MADRID.- El conflicto iniciado con la subida de aranceles por
parte de EEUU a China ha transmutado en una guerra tecnológica
justificada en cuestiones de seguridad nacional, tras la que los
expertos españoles consultados vislumbran una lucha por la hegemonía
económica mundial con tintes de nueva "guerra fría".
Algunos
analistas consideran que el hecho de que China se pueda convertir en un
gigante tecnológico global a corto plazo y pueda poner en jaque la
supremacía económica estadounidense ha llevado a EEUU a intervenir,
prohibiendo a sus compañías tecnológicas hacer negocios con Huawei y
presionando a las de otros países para que tampoco los hagan.
"Es una guerra por la hegemonía tecnológica mundial y
esto en el momento actual es lo mismo que tener la hegemonía económica
mundial", asegura la catedrática de la Universitat de València, la
española Matilde Mas, también directora de Proyectos Internacionales
Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).
"Elegir
Huawei como objetivo es ir directo a la joya de la corona de la
supremacía tecnológica china", afirma Mas, que asegura que por ahora la
guerra parece ganarla Donald Trump sin que esté claro "si va a mantener
el pulso o simplemente tiene una finalidad estratégica para renegociar
con China en posición de ventaja".
Para el profesor de
la escuela española de negocios ESADE Robert Tornabell se trata de una
nueva "guerra fría" en torno al desarrollo de las redes móviles del 5G
en la que están en juego aspectos de seguridad y de propiedad
intelectual, teniendo en cuenta la capacidad de intervención que el
Gobierno chino tiene sobre las empresas de su país.
En
su opinión, China también puede hacer daño a EEUU dado que es el primer
proveedor mundial de tierras raras (metales necesarios para fabricar
muchos dispositivos electrónicos), así como el mayor tenedor
internacional de deuda pública estadounidense.
La
catedrática Mas no tiene duda de que si EEUU mantiene el pulso "China
contestará" y explica que una guerra comercial de la magnitud con la que
amenaza Trump tendrá consecuencias negativas para todos los países
porque "distorsionará el comercio, romperá las cadenas globales de
suministro (lo que perjudicará la eficiencia), elevará los precios de
importación y profundizará la división del mundo en bloques".
A su juicio, la Unión Europea saldrá perjudicada porque tendrá que elegir entre los dos bloques con una posición de "seguidor".
"Lo
que está ocurriendo se parece a la lucha por el liderazgo mundial que
tuvo lugar en la guerra fría tras la segunda guerra mundial entre EEUU y
la entonces Unión Soviética", añade Mas, que coincide con Tornabell en
que no hay precedentes de una guerra comercial de estas características.
"Esto
no va de comercio, va de tecnología y de productividad", dice el
subdirector de investigación de los Estudios de Economía y Empresa de la
Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Josep Lladós, que cree que la
solución a esta crisis tendría que venir de una "gobernanza global que
no tenemos".
"El escenario internacional se ha vuelto
más confuso y las empresas se vuelven precavidas en materia de
inversión", explica Lladós, que augura un impacto negativo en las
expectativas de los agentes económicos a causa de una crisis que no se
sabe cómo acabará "mientras no exista la convicción en la Administración
Trump de que hay que buscar una respuesta multilateral para resolver
las tensiones con China".
El director de Coyuntura y
Análisis Internacional del instituto de investigación español Funcas,
Raymond Torres, también percibe este conflicto como "algo único", aunque
encuentra similitudes con la guerra comercial en torno al sector del
automóvil que protagonizaron EEUU y Japón hace más de dos décadas y que
se cerró en 1995 con un acuerdo por el que Japón abría su mercado a
automóviles y componentes estadounidenses.
Torres
explicá que aquel conflicto, que ganó EEUU, ha sido uno de los factores
que contribuyeron al estancamiento de la economía japonesa, si bien
destaca que en aquel momento había un mayor diferencial entre la
economía estadounidense y la japonesa.
En el caso
actual, dice, se trata de las dos economías más importantes del mundo:
una (EEUU) que da señales de "recalentamiento" y otra (China) en proceso
de "aterrizaje", y "ambas jugándose la hegemonía económica global".
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