LONDRES/BRUSELAS.- La primera ministra británica, Theresa May, viajaba a Bruselas el
jueves para presionar a los líderes europeos en busca de apoyos tras
sobrevivir a un motín parlamentario que puso de relieve el punto muerto
en el que se encuentra el Brexit.
May obtuvo el respaldo de 200 diputados del Partido Conservador,
mientras que 117 votaron en contra, en una moción de censura que
profundizó las divisiones cuando faltan semanas para que venza el plazo
en el que el Parlamento debe aprobar un acuerdo que evite una salida
desordenada de la Unión Europea.
El Brexit, la decisión más
importante de Reino Unido en décadas, ha dividido a la nación y dará
forma al futuro de su economía, incluido el papel de Londres como centro
financiero mundial.
Los proeuropeos temen que la salida debilite
a Occidente, que ya está luchando por asimilar el poder ruso y chino,
así como la impredecible presidencia de Donald Trump en Estados Unidos.
Los partidarios de Brexit consideran que la salida les permitiría
librarse de un precario proyecto europeo liderado por Alemania.
El
ministro para el Brexit, Stephen Barclay, quien lleva meses viajando
por Europa, buscará garantías de que Reino Unido no estará atada a la
Unión Europea indefinidamente después del Brexit, como temen los
críticos de su partido.
“La primera ministra, gracias al mandato
que obtuvo anoche del partido parlamentario, tiene ahora el tiempo para
mantener esas conversaciones con los colegas europeos” , dijo, y agregó
que el contenido del viaje era “positivo”.
Sin embargo, parece
poco probable que obtenga apoyo inmediato de los líderes europeos, ya
que un borrador de la declaración del encuentro se limitaba a indicar
que estaban “dispuestos a examinar” si aún se pueden ofrecer garantías
adicionales.
El
documento de seis puntos UE indicaba que las eventuales nuevas
garantías no “cambiarían ni irían en contradicción” del acuerdo firmado
el mes pasado después de dos años de negociaciones.
A principios
de esta semana, May canceló una votación parlamentaria sobre su acuerdo
-que establece estrechos lazos futuros con el bloque-, tras reconocer
que iba a sufrir un dura derrota en la Cámara de los Comunes. May
prometió una nueva votación antes del 21 de enero, pero se enfrenta a
una ardua tarea para convencer a los diputados escépticos.
Con el
telón de fondo del 29 de marzo, fecha prevista para la salida del Reino
Unido, además de un Brexit con acuerdo se han abierto otras
posibilidades para la evolución de los acontecimientos: una salida
desordenada -es decir, sin acuerdo- o incluso otro referéndum.
May
quiere garantías legales de que la salvaguarda irlandesa, el denominado
“backstop”, una red de emergencia para evitar extensos controles
fronterizos en la isla de Irlanda que constituye el elemento más
polémico del acuerdo, no permanecerá en vigencia por tiempo indefinido.
“Un
número significativo de colegas votaron en contra mía y escuché lo que
dijeron”, dijo May en Downing Street el miércoles por la noche. “Ahora
tenemos que continuar con el trabajo de darles el Brexit a los
británicos”.
May, ex empleada del Banco de Inglaterra, de 62 años e
hija de un vicario de la Iglesia de Inglaterra, votó a favor de
permanecer en la UE en el referéndum de 2016, pero se comprometió a
llevar a cabo el Brexit tras la votación de los ciudadanos a favor de la
salida.
El
borrador de la declaración del jueves de la UE reiteraba que el bloque prefiere un nuevo acuerdo antes que
desencadenar algún día el plan de salvaguarda irlandés y que intentará
lograr rápidamente dicho acuerdo incluso si la red de emergencia para la
frontera entra en vigor.
Sin embargo, los estados de la UE no se
habían puesto de acuerdo con el texto del jueves durante la mañana, y
diplomáticos consultados en Bruselas esperan que sufra cambios. Estas
fuentes indican que el bloque podría estar preparando más garantías para
May en enero.
Varios diplomáticos de la UE dijeron que Reino
Unido trataría de lograr que se ponga fin a la salvaguarda irlandesa
después de tres años.
May, quien dijo el miércoles que no se
presentaría a las próximas elecciones previstas para 2022, tiene que
lograr alguna mejora en el acuerdo si quiere tener alguna esperanza de
recibir la luz verde parlamentaria.
La moción del miércoles ha
puesto de relieve las divisiones históricas sobre Europa dentro del
Partido Conservador que contribuyeron a la caída de los tres
predecesores de May: David Cameron, John Major y Margaret Thatcher.
El
partido de Irlanda del Norte del que depende la mayoría parlamentaria
de su Gobierno, y que se opone firmemente a su acuerdo de retirada, dijo
que la aritmética fundamental en el Parlamento no había cambiado a
pesar de sobrevivir a la moción de censura, y añadió que debe eliminarse
la salvaguarda.
Los euroescépticos que consideran que el acuerdo sobre la mesa es una traición al referéndum de 2016 fueron más lejos.
“La
primera ministra debe darse cuenta de que, en cumplimiento de todas las
normas constitucionales, debe ir a ver a la reina con urgencia y
dimitir”, dijo tras la votación Jacob Rees-Mogg, líder de una de las
facciones duras pro-Brexit.
Los
leales, sin embargo , dijeron que el partido debía apoyar a May y
ofrecer seguridad a las empresas sobre los futuros vínculos con el mayor
bloque comercial del mundo.
“Nunca, nunca se detienen”, dijo
Alistair Burt, secretario de Estado para Oriente Próximo del Ministerio
de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth, sobre el grupo de Rees-Mogg.
“Después del Apocalipsis, solo sobrevivirán las hormigas y los
parlamentarios conservadores que se quejan de Europa y de su líder (en
referencia a May)”.