelante la
ratificación del acuerdo de salida que suscribió con los 27 socios de
la Unión el pasado 25 de noviembre.
May explicará su delicada situación en la primera sesión de trabajo
del Consejo Europeo, prevista a las 15.30.
La líder británica no reclama
la renegociación del acuerdo. Pero insistirá, como hizo en su gira europea del lunes
(La Haya, Berlín y Bruselas), en que necesita garantías por escrito de
que Reino Unido no estará condenado a permanecer de manera indefinida en
la unión aduanera europea.
La pertenencia a esa unión aduanera es la fórmula pactada para
evitar, llegado el caso, la aparición de una frontera física entre
Irlanda e Irlanda del norte. Pero muchos diputados británicos temen
quedar atados de manera definitiva a la UE por culpa de esa salvaguarda
que estará en vigor mientras Bruselas y Londres no pacten un futuro
acuerdo comercial.
"May ha sido muy precisa en sus peticiones", señala una fuente
europea. Y esa misma fuente fija los dos límites que la UE se ha marcado
en la contrapartida que podría ofrecer a May para ayudarle a lograr la
aprobación del acuerdo en el Parlamento británico: "No puede
renegociarse el texto y las garantías que se ofrezcan a Londres no
pueden contradecir el contenido del acuerdo".
Con ese margen de maniobra, la UE podría ofrecer una vía de escape a
May, por estrecha y difícil que sea. Este mismo jueves, tras la primera
jornada del Consejo Europeo, los 27 celebran una cumbre sin May en la que debatirán la posible oferta a Londres.
El compromiso "legal y político" que reclama May debería estar listo
antes del 21 de enero, fecha que el Gobierno británico se ha fijado como
límite para proceder a la ratificación del acuerdo. Pero ni siquiera se
sabe qué rango jurídico tendrá la oferta de la UE.
"La forma legal dependerá de lo que se pida", señaló una fuente
europea. A los fatigados diplomáticos europeos les queda al menos otro
mes para seguir faenando con el Brexit. Para May, si logra sacarlo
adelante, será su epitafio político.
Ya ha anunciado que no se
presentará a la reelección, un precio con el que espera ganar el apoyo
de los diputados dispuestos a aceptar el Brexit de May si a cambio
logran librarse para siempre de la primera ministra.
El presidente francés, Emmanuel Macron, también llega alicaído a la
cumbre de Bruselas. Hasta ahora aparecía arropado simbólicamente con la
bandera europea y dispuesto a proponer la refundación del club para
evitar su colapso. Esta vez, los chalecos que han tomado las calles y
carreteras francesas han teñido de amarillo la sangre azul europeo del
inquilino del Elíseo.
Para contener la revuelta, Macron parece dispuesto a sacrificar gran
parte de las reformas estructurales (pensiones, mercado laboral...) que
había ofrecido a Bruselas y, sobre todo, a Berlín, como pago anticipado
por un salto en la integración económica y presupuestaria de la zona
euro.
Los chalecos han diezmado el capital político de Macron tanto en su
país como en la UE. El objetivo prioritario del presidente francés en
Bruselas ya no es tanto la reforma de la zona euro
como la necesidad de obtener margen de maniobra para disparar el
déficit público en 2019 por encima del 3%. Macron espera que el riego de
millones en rebajas fiscales e incentivos disuelva la amenaza amarilla
que se cierne sobre su presidencia.
La Comisión Europea ya se ha mostrado dispuesta a tolerar la
desviación presupuestaria de París, siempre y cuando sea temporal y en
2020 se vuelva a la disciplina. Pero el ala más ortodoxa de la zona
euro, con Holanda al frente, observa con desconfianza.
Y no olvida que
las cuentas de Francia llevan en números rojos desde 1974. Y que la
última vez que Francia superó el 3% fue en 2008... y no volvió por
debajo de ese umbral hasta 2017. Para colmo, Italia observa con inquina
la tolerancia de Bruselas hacia Macron, cuyo déficit se irá al 3,4%,
mientras que exige a Roma rebajar cuatro décimas como mínimo su objetivo
del 2,4%.
Tras la cumbre del Brexit (jueves por la noche) y el Consejo Europeo
(jueves por la tarde y viernes por la mañana) se celebrará la cumbre de
la zona euro (a las 13:00 horas del viernes). La propuesta estrella será
el lanzamiento de un presupuesto para la zona euro, que se espera poner
en marcha en 2021 dentro el marco presupuestario general de la UE.
El plan, aunque más limitado de lo propuesto por Macron hace un año, consolará al menos al presidente francés. Macron ha visto rechazadas gran parte de sus propuestas para la reforma de la zona euro, boicoteadas por la llamada liga hanseática (un grupo de países del norte liderados por Holanda) con el silencio cómplice y complacido de Berlín.
El presupuesto de la zona euro compensará en parte el estancamiento
de la unión bancaria, que se ha quedado de manera indefinida en el aire.
Los socios han cedido a Fráncfort la supervisión bancaria, pero cada
país sigue asumiendo el riesgo de su sector.
Francia y España, entre
otros Estados, esperaban que en la cumbre de este viernes se definiera
el camino hacia un fondo europeo de garantía de depósitos que completase
la unión bancaria y lograse la mutualización del riesgo. Pero el
borrador de conclusiones de la cumbre ni menciona ese objetivo. A
efectos del fondo de garantía, 2018 termina como empezó. En blanco.
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