PARÍS.- Las ayudas europeas son
indispensables para muchos agricultores europeos, como el francés
Guillaume Lefort, que confiesa que no podría ganarse la vida sin ellas, o
su compatriota Remi Seingier, que espera que la Unión Europea dé un
giro hacia la agricultura ecológica.
"Aquí hay trigo, allí
cilantro y del otro lado barbecho" explica Lefort. Como cada primavera,
frente a su ordenador, registra lo que cultiva en cada una de sus
parcelas para luego pedir una subvención europea.
En el exterior, en un hangar, sus tractores están listos
para trabajar. También hay tres contenedores circulares de plástico azul
para almacenar fertilizantes químicos, en medio del patio de su
explotación de 250 hectáreas, a 75 kilómetros al sur de París.
Este
agricultor, cercano a la principal organización agrícola de Francia, la
FNSEA, defiende la política agrícola común (PAC) con pasión, y teme que
disminuyan las ayudas.
Según una propuesta de Bruselas, el
próximo presupuesto europeo (2021-2027) solo dedicará 365.000 millones
de euros a la PAC –una de las políticas históricas de la Unión Europea–
un 5% menos que en el presupuesto actual (2014-2020).
Y la salida prevista de Reino Unido del bloque todavía complica más las cosas.
"Sin
ayudas de la PAC, no lo conseguiríamos, sería imposible", dice el joven
agricultor, instalado en la zona desde hace nueve años.
Lefort
quiere sobre todo que se mantengan las ayudas directas a la producción.
"Es mi primer seguridad, que corresponde al pago de una hectárea, pero
las DPB [ayudas directas] disminuyen un año tras otro", lamenta.
Según él los agricultores europeos están en la primera línea de las guerras comerciales mundiales y por eso necesitan ayudas.
Y teme que la PAC del próximo presupuesto deje de ser "común" y acabe por "reforzar la competencia entre países".
Para Lefort es muy importante que la normativa medioambiental sea la misma para todos los agricultores del mundo.
"Este
año no nos dejan utilizar los neonicotinoides [un insecticida peligroso
para las abejas, prohibido en Francia] en las remolachas, mientras los
belgas se benefician de una derogación y producirán remolachas más
baratas que las nuestras", lamenta.
Esta concepción de la
agricultura desagrada a algunos de sus colegas, que preferirían que la
PAC diera un giro ecológico y hacia una alimentación más sana.
En los últimos 60 años, la agricultura europea se ha construido al precio de la degradación de la biodiversidad.
El
colectivo francés "A favor de otra PAC" denuncia las consecuencias de
la política actual, como la superproducción, la caída de los precios, el
desperdicio, la opacidad y las desigualdades.
El colectivo está
formado por unas treinta organizaciones de agricultores de izquierda, de
oenegés medioambientales y de protección del medioambiente y los
animales, así como de organizaciones de solidaridad internacional y de
consumidores.
Según la fundación Heinrich Böll un 20% de las explotaciones agrícolas europeas reciben el 80% de las subvenciones de la PAC.
Remi Seingier, de 33 años, decidió transformar su explotación en agricultura biológica.
Tras
suceder a su padre en 2015, el joven agricultor ha transformado
progresivamente su propiedad en agroforestería, un sistema que utiliza
árboles en medio del campo para embellecer el paisaje, favorece la
biodiversidad y sobre todo enriquece el suelo en fertilizantes.
"Transformo
todos mis cereales en harina gracias a la muela de un vecino, hago seis
tipos de harinas, hierbas aromáticas y aceites", dice.
"Yo no
explotó la naturaleza, me centro en la calidad y en la transformación,
incluso si disminuye mi rendimiento, con circuitos de distribución
cortos y locales", explica.
Remi Seingier también recibe ayudas de
la PAC, aunque todavía no recibió las que le prometieron por
transformar su explotación en agricultura biológica.