NUEVA YORK.- Colombia sigue siendo el
principal productor de cocaína del mundo al registrar aumentos
históricos de las plantaciones de coca y de su capacidad para producir
esa droga en 2017, según informó este miércoles la ONU.
Los
cultivos de hoja de coca crecieron 17% hasta 171.000 hectáreas, mientras
que el potencial de producción de cocaína subió 31% respecto de 2016 a
1.379 toneladas, un récord desde que comenzaron estas mediciones en
2001, dijo la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
(Onudc).
"Quiero expresar mi profunda preocupación por la cantidad
de dinero que mueven las drogas ilícitas", dijo el representante en
Colombia de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el
Delito (Onudc), Bo Mathiasen, en la presentación del informe anual.
En
2016 los sembradíos ilícitos de coca, cuya hoja es insumo básico para
la cocaína, se situaban en 146.000 hectáreas y la capacidad de
producción de la droga era de 1.053 toneladas métricas.
Mathiasen
afirmó que actualmente no solo hay más plantaciones, sino que estas
producen un 33% más de hojas que en 2012 por la variedad de las plantas y
su menor afectación de plagas.
"Una de las razones para el
incremento es la percepción de menor riesgo frente a la actividad
ilegal. Ante esta baja percepción en el riesgo, aumentó el área
sembrada", afirmó.
La ONU estimó que la producción potencial de
cocaína en Colombia tiene un precio en el mercado local de 2.700
millones de dólares, pese a que el kilo bajó 11% el año pasado, a 4,4
millones de pesos (unos 1.400 dólares).
"Si se contrasta este
comportamiento con la oferta de cocaína, podría inferirse que los
precios respondieron a un aumento en la disponibilidad", reza el
documento.
Aunque la ONU resaltó el aumento en las incautaciones
(435 toneladas, 20% más que en 2016) y que la erradicación forzosa casi
se triplicó, llamó la atención porque "el ritmo es menor al incremento
de la producción potencial".
La ONU alertó que las
fronteras con Venezuela y Ecuador son las más impactadas por los
narcocultivos, actividad a la que están vinculados 119.500 hogares
colombianos.
El departamento más afectado sigue siendo Nariño,
limítrofe con Ecuador, que tiene un área sembrada mayor a la de Perú,
segundo país con más cultivos ilícitos con 43.900 hectáreas.
Por ser un punto estratégico de salida de droga a Estados
Unidos, esa zona es disputada por los rebeldes del ELN, narcotraficantes
y disidencias de las FARC, la otrora guerrilla comunista que el año
pasado se desarmó y transformó en partido.
El 64% de los aumentos
de los sembradíos se presentó en los departamentos de Antioquia
(noroeste), Cauca (oeste), Putumayo (sur) y Norte de Santander
(noreste), en los límites con Venezuela.
Pero el 80% de las plantaciones sigue encontrándose en los mismos sitios que en la última década.
"La economía ilegal en estos municipios supera ampliamente la economía legal", afirmó Mathiasen.
En
este sentido, la ONU declaró que tiene "una profunda preocupación por
el capital derivado de la economía de las drogas", que afecta los
esfuerzos para superar medio medio siglo de conflicto armado y la
estabilidad del Estado.
Colombia
se mantuvo como el principal productor de cocaína y el país con más
superficie de narcocultivos, por delante de Perú y Bolivia (24.500),
según la ONU.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha
criticado el aumento de los narcocultivos, que su gobierno sitúa en
209.000 hectáreas, aunque ha ratificado la ayuda que le otorga a
Colombia hace décadas.
"Para nadie es una mentira que entre los
años 2012 o 2013 y el año 2018 ha habido una tendencia de crecimiento
exponencial", declaró el mandatario Iván Duque.
Duque aseguró que
en las próximas semanas su gobierno, que asumió el 7 de agosto,
presentará una "política integral" contra el narcotráfico. Las medidas
incluyen desarticular redes de suministro, prevención de la drogadicción
y erradicación forzosa.
La meta del gobierno es acabar con por
lo menos 140.000 hectáreas en cuatro años. "La decisión aquí es frontal
contra ese delito", aseveró Duque.
El mandatario ha cuestionado la
estrategia antidrogas de su antecesor Juan Manuel Santos, que combinaba
la eliminación de plantaciones con acuerdos de sustitución voluntaria
con los campesinos cocaleros consagrados en el acuerdo de paz con las
FARC.
En el pacto, apoyado por Estados Unidos, los excombatientes
se comprometieron a ayudar a combatir el narcotráfico, cuyos recursos
financiaron su levantamiento armado.
A raíz del repunte del
cultivo y tráfico de drogas, Duque examina retomar las fumigaciones
aéreas con el herbicida glifosato, suspendidas desde 2015 por
potenciales afectaciones a la naturaleza y la vida humana.
Estados Unidos, principal consumidor de cocaína, apoya la medida.