BRUSELAS.- El anunciado como
"inminente" acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur,
negociado desde 1999, puso en estado de alerta a los agricultores
europeos, aumentando la presión sobre sus gobiernos, y a las oenegés
ecologistas.
Los dirigentes de Francia, Polonia, Irlanda y Bélgica
acaban incluso de expresar sus temores sobre el impacto en la
agricultura del acuerdo, en una carta al titular de la Comisión Europea,
Jean-Claude Juncker, según varias fuentes.
"El final de la negociación del Mercosur no debería
significar el fin para el modelo de producción agrícola de la UE",
escribe en otra misiva a Juncker el jefe del principal sindicato
agrícola europeo COPA-Cogeca, Pekka Pesonen.
Tras varios meses de
perfil bajo por el lento avance de las negociaciones, las alarmas
saltaron de nuevo entre los agricultores y las oenegés después de las
declaraciones a ambos lados del Atlántico sobre la cercanía de un
acuerdo.
La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström,
aseguró en París en plenas elecciones europeas que la UE y el Mercosur
"se acerca[ban]" a un acuerdo, generando una ola de pánico entre los
productores franceses.
De llegar a buen puerto, la negociación
entre los 28 países de la UE y las naciones del Mercosur -Brasil,
Argentina, Uruguay y Paraguay- daría luz a uno de los mayores acuerdos
de libre comercio, con más de 770 millones de consumidores.
Pero
la puntilla la pusieron el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y su
par argentino, Mauricio Macri, hablando de un acuerdo "inminente", tras
una reunión entre ambos en Buenos Aires el pasado 6 de junio.
Las
discusiones parecen encontrarse en su recta final. El portavoz de la
Comisión, Daniel Rosario, indicó este miércoles que los jefes
negociadores se reunirán esta semana y, dependiendo del resultado de las
discusiones, podría haber una reunión a "nivel político" en los
próximos días.
La próxima reunión de ministros del Mercosur con
Malmström y su par de Agricultura, Phil Hogan, podría tener lugar el 27
de junio en Bruselas, según fuentes conocedoras de la negociación.
Algunos
de los escollos en los últimos meses fueron las reclamaciones europeas
en asuntos como los vehículos o las autopartes, las indicaciones
geográficas, los servicios marítimos y los productos lácteos.
El
comisario europeo de Agricultura aseguró en cambio el martes que ya
había "un buen acuerdo en la cuestión industrial" y cargó contra las
expectativas "poco realistas" del Mercosur sobre los volúmenes en
productos agrícolas.
A finales de 2018, los europeos indicaron su
disposición a acordar al bloque sudamericano la exportación de 99.000
toneladas de carne de res a la UE, según varias fuentes, un ofrecimiento
que todavía debe plasmarse en una oferta formal.
Partiendo del
principio negociador de que "nada está cerrado hasta que todo está
cerrado", la cifra sobre los volúmenes de productos agrícolas
exportables a la UE podría estar de nuevo en discusión en la recta
final.
Una fuente diplomática europea reconoció que algunos países
tienen observaciones sobre la oferta final de la Comisión para cerrar
la negociación. "Unas toneladas de vacuno no deberían ser un obstáculo
para esto", apuntó.
Aunque la Comisión
Europea asegura que nada está hecho todavía, la preocupación aumenta
entre los agricultores europeos que temen ver sacrificado su sector,
sensible en la UE, en beneficio de la industria europea.
"Nos
dirigimos directamente hacia un acuerdo para satisfacer los intereses
industriales europeos, si no alemanes", dijo Bruno Dufayet,
presidente de la Federación Francesa de Bovinos (FNB), en una alusión a
la industria automóvil.
El malestar sobre el sector agrícola se
siente en Irlanda, cuyo gobierno envió días atrás una carta a la
Comisión para alertar de las consecuencias de un "acuerdo
desequilibrado", pero sobre todo en la Francia del liberal Emmanuel
Macron.
Los eurodiputados del partido de Macron alertaron de las
condiciones sanitarias y ambientales de producción en el Mercosur,
mientras que la Francia Insumisa (izquierda radical) predice la "muerte"
de la agricultura europea.
La emergencia de la cuestión climática
en la campaña de las elecciones a la Eurocámara, que impulsó a las
formaciones ecologistas en este institución que debe validar un eventual
acuerdo, también llegó a la negociación del Mercosur.
Casi 350
oenegés, como Greenpeace, urgieron en una carta conjunta a la UE a
detener "inmediatamente" la negociación por la situación de los derechos
humanos y del medioambiente en el Brasil del ultraderechista Jair
Bolsonaro.
Preguntada por las críticas, Malmström reconoció el
lunes que "hay algunas medidas tomadas en Brasil" que no comparten, pero
que "un acuerdo comercial no puede resolver todas las miserias del
mundo" y que trabajan por conseguir un marco para discutir esas
cuestiones.
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